Porque algún día habrá discos de mil terabytes

Escuchando: 24 hour party people (Happy Mondays)

El sábado pasé, como visitante, por Juventud Cantabria.net, una party organizada en el Palacio de Exposiciones de Santander. Nunca había estado en una de estas reuniones, y tenía ganas de ver cómo era una congregación de casi medio millar de Enjutos.

Personalmente, se me ocurren mejores maneras de pasar un fin de semana que dejándome los ojos delante de la pantalla, descargando más contenido de los que pueda asimilar en diez años, o pegando tiros en juegos más reales que mi vida misma. Pero tiene su punto, no puedo negarlo. Es curioso ver también cómo la gente se lo curra personalizando sus equipos, aunque los neones y las estridencias nunca han sido mi taza de té. De hecho, yo no suelo ni cambiar el fondo de escritorio de mis ordenadores (aunque mis motivos tengo).

Curioso, sin duda. No me veo acampando en un sitio así con un ordenador, pero ha sido divertido ir de visita. Y tengo que reconocer que si lo que había oído sobre el juego Spore había despertado mi curiosidad, al verlo en vivo unos minutos me he decidido a probarlo; existe versión para Mac, así que será cuestión de investigar…

Seguiremos informando.

PD: Curioso el AIBO, tecnología de hace casi 10 años que sigue haciendo gracia.

Restos del verano

Escuchando: Un domingo de sol (TCR)

Parecía que el verano ya se había terminado, entre temporales, lluvia y tiempo desapacible. Pero esta mañana el buen tiempo se ha vuelto a asomar, lo justo al menos para disfrutar de una mañana perezosa, un día para levantarse tarde, desayunar sin prisas en la terraza, y hojear el periódico al sol.

Las nubes, eso sí, han vuelto para quedarse por la tarde.

Seguiremos informando.

Love of Lesbian: empresa líder en el sector

Escuchando: Música de ascensores (Love of Lesbian)

Me había dejado en el tintero comentar algo sobre el concierto de Love of Lesbian en Santander, hace una semana. Vaya una fiesta que montaron, así da gusto.

Antes del concierto estuve charlando con ellos, que estaban tomándose unas cervecitas en una terraza. Muy majos, me firmaron su disco y nos hicimos unas fotos de recuerdo. Después ellos fueron a prepararse y nosotros entramos en la sala (el concierto era en un teatro con butacas). Un poco después de la hora prevista, comenzó el espectáculo: Universos infinitos. Así empezó la parte más sosegada y seria de la noche, con los temas más formales de sus dos últimos discos.

En el segundo tema pidieron a la gente que se levantase: no se habían recorrido media España para tocar ante un público sentado. En Santander eso no suele funcionar: la audiencia suele ser bastante pasota, en los dos últimos conciertos allí (Vetusta Morla, Jet Lag) no se levantó nadie hasta los bises, casi. Con los lesbianos fue distinto: inmediatamente se formó un batallón de fans a pie de escenario, cantando, coreando, gritando, bailando. Había predisposición para la fiesta.

Sí, yo era uno de los que cantaba, coreaba, gritaba y bailaba en primera fila.

Poco a poco fueron cayendo temas, con un sonido bueno cerca del escenario, no tan bueno en el resto de la sala. Supongo que la mayoría de gente que fue sin conocerlos -era gratis- no entendía a qué tanto alboroto por un grupo que tampoco estaba haciendo nada del otro mundo. Hasta que el concierto cambió. Dijeron basta a las canciones serias, soltaron toda clase de frenos, desaparecieron las inhibiciones y saltaron al escenario las canciones gamberras, divertidas, los disfraces, el tintorro y las payasadas. Hay fotos para el recuerdo, y merece la pena echarles un vistazo para entender de qué hablo. Todos sudábamos, todos reíamos, todos lo pasábamos bien. Una lástima que tan poca gente nos acompañase en esa conga final por toda la sala, a ritmo de Shiwa. Ojalá todos los conciertos fuesen al menos la mitad de divertidos. Ojalá los lesbianos desembarquen de nuevo en Santander, porque noches así deberían ser obligatorias para sobrellevar los días grises y la rutina.

Seguiremos informando.

Una de romanos

Escuchando: Una de romanos (Joaquín Sabina)

Este fin de semana los romanos invadieron Santander. El domingo las legiones romanas de la fiesta de las Guerras Cántabras se pasearon por el centro, mezclándose con el ambiente de un mercado que solía ser medieval pero que ha mudado a romano. Bullicio, mucha gente, calor, los puestos de siempre, algunos nuevos, encuentros, alguna compra y poco más. Debería haber estado pendiente de mil detalles con la cámara, pero ando perezoso: este año ese concurso de fotografía me da cierta pereza, no estoy muy inspirado. Veremos si el próximo fin de semana visito el campamento de las fiestas y consigo alguna imagen presentable.

Para terminar la ambientación de estos días, he comenzado a ver la serie Roma, que andaba cogiendo polvo por casa desde hace meses. Tiene buena pinta. Tengo aquí al lado una oferta para que me manden la segunda temporada con mi suscripción a una revista de Historia, y creo que merecerá la pena.

Seguiremos informando.

Lecturas para el fin de un verano

Escuchando: Open Book (The Rakes)

Termina agosto entre bochorno y tormentas, finaliza la temporada veraniega (aunque septiembre suela ser una guinda muy aprovechable) y las perezosas lecturas de verano se comienzan a juntar con las tardes y noches caseras de lluvia libro en mano. Llevo unas cuantas semanas leyendo mucho y comprando no menos, así que es hora de compartir algunas humildes recomendaciones…

El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. Un libro tan ameno y entretenido que me duró apenas un día de enfermedad. Una historia de enredos detectivescos y familiares narrada en primera persona por un chico de 15 años con el Síndrome de Asperger, una particular forma de autismo. Tenía muchas ganas de leerlo, y no me ha defraudado en absoluto. Al contrario. Nada que ver con el segundo trabajo de Haddon, Un pequeño inconveniente, una novela mucho más simple y del montón.

Este mes tuvimos en Santander Feria del Libro Antiguo, e hice un par de compras en sendas visitas fugaces. La primera, uno de esos libros que tuve, presté y perdí. En hortera edición del Círculo de Lectores, como la que leí en su día, me llevé un libro de David Forrest llamado Y a mi sobrino Albert le dejo la isla que le gané a Fatty Hagan en una partida de póquer. Recuerdo que hace muchos años me pareció muy divertido el lío que se puede llegar a montar cuando alguien hereda una isla (poco más que un peñón) en medio de la nada. Veremos si me lo sigue pareciendo cuando lo relea.

La segunda compra en esa feria fue uno de esos clásicos que hace años que tengo ganas de volver a leer, porque no tengo más que un vago recuerdo de ediciones infantiles y juveniles. Las aventuras de Alicia (En el País de Las Maravillas y A través del espejo, en un único volumen) de Lewis Carroll.

No hay que olvidar tampoco que por estas fechas los quioscos se convierten en un bizarro bazar. Las colecciones que nos bombardean con todo tipo de anuncios a veces son demenciales (una pía colección de rosarios, por ejemplo, que vale en su totalidad -siempre me gusta hacer ese cálculo- unos 1200 euros) y otras veces interesantes, al menos en su promoción de lanzamiento. Una de estas colecciones aborda los geniales libros de Terry Pratchett y su universo de Mundodisco. Una delirante mezcla entre El Señor de Los Anillos con los Monty Python, ambientada en un mundo en forma de disco que reposa sobre los lomos de cuatro elefantes que viajan por el espacio a su vez sobre el caparazón de una enorme tortuga. La colección en sí es muy interesante, pero su primer número aún mas: El color de la Magia, el primer libro de la saga (aunque se puedan leer independientemente uno de otro) parece que estaba descatalogado en España (yo tengo una edición en inglés). Por tres euros, no comprarlo debería estar prohibido. Altamente recomendable. Es una lástima que la segunda entrega (dos libros por 8 euros) venga con un volumen que ya tengo (Brujerías).

Por último, ayer he estado dando una vuelta por las librerías de la ciudad, me ha vencido la curiosidad y he terminado preguntando por el nuevo trabajo del santo patrón (fue él quien escribió la novela Microsiervos y quien acuñó el término Generación X), Douglas Coupland: El ladrón de chicles. En España este autor parece maldito. Su obra está descatalogada, a excepción de JPod (que después de algunos años sigue sin salir en edición de bolsillo) por lo que me lo compré sin pensármelo mucho. Ya lo he empezado, no tiene argumento tecnológico esta vez, pero es original y engancha (aborda una relación epistolar entre dos personas muy distintas, en tiempos del correo electrónico). Debo reconocer, eso sí, que con Coupland me cuesta ser objetivo.

Disfruten de sus lecturas, yo lo haré con las mías. Seguiremos leyendo.

¿Qué día es hoy?

Escuchando: Villancico para mi cuñado Fernando (Love of Lesbian)

«¡Hoy es Navidad! ¡Qué felicidad!
Vamos a cenar toda la familia
y, maldición, él ya llegó,
con su cucharita y su obsesión…»

Hoy es el gran día: Love of Lesbian actúan por primera vez en Santander, esta noche en el Paraninfo de las Llamas (a las diez y gratis). Hay ganas, después de la fiesta que en el festival Sonorama condensaron en 45 minutos escasos (terminaron disfrazados, saltando del escenario, y formando una conga con el público cantando detrás rumbo al escenario del siguiente concierto).

Imagino que la gente que ya les conoce, o que ha escuchado alguna de sus canciones, estará esta noche entre el público… pero para los indecisos, aquí va una pequeña recopilación de buenas razones para no perdérselo:

– Su página en MySpace, para escuchar alguno de sus temas. Ojo con La niña imantada, por ejemplo: es muy pegadiza.

– El diario particular de su ídem cantante: Santi Balmes. Demencial, y no es una forma de hablar.

Esta entrevista.

Me amo

– Canciones más serias, como Universos Infinitos (con la que abren los conciertos) y su precioso vídeo.

– Su gorro de «que te folle en pez» (en la foto, en el Sonorama), entre otros disfraces.

Y por supuesto, cualquiera de sus canciones, con las que ya me cuesta no ser parcial, porque soy capaz de escuchar sus discos sin parar y no aburrirme. ¿Quién tiene ganas de conga? Nos vemos esta noche…

«Vamos, dale más, dale mucho más,
lo puedes lograr, destrozar mi acuario,
por favor, déjalo ya.
¿Me escuchas, Fernando? Creo que no.

Que pares chalado, te aviso con antelación,
que alguien lo ate en la cama y le dé una inyección.
Cuidado con esa cuchara, Fernando.

Ahora reza al señor porque tú
te acabas de buscar la ruina,
y ahora yo empiezo a reaccionar,
mis brazos se mueven
como aspas de un ventilador.
Porque te acabas de buscar la ruina
y me da igual que sea Navidad,
con hilo dental pienso hacerte la circuncisión.

Mira, Fernando, me caes muy mal,
lo tenía que soltar, tarde o temprano te ibas a enterar.
Pues que sea en Navidad, dale cuñado,
nunca pararás, qué curiosa enfermedad.»

Santander, 27 de agosto de 2008, d.C.

Escuchando: Fade to grey (Visage)

«Llama María Engracia para pedir que se limpie la estatua de Franco y que se instale en un museo porque representa a la persona que liberó a España de los horrores de la República y por ello tiene que estar en el lugar que le corresponde como héroe que es.»

Hoy nuestro Diario Montañés nos regala esta perla. Gracias, María Engracia. Me temo que este tipo de declaraciones serán habituales en nuestras discusiones de pueblo rancio, ya que se va a proceder a la remodelación de la Plaza del Ayuntamiento de Santander, oficialmente Plaza del Generalísimo hasta hace nada, y se eliminará de la misma la estatua de Franco que la preside a día de hoy, singularidad única ya en nuestra geografía. Como me decían ayer, es la única escultura ecuestre en el país que tiene seis cojones: los del dictador, los del caballo, y los del alcalde.

En fin. Espero que avisen cuando la vayan a quitar, que quiero estar con la cámara a mano. Va a ser una escena surrealista en la historia de nuestra ciudad, no me cabe ninguna duda. La remodelación de la plaza se llevará también por delante un escudo de la Segunda República que anda por ahí escondido, así como todo el encanto de la actual plaza. A los datos me remito: la fotografía que acompaña a estas líneas forma parte del proyecto, que se puede consultar en esta página del ayuntamiento. Sin novedades respecto a las últimas obras perpetradas en plazas de la ciudad, el resultado es un espacio desierto, frío, aburrido y gris. Ni siquiera se respeta la actual farola de las cuatro estaciones, punto de encuentro, de citas, de manifestaciones, de juegos, de estacionamiento de cochecitos y sillas de niños.

Mientras otras ciudades aprovechan para modernizarse, en Santander nos esforzamos en volvernos cada vez más grises. Y encima nos quitan al héroe, María Engracia. ¿A dónde vamos a ir a parar?

Seguiremos informando.

Acostumbraba a robar caramelos a los niños aquí

Escuchando: I want candy (Bow Wow Wow)

Últimamente están apareciendo en las calles menos burguesas de Santander carteles de lo más curiosos. Éste parece ser obra de «Guerrilla Gráfica: Agencia de los cabrones por una vida nueva«. El Emilio Botín al que se refiere es el padre del actual presidente del todopoderoso Banco Santander.

Seguiremos informando.

Hoy pajas gratis

Escuchando: Pleasure (Estereotypo)

Será que yo tengo la mente muy sucia, pero el caso es que este cartel que vi el domingo en Aguilar de Campoo (Palencia) me llamó poderosamente la atención. Estaba pegado en la puerta de un restaurante, y anunciaba una fiesta en una discoteca. Vamos, que aquello en fin de semana debe de ser como Sodoma y Gomera.

Qué cosas.