Las fotografías de gotas de agua cayendo sobre una superficie líquida siempre me habían llamado la atención. Las formas que se generan parecen cosa de magia. Nunca lo había intentado, hasta que me encontré con este video de Gavin Hoey en el que explica de manera sencilla cómo conseguirlo. Tenía a mano todo el material que necesitaba, así que hace unos meses me puse a experimentar con ello. Publiqué una foto de esa sesión, pero hasta hoy no me he puesto a terminar de ordenar y seleccionar el resto de fotografías.
Para la sesión seguí bastante fielmente las instrucciones del video. Tomé por unas horas la cocina con mis cachivaches y monté el pequeño escenario para las fotografías. Como recipiente, lo más apropiado que encontré fue una bandeja para horno, de cristal, que tenía las medidas que quería. Era transparente, así que puse debajo una cartulina negra. Otra cartulina blanca en vertical tras la bandeja me sirvió para reflejar la luz del flash.
Para dejar caer las gotas usé una bolsa de las que se usan para la fruta; para situarla, la enganché con una pinza a un tirador de un armario. Un agujerito con un alfiler y listo: ya tenía gotas de agua, regulares y cayendo siempre en el mismo sitio.
Para enfocar tuve algún problema. Como explican en el vídeo, lo ideal es poner un bolígrafo en el punto donde están cayendo las gotas, y enfocar manualmente. Por encuadre y objetivo utilizado, no me llegaba la mano para hacer eso, pero mediante ensayo y error conseguí un resultado razonable.
Situé el flash en el lateral izquierdo del montaje, apuntando a la cartulina blanca. Puse su potencia al mínimo, y lo disparé inalámbricamente desde mi cámara (usando los destellos del flash incorporado para ello). Es lo único complicado respecto a equipo que utilicé.
Como objetivo usé mi 70-300, cerrando todo lo posible el diafragma (f29) para asegurarme un poco más el enfoque (a mayor valor para f, menos luz entra, pero mayor profundidad de campo). La velocidad a la que disparé fue de 1/500, la más rápida con la que puedo sincronizar el flash.
Una vez montado todo lo anterior, fue ya tan sólo cuestión de disparar e ir haciendo pruebas. Cuesta al principio pillar el truco y apretar a tiempo para capturar el impacto, pero una vez que se consigue va todo sobre ruedas. Los resultados son siempre un poco imprevisibles, y por eso lo mejor es hacer muchas fotos, cuantas más mejor. En digital es gratis, y así aumentarán las posibilidades de obtener buenas tomas.
De unos 70 disparos que realicé, me quedé finalmente con 20 imágenes. Como disparo siempre en formato RAW pude ajustar posteriormente en el ordenador el balance de blancos, y así darle a las fotografías el tono de color más adecuado. En esta ocasión, me gustó jugar con los azules.
Los resultados de ese primer experimento con agua se pueden observar en mi flickr, y también en este pequeño vídeo que he preparado:
Volveré a intentarlo, es divertido. Seguiremos fotografiando.