Escuchando: Deborah Carne (White Rose Movement)
Estaba previsto que este fin de semana fuese ajetreado, y lo ha sido más aún.
El sábado por la mañana, primera visita a la playa de la temporada, con sesión de palas por el mismo precio. Después, cocido montañés cortesía de un amigo, una comilona agradable y distendida de la que me tuve que ausentar pronto porque el día continuaba con una boda. Ni formal ni informal; a medio camino, con más tendencia a lo primero.
Anduve con la cámara y no comí ni bebí en exceso; fotos, brindis, risas, amigos a los que hacía tiempo que no veía e hijos de mis amigos me tuvieron entretenido toda la noche.
El domingo, para terminar de rematar el fin de semana, otra comilona. Un homenaje por una causa inexcusable, en el que de once comensales, nueve fuimos carnívoros y dimos cuenta de diez kilos de carne en forma de chuletones a la piedra. Excelentes, todo hay que decirlo. Hubo hueco también para el postre, y lo acabamos regando abundantemente con orujo.
Una lástima que cuando uno se dispone a dejar pasar con calma y sin sobresaltos las horas restantes del domingo, una mala noticia trastoque todo, y el castigado estómago acabe, además, con un nudo.
Será cuestión de apurar el día para terminar de hacer la digestión, y descansar para coger con ganas la semana.
Seguiremos informando.