Escuchando: Hanging on the telephone (Blondie)
Con todo el revuelo que se ha montado con la llegada del iPhone a España. ¿no era raro que yo aún no hubiese dicho nada? Como habitual fanático de todos los cacharros de la marca de la manzana, he seguido con atención todo el proceso desde que se anunció la versión 3G del teléfono hasta su reciente presentación. Como se me ocurren muchos aspectos que comentar sobre el tema, voy a dividirlo en tres partes, dedicando ésta primera a analizar el aparato en sí. Después ya hablaré de mi opinión sobre la oferta de Telefónica, y haré balance sobre si (a mí, personalmente) me merece la pena o no la inversión.
iPhone 3G. La mayor desventaja del iPhone original era que, en España se conectaba a Internet usando GPRS, esto es: a una velocidad considerablemente baja, demasiado para un terminal cuyo objetivo es la conectividad total y permanente. Por tanto, todos aquellos que consiguieron una unidad al otro lado del charco y lo usaban aquí, tenían el aparato funcionando a medio gas. Un quiero y no puedo. Ideal para fardar y para disfrutar de su interfaz, pero interna y técnicamente se trataba de un teléfono móvil inferior a muchos que se llevan vendiendo un par de años por estas tierras.
Con la llegada del modelo 3G esto ha cambiado: el iPhone se puede medir de tú a tú con cualquier otro teléfono europeo, y no hay que hacer trucos alegales para poder utilizar uno en España. Lo del 3G me llamó la atención: en la presentación de Apple parecía que lo hubiesen inventado ellos. ¿Cómo hemos podido vivir sin 3G? Nada más lejos de la realidad, los teléfonos 3G ya existen hace tiempo, y muchos llevamos uno en el bolsillo, aprovechando su tecnología o no. Por tanto, el iPhone 3G ha venido a suplir una carencia, no a revolucionar nada.
Otras novedades del iPhone 3G sí pueden ser más llamativas. Por ejemplo, ahora dispone de GPS. Hay letra pequeña. Aparte de que la recepción no es óptima, por lo que se comenta entre sus primeros usuarios, se utiliza mediante la aplicación de Google Maps. Lo bueno es que así los mapas siempre están actualizados, y no ocupan espacio en la memoria interna. Lo malo, obviamente, es que se necesita estar conectado a Internet para usar el GPS. El iPhone es, definitivamente, un gran devorador de datos.
Mención especial merece también la tienda de aplicaciones de Apple. El iPhone original nació como un entorno cerrado sin aplicaciones de terceros. No tardaron en aparecer formas de relativizar esa limitación, con el riesgo -eso sí- de convertir el teléfono en un ladrillo inservible cada vez que Apple publicaba una actualización de su software. Ahora, donde dije «digo» digo Diego, y el iPhone es una plataforma abierta a los desarrolladores. Rectificación acertada, porque parece que el apoyo de éstos ha sido masivo, y existe ya una buena cantidad de aplicaciones, de pago y gratuitas. Además, los usuarios del iPhone original y del iPod Touch pueden actualizar su software para tenecer acceso a estas aplicaciones también. Todos contentos. O casi: nunca he entendido por qué para los usuarios del iPhone las actualizaciones son gratuitas, mientras que los compradores de un iPod Touch tienen que pagar por ellas. Supongo que todo venga amparado por alguna estúpida ley norteamericana, pero tiene que joder.
Pocas novedades más aporta esta revisión del terminal. Si lo comparamos con un teléfono 3G «normal», sigue presentando algunas carencias significativas: los mensajes multimedia no existen, tiene una cámara (ramplona y sin flash) pero no graba vídeo, y no hay posibilidad de hacer videollamadas al no disponer de cámara frontal. Vale, lo admito: lo de las videollamadas tampoco importa demasiado, era la esperanza de las operadoras para lanzar las redes 3G, pero no conozco a mucha gente que lo use (eufemismo, quise decir «nadie«). Finalmente, lo que ha hecho que la gente se anime a adquirir terminales 3G ha sido su adicción a Internet, sobre todo en períodos de vacaciones, y los módems USB se ha convertido en algo bastante común.
Las otras ausencias comentadas (MMS, videollamadas) estoy seguro de que se podrán suplir con aplicaciones de terceros, posiblemente gratuitas… pero no deja de ser una nota negativa para el teléfono: de serie, está en desventaja respecto a terminales de hace varios años.
Todo se olvida gracias a la experiencia de usuario, a su cuidada interfaz, y a su diseño. Aún no he visto ninguno en vivo, pero en principio me gustaba más su versión original, especialmente por su cubierta trasera (la opción del blanco no me convence demasiado, tampoco). Claro que, como suele pasar con los productos de Apple, seguro que en la mano gana enteros, y las fotografías no le hacen justicia. En cualquier caso, es un terminal que no pasa desapercibido.
Por tanto, parece que el iPhone 3G es un terminal aún más atractivo y sin rival… ¿Sin rival? Eso ya no está tan claro. Hace un año que Apple dio su golpe de efecto, y el resto de fabricantes han tenido tiempo de preparar su contraataque. Ahora mismo existen teléfonos basados en Windows Mobile (sistema que en su última versión parece ser bastante mejor que la bazofia que en su día conocí) capaces de plantar cara al iPhone, en prestaciones y en interfaz. Va a comenzar una guerra en la que Apple se defenderá gracias a su encanto y aura de exclusividad, y el resto de marcas atacará con terminales cada vez más completos. Se va a poner interesante esto.
Seguiremos informando.