Escuchando: Música de ascensores (Love of Lesbian)
Me había dejado en el tintero comentar algo sobre el concierto de Love of Lesbian en Santander, hace una semana. Vaya una fiesta que montaron, así da gusto.
Antes del concierto estuve charlando con ellos, que estaban tomándose unas cervecitas en una terraza. Muy majos, me firmaron su disco y nos hicimos unas fotos de recuerdo. Después ellos fueron a prepararse y nosotros entramos en la sala (el concierto era en un teatro con butacas). Un poco después de la hora prevista, comenzó el espectáculo: Universos infinitos. Así empezó la parte más sosegada y seria de la noche, con los temas más formales de sus dos últimos discos.
En el segundo tema pidieron a la gente que se levantase: no se habían recorrido media España para tocar ante un público sentado. En Santander eso no suele funcionar: la audiencia suele ser bastante pasota, en los dos últimos conciertos allí (Vetusta Morla, Jet Lag) no se levantó nadie hasta los bises, casi. Con los lesbianos fue distinto: inmediatamente se formó un batallón de fans a pie de escenario, cantando, coreando, gritando, bailando. Había predisposición para la fiesta.
Sí, yo era uno de los que cantaba, coreaba, gritaba y bailaba en primera fila.
Poco a poco fueron cayendo temas, con un sonido bueno cerca del escenario, no tan bueno en el resto de la sala. Supongo que la mayoría de gente que fue sin conocerlos -era gratis- no entendía a qué tanto alboroto por un grupo que tampoco estaba haciendo nada del otro mundo. Hasta que el concierto cambió. Dijeron basta a las canciones serias, soltaron toda clase de frenos, desaparecieron las inhibiciones y saltaron al escenario las canciones gamberras, divertidas, los disfraces, el tintorro y las payasadas. Hay fotos para el recuerdo, y merece la pena echarles un vistazo para entender de qué hablo. Todos sudábamos, todos reíamos, todos lo pasábamos bien. Una lástima que tan poca gente nos acompañase en esa conga final por toda la sala, a ritmo de Shiwa. Ojalá todos los conciertos fuesen al menos la mitad de divertidos. Ojalá los lesbianos desembarquen de nuevo en Santander, porque noches así deberían ser obligatorias para sobrellevar los días grises y la rutina.
Seguiremos informando.