Fotografiando con el carrete al revés

En mi última visita (fugaz) a Madrid, pasé por la tienda Lomo y compré unos carretes por los que sentía bastante curiosidad. Se trata de los Redscale, que han lanzado recientemente, y son bastante peculiares. La película es estándar, es un carrete de 36 fotografías, y de ISO 100. Hasta ahí todo normal. Lo extraño viene porque está enrrollado en el chasis al revés. Me explico: al cargar uno de estos carretes en la cámara, la parte con la emulsión (la normal, la que se expone a la luz habitualmente) queda hacia atrás, y lo que se expone es su cara trasera (esa que es más mate). Esta cara trasera (convertida ahora en delantera) lleva unas capas protectoras que filtran la luz, y el resultado -tras el revelado- es que obtenemos imágenes con los tonos cálidos muy saturados: todo un derroche de rojos, naranjas y amarillos.

Sabía que había gente que experimentaba con estas cosas, pero el método para hacerlo consistía en coger un carrete normal, sacarlo de su chasis y meterlo al revés en otro vacío. Me daba pereza. Ahora, Lomo ha comercializado directamente el carrete ya invertido, que es mucho más cómodo y rápido.[OE]

Compré un pack de tres carretes, y hace unas semanas estrené el primero de ellos. Lo cargué en mi Nikon F70, y me eché a las calles. Con ganas, pero con cierta imprevisión: el día estaba bastante desapacible, y fui demasiado optimista. A los pocos minutos me sorprendió una agresiva granizada que me obligó a buscar refugio, a limitar el ángulo de mis disparos, y a volver corriendo a casa a secarme y recuperar la temperatura corporal habitual. Por todo ello, las fotografías no fueron ni tan variadas ni tan pensadas como me habría gustado. Además, algunas de ellas seguro que habían salido muy viñeteadas, al abusar de un objetivo pensado para cámaras digitales en una de película. Pero aún así, como primer experimento con este tipo de carretes, tenía curiosidad por ver el resultado.

Encargué un revelado rápido en la tienda donde suelo dejar mis carretes a color; habían cambiado a la dependienta, y se extrañó primero porque pidiese sólo el revelado (sin copias en papel ni digitalización y cd, esto último lo hago yo en casa) y después cuando le expliqué que el carrete estaba al revés pero que no influía para nada, y que lo revelase normalmente.

Una hora después, ya tenía mis negativos revelados, aparentemente había salido algo decente. En casa, y pasándolos por el escáner, vi que muchas de las fotografías habían sufrido por la falta de luz de aquel día, pero aún así cerca de la mitad eran aprovechables. Las he publicado en mi cuenta de flickr, por si alguien tiene curiosidad. Los resultados han sido más o menos los esperados: imágenes de un día gris plomizo convertidas en una explosión de tonos cálidos. Curioso.

Me quedan dos carretes más. Buscaré un día más agradable para usarlos. Seguiremos fotografiando.

La respuesta del diario Público

No sé si recordarán, pero hace unas semanas apareció una de mis fotografías, sin citarme ni pedirme ningún tipo de permiso, en el diario Público. Para exigir una explicación, escribí una carta que publiqué aquí, y envié a su sección de Opinión, a la de Culturas (donde se publicaba la fotografía), y también -más resumida- a través del formulario de contacto que tiene el periódico en su página web.

Me hicieron caso. Omiso. No obtuve respuesta de ninguna clase, así que al cabo de un par de semanas, recordándolo, y molesto por su falta de educación, descolgué el teléfono y llamé directamente al periódico.

[OE]Me pasaron con una persona relacionada con la sección de Culturas, y no acertó a darme ninguna explicación. Se intentó disculpar echando balones fuera: no había sido ella quien se había encargado ese día, esa sección (la agenda) es la única que no lleva nunca pies de foto (le hice notar que eso no les da permiso para utilizar cualquier fotografía, obviamente), que si la abuela fuma… Finalmente me ofreció sus ¿disculpas? de un modo bastante extraño (como perdonándome la vida), así que dediqué unos minutos a dejar (más) clara mi indignación por la ausencia de respuestas y de explicaciones, y por su comportamiento. Todo ello de manera educada, por supuesto. Tras eso, me pidió mis datos de contacto y quedó en intentar averiguar algo más y llamarme para intentar explicar mejor el asunto.

Hace unos días recibí una llamada de la misma persona, y me contó que tras consultar a la persona responsable de la agenda el día de mi fotografía, habían llegado a la conclusión de que la culpa no había sido suya: la fotografía se la pasó directamente la empresa organizadora del concierto (de Sergio Makaroff en Alburquerque), y ellos la utilizaron sin más. Les pedí el nombre de esa empresa, y les agradecí la información.

Desde mi punto de vista, tienen su parte de razón: si a mí me llega una nota de prensa (y me llegan) entiendo que puedo utilizar ese material para promocionar el evento de que se trate. Para eso se envía ese material. Yo no me suelo preocupar de rastrear el origen de unas fotos promocionales cuando me las envía un grupo, una promotora, etc. Doy por supuesto que ellos ya se han encargado de ello. Visto así, Público no tendría culpa.

Eso me lleva, claro está, a señalar con el dedo a la empresa que utilizó mi fotografía: Yo Soy Comunicación, o al menos eso me dijeron desde el periódico. No he conseguido localizarlos, pero si realmente están utilizando mis fotografías para promocionar sus eventos, están actuando mal. Una pena no tener su teléfono para pegarles el pertinente tirón de orejas.

Eso sí, tengo ahora más y mejores cosas en la cabeza que ponerme a tirar de todos estos hilos, por una foto que -recordemos- tiene una licencia Creative Commons mediante la cual la pongo a disposición de quien quiera (cumpliendo unos mínimos requisitos que no se han dado en este caso). Si no tuviese otra cosa que hacer, y quisiera que se hiciese justicia, apretaría las tuercas a Público: ellos han sido los que han publicado la imagen, y los que tendrían que demostrar -legalmente- que la responsabilidad es de esa empresa de comunicación.

En fin. Que tampoco le voy a dar más vueltas. Público me ha ofrecido una explicación, me convence a medias, pero me irrita que haya tenido que tomarme tantas molestias e insistir para obtenerla.

Seguiremos fotografiando.

Fotografiando laboratorios

Hace algunas semanas me encargaron un reportaje fotográfico sobre unos laboratorios científicos de la Universidad de Cantabria. El objetivo era conseguir material con el que promocionar sus actividades y servicios. En concreto, se buscaban sobre todo primeros planos de los equipos de los laboratorios, incluyendo también en la medida de lo posible algún detalle de sus trabajadores.

[OE]Estuve un par de horas haciendo las fotos, y no costó mucho encontrar motivos: los laboratorios eran suficientemente pintorescos y con detalles llamativos como para no aburrirse con la cámara. Finalmente, fueron algo más de medio centenar de fotografías las que formaron parte del reportaje.

De todas ella, he publicado algunas en mi cuenta de flickr, las que me parecen (en mi opinión subjetiva) más originales y vistosas.

Fue divertido, sin duda. Seguiremos fotografiando.

Prosigamos

Escuchando: Last goodbye (Jeff Buckley)

Del mes de febrero que ha terminado lo único bueno que puedo decir es lo mismo que leí sobre la versión que ha hecho Scarlett de Jeff Buckley: al menos no ha durado mucho.

Es hora de retomar el ritmo habitual, y volver a mi vida normal; o como quiera que sea la mía cuando no voy de sobresalto en sobresalto.

Espero que de nuevo con mayor frecuencia: seguiremos informando.

Borrón y canciones nuevas

Escuchando: Mil pedazos (Los Arrancacorazones)

Ayer por fin terminó la semana, ganas tenía ya. La cerré de la mejor manera posible, con un concierto entre amigos, versiones y risas. A veces el optimismo se queda por el camino, pero con ratos como el de ayer nos termina alcanzando de nuevo.

Esta semana promete ser movida. De momento, en unas horas, comienzo mis clases como profesor universitario. A ver qué tal sale la cosa…

Seguiremos informando.

Carta abierta al diario Público

Hace unos días leía en su diario, en una página dedicada al concurso Fotolibre, la siguiente frase: «¿Siempre soñaste con sacar una foto, publicarla en un diario, y además ganar dinero con ella? Con Fotolibre, puedes». No aspiraba a cumplir ese sueño en Público, ya que las bases del concurso no me convencían, en especial su cuarto apartado, relativo a los derechos de las imágenes enviadas (me lo volveré a pensar, ahora que ese punto ha sido redefinido). Sin embargo, ayer, hojeando el periódico, descubrí que Público sí había publicado una fotografía mía. Eso sí, fuera de concurso, sin pedirme permiso y sin ningún tipo de reconocimiento.


[OE]
En concreto, hablo de la imagen del gran Sergio Makaroff que aparece en la agenda cultural (página 42) de ayer día 12 de febrero. Al verla, no dudé de que se trataba de mi fotografía, pero lo comprobé antes de nada, para asegurarme. Efectivamente, es una imagen que publiqué en mi weblog, y que aparece entre los primeros resultados al buscar fotos de Makaroff con Google. Ya intuyo, por tanto, cómo la fotografía ha llegado desde mi cámara a los quioscos.

Curiosamente, esa fotografía la he publicado con licencia Creative Commons (como aparece en el pie de página de mi blog, de donde ha salido). Esto es, cualquiera puede descargarla y utilizarla. Eso sí, con tres restricciones: citar al autor, no usarla con fines comerciales, y no realizar modificaciones sobre la misma.

Público ha incumplido estos tres puntos; incluso el último, ya que la imagen ha sufrido un recorte. No sé si será una estrategia habitual en el diario publicar imágenes sin preocuparse por su origen, pero en este caso así ha sido. Una lástima: si me hubiesen preguntado, seguramente les habría regalado amablemente la foto. Sí, hace ilusión ver una fotografía publicada. Pero si tanto cuidan los derechos de autor en lo relativo a su concurso de fotografía, extiendan el celo al resto de páginas de su periódico.

Atentamente,

Roberto Ortiz

[Carta enviada hoy a las secciones de Opinión y Cultura del diario Público]

Hoy no tenía que ser así

Escuchando: Sad eyes (Josh Rouse)

Hace tiempo esta página tenía un tono más personal. Estas líneas lo recuperan, escribo esto no para contar, no para explicar, sino como desahogo. Hoy ha sido un día de mierda, uno de esos que me gustaría olvidar; pero sé que no podré. A veces todo se tuerce, y se llenan las horas de desencantos, de decepciones, de disgustos. Las personas y sus actos son, demasiadas veces, incomprensibles.

Por culpa de lo anterior, además, hoy no he podido celebrar como se merece el cumpleaños de alguien muy especial, que se merece mucho más que un día teñido de tristezas. Afortunadamente, cualquier día con ella es una pequeña fiesta. Tengo esa suerte.

En las zanjas de Madrid buscan un tesoro
que esconde un dragón dormido bajo tus pies.
¡Qué torpes e ingenuos son!
Yo tengo el tesoro:
duermo con él.

Felicidades, gracias, te quiero…

Trenes en movimiento

Escuchando: Ghost train (Erlend Oye)

El vídeo no es lo mío. Prefiero centrarme en la fotografía, que ya tengo bastante con ella y con todo lo que me queda por aprender y por experimentar. Pero lo cortés no quita lo valiente, y tenía ganas de probar iMovie’09, la nueva versión del programa de edición de video «casero» marca Apple…

iMovie tuvo una versión muy digna en 2006, pero en 2008 cambió, vino con una interfaz en teoría mucho más amigable, pero con un montón de prestaciones perdidas por el camino. Tanto fue así, que Apple decidió mantener la versión vieja como descarga gratuita, conviviendo así las dos versiones hasta ahora.

La nueva encarnación del programa intenta coger lo mejor de los dos mundos, tiene una interfaz muy sencilla y recupera efectos y transiciones de 2006. Además, viene con estabilización de imagen y algún truco más. Así que tenía ganas de hacer alguna prueba.

Ayer tuve que hacer un pequeño trayecto en tren (alguno más haré próximamente, añado la ocupación de profesor a mis tareas habituales), y llevaba conmigo -para variar- una cámara, mi pequeña compacta… que también graba vídeos. Así que me dediqué a grabar algunas pequeñas películas y a tomar alguna fotografía de temática ferroviaria. El viajecito tampoco daba mucho más de sí, y la cámara tiene sus limitaciones (aunque con una parecida, hay que ver la que es capaz de liar Wyoming…) por lo que el resultado es más una demostración de que lo que se puede hacer con iMovie’09 que otra cosa.

Montar el vídeo me ha llevado muy poquito tiempo: arrastrar fotos y películas, y ajustar un poco las transiciones. Nada más. El programa es realmente sencillo (sólo he visto alguno de los tutoriales en video que ha publicado Apple, para situarme), y los resultados me han parecido bastante dignos. Ahí queda el video como prueba.

Otro día comento la nueva versión de iPhoto, el programa dedicado a la organización de fotografías de Apple, que también acaba de ser renovado. Seguiremos informando.