Escuchando: No cars go (The Arcade Fire)
«Antes de tomar cualquier decisión sobre peatonalizar calles las autoridades municipales deberán oirnos y tenernos en cuenta. No queremos más calles peatonalizadas, porque se ha demostrado que, en la actualidad, una calle sin tráfico empobrece la vida ciudadana y el comercio.»
Se puede decir más alto, pero no más claro. El autor de tan controvertidas declaraciones es Javier Güezmes, presidente de la Agrupación de Comerciantes del Centro de Santander. Ayer, en este artículo de nuestro periódico (he resistido a duras penas la tentación de poner un diminutivo que rima con cucurucho) local se despachaba a gusto.
Creo que una afirmación tan desafortunada como «una calle sin tráfico empobrece la vida ciudadana» no se merece ni siquiera el esfuerzo de ponerse a rebatirla. Cae por su propio peso. Mírenlo: plof.
«Deben escucharnos. Nosotros somos los que sabemos qué hay que hacer y cómo debe hacerse, pero no nos toman en cuenta para ninguna decisión. Y lo que queremos es que potencien el centro con medidas adecuadas, sabiendo lo que se hace.»
No cabe duda de que es un digno representante de su agrupación. Para los que no lo sepan, el comercio en Santander siempre se ha distinguido por unos rasgos muy característicos: la antipatía, la prepotencia, la falta de educación. Con excepciones, por supuesto. Pero es indudable: los comerciantes (sobre todo los de toda la vida) te perdonan la vida si entras en su local, no se molestan en saludar, y te miran con desprecio si te atreves a abandonar sus dependencias sin comprar. Es triste, pero los santanderinos nos seguimos sorprendiendo gratamente cuando en otras ciudades los dependientes saludan, sonríen, o te dejan deambular por sus tiendas sin mayor problema. Tenemos falta de costumbre (insisto, con agradables excepciones, menos mal).
Dice Javier Güezmes que «el centro urbano sigue muy vivo y la prueba es que abren y cierran establecimientos continuamente«. Para mí eso más que un buen síntoma, es el indicio de que hay un problema (alquileres muy altos, etc.), pero si lo dice él, que es el profesional del sector…
«A los santanderinos y visitantes les gusta el centro de la capital de Cantabria, pero no hay que desertizarla impidiendo circular en coche. […] Deben establecerse tiendas, zonas de ocio y de estancia para el ciudadano, todo lo que les haga agradable ir hasta ellas«
Dicho de otra forma: hay que convertir el centro de la ciudad en un puto centro comercial, en el que haya que pagar hasta por descansar. ¿Calles peatonales? ¿Una ciudad con menos tráfico? ¿Carriles para bicicletas? ¿Dónde se ha visto eso? Bueno, quizás en el resto de las ciudades que miran hacia adelante en lugar de hurgar en modelos rancios y aburguesados. Parece que el señor presidente de esta Agrupación no ha paseado por las calles más comerciales de otras ciudades del país, por no hablar de esos países que dicen que hay por Europa (ni siquiera hace falta irse tan lejos, basta con ir a Torrelavega). Muchas de ellas son peatonales, y bullen de actividad, de compradores y de animación.
Aquí, visto lo visto, tendremos tráfico, ruido, contaminación, y tenderos contentos. Santander se dirige irremediablemente al futuro. Y qué pena da.
Seguiremos informando.