Escuchando: Club de fans de John Boy (Love of Lesbian)
Y tanto os daba ocho como ochenta
a los fanáticos de John Boy.
Frente al estadio ya cantábais sus temas.
Primeras filas, vuestra obsesión…
[…]
La luz se desmayó,
¿con cuál van a empezar?
A ti te daba igual.
Dijiste: «acertará».
El fin de semana pasado (que yo alargué y terminé ayer) estuve en el Festival do Norte, en Vilagarcía de Arousa. Cualquier excusa es buena para acercarse a tierras gallegas, pero en este caso además la razón era de peso: el concierto de Love of Lesbian en ese festival se había convertido en una cita marcada desde hacía meses en nuestro calendario.
Era la tercera vez que los veía sobre el escenario, y la primera desde que editaran su fantástico nuevo disco. El festival tuvo momentos memorables (Standstill, Havalina, y alguno más que nos perdimos por prudencia y salud) pero de una forma totalmente subjetiva me quedo con el concierto de los lesbianos como clímax musical del fin de semana.
Se marcaron un directo sorprendente: pensaba que se iban a centrar en los temas de 1999 (y asi empezaron, con Allí donde solíamos gritar), pero nada más lejos: hubo mucho cuento chino, y más de una maniobra de escapismo.
Love of Lesbian, en mi opinión, se encuentran en un momento muy dulce de su carrera. Tiene que ser realmente reconfortante tocar los temas de su primer disco en castellano, y provocar ese entusiasmo entre el público (con Mi personulidad, por ejemplo, o al final con Houston tenemos un poema). Tiene que serlo tocar los temas de su disco anterior y provocar el mismo entusiasmo, o más (La niña imantada, Me amo, Noches reversibles y alguna más que me dejaré en el tintero, seguro). Y sobre todo, tiene que ser todo un orgullo interpretar las canciones de un disco recién lanzado, y provocar una catarsis colectiva. Así fue con 1999, con John Boy (¡temazo!), con Miau (¡desfase!) y sobre todo con el final del concierto, un cierre como sólo los lesbianos saben hacer, memorable.
Sólo tenían 50 minutos para demasiadas canciones, pero se las ingeniaron para que diese mucho de sí: cuando sólo quedaba tiempo para una canción más, y ya en pleno apogeo de disfraces (hubo gafas luminosas, careta de gato y traje espacial, bastante moderados) sonaron los acordes de Houston. Bueno, se me ocurrían mejores formas de terminar, pero era lo suficientemente festiva como para no dejar de botar. Alargaron al tema hasta convertirlo en el Ritmo de la noche (sí, ese ritmo de la noche), y enlazarlo con un poco de Shiwa, que terminamos coreando todos. Ya sin tiempo, dieron las gracias y decidieron lanzarse a la piscina: se bajaron del escenario y se mezclaron con el público mientras desmontaban sus instrumentos del escenario y sonaba, enlatado y a todo volumen, el tema Algunas plantas, lo más bailable de su nuevo disco.
En fin: creo que Santi Balmes, su cantante, no llegó a pisar el suelo y fue de mano en mano desde el escenario hasta el final del recinto del festival. Nos vimos en medio de una marea de botes, saltos y canturreos cuando pasó a nuestro lado -sobre nosotros, más bien- y lo perdimos de vista…. al final de la canción, un enorme aplauso: se lo habían ganado.
Y ahora ya soy otro fan de John Boy.
Seguiremos informando.
PD: Un par de videos para acompañar estas líneas… el primero, el final de su concierto, que alguien logró capturar. Nosotros estábamos donde Santi reaparece en la parte de chunga, chunga, chunga… El segundo video es el clip de Allí donde solíamos gritar, que acaban de publicar hoy: un repaso en imágenes a la relación que narran las letras de su nuevo disco.