El desafío de las 24 fotos

Escuchando: El cuadro (Sr. Chinarro)

Como veíamos que el tema de las fotografías se nos iba de las manos durante nuestras vacaciones, una noche surgió la idea de reducir el ritmo. Y como la idea apareció en medio de una cena en una terraza, con vino y buena comida, acabó mutándose en desafío. El desafío de las 24 fotos.

La idea era sencilla: sin trucos, sin borrar ni una sola foto, pasar el día siguiente en Grazalema (pequeño pueblo, pero fotogénico donde los haya) sin superar los 24 disparos. Como si tuviésemos sólo un carrete. Nada de hacer fotos a lo loco, nada de disparar, mirar, repetir, mirar, repetir…

Alguno directamente pasó del desafío, otros se ajustaron a la cifra… y yo me fui directamente al otro extremo: durante ese día, sólo tiré 4 fotos. Tres de ellas son las que acompañan estas líneas, la otra es una variación de la de la Luna (pero salió un poco movida).

Eso sí, el desafío terminó cuando a última hora salimos del pueblo. El atardecer en la sierra, y el paisaje brutalmente espectacular, hicieron que parásemos el coche y saliésemos a tirar fotos como si tuviésemos mono de cámara. Que era lo que teníamos, pero no era para menos…

En fin. Qué peculiares que somos cuando nos juntamos.

Seguiremos informando.

El blanco y el negro

Escuchando: Love is blindness (U2)

Una de las (muchas) cosas que nunca he sabido hacer bien es lo de las fotos en blanco y negro. Porque no, no es sencillo. Por un lado, hay que saber medir a la hora de disparar, imaginándose tonos de gris, e intentando que las sombras tengan detalle.

Y luego, a la hora de pasar la imagen a blanco y negro en el ordenador, la cosa puede parecer sencilla. Se quita el color (pasando a escala de grises, o desaturando) y ya está. Ajustamos brillo y contraste, y listo.

Pero no, no solía convencerme el resultado. Por eso, este fin de semana en Madrid he estado ojeando y hojeando libros, buscando alguno en el que se explicase en detalle la mejor forma de conseguir una imagen en blanco y negro a partir de un archivo digital en color.

Encontré varios libros. El que más me convencía tenía buena pinta, aunque sólo iba explicando algunos ejemplos concretos… además era un libro bastante escueto y a la vez, caro. Solución: la salita de lectura de FNAC. En un rato me lo ventilé, quedándome con unas cuantas ideas para juguetear en casa.

Efectivamente, hay modos más complejos de pasar a blanco y negro. He estado ahora jugueteando un rato con el mezclador de canales, que nunca había usado, y da mucho juego. Aquí os dejo mi primer experimento.

Siempre es divertido tener nuevas cosas que aprender.

Seguiremos investigando.

¿Y dices que de mayor seré como tú?

Escuchando: Camerado (Mark Knopfler)

Al final me ha salido muy bien la jugada. Les hago partícipes de la presentación en sociedad de la que ya es la cuarta cámara digital de este humilde vicioso. Esta mañana ha sido la entrega de premios del concurso de la universidad, y no me han dado lo que esperaba sino esta monada.

Lo que me esperaba era una réflex de carrete. Que no digo yo que sea buena cámara. De hecho, a dos de los ganadores se la dieron, ésta, y tenía muy buena pinta. Pero vamos, a mí a estas alturas una cámara analógica, y encima Canon, me habría pillado bastante a contrapie.

Así que nada. me ha hecho más ilusión esta pequeñita, que podré llevar encima siempre (más cómoda que la que suelo llevar ahora). Es una cámara que nunca me habría comprado (automática, y encima usa tarjetas xD), pero el refranero decía algo de un caballo regalado, que puede venir muy a cuento.

Las fotos del concurso están expuestas en el Inter hasta el viernes… y las que me han hecho esta mañana (he tenido que posar, pardiez), seguro que aparecen en alguno de esos periódicos universitarios que están siempre tiraos por las facultades…

Voy a leerme el manual de la nueva. En cuanto tenga a mano otra cámara (más) le hago una foto a la familia al completo.

Seguiremos multiplicándonos y poblando la tierra.