Escuchando: Snowy (Josh Rouse)
Fue un buen plan para el domingo. Salimos con calma, y pusimos rumbo a Asturias. Después de un buen rato de viaje y muchas curvas de desfiladero, paramos a tomar el aperitivo en Arenas de Cabrales (mosto de manzana, Martini o caldito, a elegir). Desde allí cogimos una carretera por la que no se va de paso, que lleva a los tres pueblos que Dios no quiso: Tielve, Sotres y Tresviso. Sólo el último pertenece a Cantabria, pero la única forma de acceder a él por carretera es rodeando por Asturias.
En esta ocasión no íbamos tan lejos ni tan alto, nuestro destino era el primero de estos pueblos: Tielve, un pequeño pueblo asturiano que merece la pena por varios motivos… el primero es el espectacular paisaje, y el segundo es totalmente gastronómico. Éste era el fin nuestra excursión, y no otro.
Cuando llegamos a El Carteru comenzaba a nevar con fuerza. Afortunadamente no fue a mayores: no es sitio para tomárselo a broma, si se pone a nevar en serio hay que bajar lo más rápido posible, o el riesgo de quedarse allí es muy alto.
Claro, que no nos íbamos a morir de hambre: la comida fue, como de costumbre, deliciosa y abundante. Con los tortos (con queso de Cabrales, manzana y cebolla) uno ya se puede empezar a llenar, pero no conviene: hay que hacer hueco a las alubias, a la bandeja de paella, y sobre todo al cabrito, especialidad de la casa. Todo ello en abundancia, lo que hace difícil llegar al postre, con tartas caseras de queso y naranja. Una pena que faltase el té del puerto para ayudar con la digestión.
Después de comer, unas fotos de recuerdo, unas risas con mi sobrino pequeño que veía nevar por primera vez, y vuelta a casa aprovechando aún la luz del día. Estuvo bien, muy bien.
Seguiremos informando.