Escuchando: Virtuality (Rush)
Hace unas semanas estaba dando una charla sobre Redes Sociales en un colegio y conté una anécdota propia, una batallita de abuelo: corría el año 1995, más o menos, y acababa de empezar la carrera de Teleco. Algunos compañeros de clase se iban transformando en amiguetes, y uno de ellos (¡ese Berni!) estaba una tarde metiendo comandos crípticos en un ordenador del aula de informática. Le pregunté: ¿qué es eso? Y recuerdo perfectamente su respuesta: Es Internet.
Y es que parece mentira, pero hubo un tiempo en el que no teníamos a mano Internet, ni Google ni nada de eso. Y algunos lo fuimos descubriendo poco a poco, en la Universidad. Fue una época en la que todo era nuevo, y nos pasábamos el día investigando, probando y haciendo trastadas. Con el tiempo, la Universidad proporcionó a los estudiantes una dirección de correo y acceso a Internet a través de un servidor Linux, todo en modo texto. Cuando pillábamos algún equipo libre con entorno gráfico y podíamos arrancar un Netscape era una fiesta. Pero por lo general nos conformábamos con leer el correo con Pine, navegar sin imágenes con Lynx, meternos en algún IRC, o chatear con otros usuarios de la universidad, antes de que llegase el Messenger y sus florituras.
Con los años, las cuentas de correo se asignaron automáticamente a todos los estudiantes (el nombre de usuario estaba formado por las siglas uc más un número), pero como nosotros las habíamos pedido mucho antes, nuestros usuarios denotaban veteranía. El mío era el uc54. Y con ese nombre de usuario pasé muchas horas conectado al servidor de la Universidad a través del que los alumnos accedíamos a Internet. Un servidor mítico, por aquellas fechas: el cclx1.
Con el tiempo, llegaron los navegadores tal y como los conocemos ahora, las conexiones a Internet se hicieron más comunes, accesibles y coloridas. Pasar por el cclx1 fue perdiendo sentido, y un día llegó el final: el Centro de Cálculo (hoy Servicio de Informática) iba a apagarlo definitivamente.
La imagen que encabeza estas líneas es la prueba de que, como homenaje nostálgico, permanecí conectado al servidor hasta su final, el 15 de diciembre de 1999, a las 10:44 de la mañana. Hice una captura de pantalla del momento, la imprimí, y adornó mi puesto de trabajo en la Universidad durante años. Incluso sufrió los efectos de unas goteras, que arrugaron el papel en la pared.
Hace unos días, en una visita a la sala donde pasé tanto tiempo (qué grande, el V-Pino) volví a encontrar esa vieja captura de pantalla y me la traje a casa. Sí, sé que todo esto es muy friki, pero estoy seguro de que a más de uno leer estas líneas le habrá traído muchos y buenos recuerdos. ¿O no?
Seguiremos informando.