Sealed with a disc

Escuchando: Each coming night (Iron & Wine)

Discos y sobres. Muchos, últimamente. Hace poco me regalaron unos cuantos discos, en mano, pero en sobre como si hubiesen llegado por correo. No hace mucho (¿o sí?) envíe yo un disco metido en un sobre, con la única intención de ser this charming man, pero me temo que lo de dar mayor importancia al factor sorpresa que a poner remite, ha acabado con el sobre perdido en algún lugar del camino. O cogiendo polvo en la casa equivocada. O en la casa correcta. Es igual.

Espero que los discos que he echado hoy al correo llegen sin problemas a su destino, y que sean disfrutados, como una versón moderna de las recopilaciones de Rob Flemming, pero en la época del mp3.

Seguiremos informando.

Montando el Belén

Escuchando: Villancico (y pico) (Chivi)

Belén, aparte de una zona muy interesante de Lisboa, donde hacen unos pasteles de antología, es lo que se monta siempre por estas fechas con la Navidad.

Uno no sabe ya si reírse, llorar, o iniciar los trámites para expatriarse a otra cultura.

En un país que saca pechito autoproclamándose laico, nos dejamos la bilis pégandonos en las tiendas para conseguir el espumillón, el árbol, las bolas y el jesusito con el que adornar todo lo adornable. Y llenamos los rincones de signos religiosos y paganos a partes iguales, que hasta los restaurantes chinos los adornan, oiga, para celebrar unas fiestas que poco tienen de religioso y mucho de carne de estudio sociológico. Para disfrutar a fondo de las navidades, no hay que ser niño, no hay que ser adulto. Hay que ser el director de unos grandes almacenes.

Todo ello, claro está, acaba consiguiendo que la Navidad degenere en una navidad en la que la estrella no es tal, sino el símbolo del euro. En belenes que nada tienen que ver con lo que representan. Y si no, díganme qué coño pintan los Beckham –en el papel de san José y, sic, la Vírgen– o Blair y Bush –como Reyes Magos de Oriente, que tiene tela la cosa– en ese Belén de cera que se han montado los londinenses, y que un energúmeno o defensor de los valores tradicionales acaba de destrozar a hostia limpia. Aunque las hostias se las tenía que llevar el Bisbal, que se ha vestido de Niño Jesús en otro portal que se han montado los de los 40 Principales, acompañado de la Torroja (como la Vírgen), el cantante de los Mojinos (como San José) o los de Estopa (como ángeles).

Un sin Dios. Esto es un sin Dios.

Y cuando terminamos de montar el numerito, nos vamos todos corriendo a comprar toneladas de comida que va a sobrar, y que nos va a hacer polvo el estómago a golpe de exceso, y a perpetrarnos de regalos que, sencillamente, hay que hacer. Y como siempre, yo estoy sin ideas. Porque me encanta hacer regalos, ver caras de sorpresa como la que he visto hace poco no tiene precio. Pero no me gusta hacerlos por obligación o por convención social. Prefiero los regalos inesperados, sin motivo. Porque hoy es hoy.

Seguiremos informando.

Si eliges no decidirya has tomado una decisión

Escuchando: Sad but true (Metallica)

Ayer por la noche comprobé la diferencia entre elegir los sitios a los que me gusta ir, y que me los elijan.

Mi elección: la Celtics. Guinness en un local con mucha gente pero buen ambientillo, y música insuperable. Canciones de lujo intercaladas con vídeos que uno difícilmente espera encontrar una noche de sábado: desde los U2 más vertiginosos, hasta Maniac Street Preachers en directo, pasando por Metallica con orquesta. Vale, puede que se pueda superar. Pero no es fácil.

Elecciones de los demás: un local que hacía años que no pisaba, ayer comprendí por qué. Macarras y niñas borrachas, pseudo música capitaneada por el tema repelente de esa niña ídem que ganó el eurojunior. Aunque a esas horas yo pensaba más bien en la versión alternativa que suele cantar mi sobrino: antes muerto que sin silla.

En fin. Que no cuenten conmigo para volver a entrar a sitios como ése. Una retirada a tiempo siempre es más digna, y más barata.

Seguiremos informando…

PD: Y al final, uno de los momentos más divertidos de la noche fue al final, cuando de la manera más extraña posible, acabamos en un control policial de alcoholemia. Que acabó sin incidentes, aunque de una forma un tanto diferente. Al final va a tener razón una que yo me sé, y mi presencia atrae situaciones surrealistas.

Um filme falado

Escuchando: You know (The Gift)

Soy un perfecto desconocedor del cine protugués. Hasta donde me alcanza la memoria, sólo he visto una película lusa en la filmoteca, dirigida por Manoel de Oliveira, y que me dejó más desconcertado que satisfecho.

Y sin embargo, llevaba unas semanas rondando a una película portuguesa en el videoclub, que siempre encontraba alquilada. Dirigida también por Oliveira. Su título –Una película hablada-, su reparto, y especialmente, su argumento, me llamaban poderosamente la atención…

Rosa María (Leonor Silveira), una joven profesora de historia de la Universidad de Lisboa, se dispone a realizar un crucero por el Mediterráneo con su hija, María Joana (Filipa Almeida). Debe encontrarse con su marido en Bombay, desde donde tienen pensado salir de vacaciones. El barco va haciendo escala por diferentes ciudades; Rosa María descubre parajes que sólo conocía a través de los libros y que a menudo evocaba en sus clases, a pesar de no haber tenido jamás la ocasión de visitarlos. Así, este viaje, que les conduce de las ruinas de Pompeya a Atenas, pasando por Estambul y las pirámides de Egipto, es también un viaje iniciático a través de la civilización mediterránea y una evocación de todo aquello que ha marcado nuestra cultura occidental. En el crucero, Rosa María conoce a tres mujeres y a un hombre que le van a impactar: una prestigiosa empresaria francesa, una famosa modelo italiana ya retirada, una actriz y profesora de canto griega y principalmente el capitán del barco, un americano de origen polaco (John Malkovich). En el salón del barco, cenan todos juntos en la mesa del capitán, cada uno habla en su lengua de origen y todos comprenden lo que el otro quiere decir en su propia lengua, reproduciendo así una Torre de Babel idílica. Sin embargo, cuando se dirigen hacia el Golfo Pérsico, ocurre algo que perturba la cena…

En Lisboa no encontré el DVD (y de haberlo hecho, dudo que hubiese tenido subtítulos en castellano), pero a la vuelta, descubrí que estaba incluída en la programación de esta semana en la Filmoteca. Además, por fin la he visto libre en el videoclub, así que me la he traído a casa. La veré hoy o mañana, ya os contaré si cumple las espectatativas…

Seguiremos informando.

El Señor de los Anillos:El Retorno del Pedido

Escuchando: And the story ends (Blind Guardian)

Hola buenas, Traigo un paquete para Roberto Ortiz…

Por tercer y último año consecutivo, se ha repetido el ritual. Ya tenemos aquí las ediciones frikis de la última entrega de la trilogía, y su correspondiente foto de familia: 48 discos, 4 maquetas, cajas de todos los estilos y tamaños…. Los interesados pueden pasar por el punto de recogida habitual.

Se avecina una buena sesión de cine…

Seguiremos informando.

PD #1: Un interesado acaba de pasar ahora mismo por mi casa a recoger lo suyo. Ya tengo más sitio en la habitación 🙂

PD #2: Si un compañero de universidad al que hace tiempo que no veis, hace amago de pasar de largo sin saludar, lo mismo se trata de su hermano gemelo del que no tenías constancia de su existencia. Esas cosas pasan. De verdad.

Delicioso cine

Escuchando: Cantos De Trabalho (Andrea Marquee)

Ayer me dirigía a un quiosco a comprar la rockdelux (viene la crítica del festival Tanned Tin, tenía curiosidad por ver qué se contaban) cuando algo llamó poderosamente mi atención. Entre los mil cachivaches que pueblan últimamente estos establecimientos donde antes sólo se vendían objetos de papel, dos películas en dvd me estaban mirando.

Creo que la colección se llama Clásicos de Hoy. En cualquier caso, estas dos películas, por 10,95 € son una ganga. Corran todos ustedes a comprarlas, háganme ese favor. Ah, ¿que qué películas son?

Pues muy sencillo, la primera es una película alemana, Deliciosa Martha. Tierna, bonita, una de esas historias que dejan muy buen sabor de boca. Y la segunda es El verano de Kikujiro, película que desde que vi en el cine, quería tener en dvd a toda costa. Muy divertida, con una forma muy japonesa de contar y mostrar la historia (una road movie con niño), y con una banda sonora que no se puede dejar de escuchar una y otra vez.

Ya puestos, y hablando de cine, ayer hice lo que no tenía ninguna duda de que iba a acabar haciendo: estrené los Cines Groucho. Bueno, sólo uno de ellos, son dos salas minúsculas, y yo estuve en la #2, viendo Diarios de Motocicleta; película que hace algún tiempo -pasó discretamente por la cartelera santanderina- me recomendó alguien.

La película es absolutamente recomendable. Cuando el Che aún no era el Che, era un joven que quería recorrer el sur de América en moto; una forma de descubrir miserias, mestizajes, de vivir, de ayudar, de sufrir, de reflexionar. Gran película.

Y los cines: perfectos para la función que quieren cumplir. Ayer era día del espectador (3,80 €) y mi sala estaba a medio aforo, más o menos. Aún se nota olor a nuevo, la pantalla es pequeña, acorde a la sala, el sonido correcto, las butacas cómodas… Una cosa que no me gusta es que si alguien entra tarde, tiene que pasar por delante de la pantalla, molestando a medio cine, pero bueno…

La próxima semana se pondrán a la venta abonos para 12 sesiones, a un precio de 42 €. Si la cartelera mantiene el nivel, acabaré con uno de ellos. Veremos a ver qué estrenan hoy.

Seguiremos informando.

Imágenes de un recuerdo

Escuchando: Qualquier Coisa (Caetano Veloso)

Ya están en mi página las fotos del viaje a Lisboa. Las he separado en dos galerías: una con las fotos turísticas, y otra con las fotos con los amiguetes, ésta última con contraseña, lo siento por los curiosos empedernidos 😉

Este viaje, entre otras muchas cosas, ha sido mi primer experimento serio con la cámara nueva. Y he llegado a una conclusión. La cámara es grande, pesada, aparatosa. Pero merece la pena, con creces. Me encanta. Si las fotos con las que me he vuelto no son perfectas, no es por culpa de la cámara, sino del fotógrafo.

Seguiremos retratando.

Escenas de un recuerdo

Escuchando: Some days are better than others (U2)

Salida lluviosa. Ensayo sobre la ceguera, con ejemplos prácticos. Dos cántabros en Chamartín jugando a descubrir la ensalada restante. Compartimento internacional en el tren. Llegada, reencuentros.

Turismo metódico improvisado, una mañana muy productiva. Primera comida, más encuentros. Apretujados en un coche. Futbolines virtuales. Pasteles de Belén. Cinco tramos enormes de escaleras mecánicas para salir del metro. Mejor habría sido no bromear y callarse eso de «ya sería mala suerte que se estropeasen» porque fue lo que ocurrió nada más decirlo, por increíble que parezca. Cena, bacalao con natas, caipirinhas muy cargadas. Mahjongg con futbolín real.

Desayuno chino. Sintra. Increíble. Palacios del rey, o de Aladín, es lo mismo. Autobuses de parque de atracciones. Cocinas enormes, chimeneas descomunales. Fiesta MTV, metro gratis. Cena con carne, qué rico estaba todo, sin bacalao, pero con bakalao. Más caipirinhas, ¿300 euros en copas? Manué no te arrime a la paré…

Centro cerrado, maratón, tranvías; metro gratis. Visita al castillo, Lisboa sólo tiene españoles en sus calles. Colas enormes, nos cuelan, gracias señora. Fotos, torres, escaleras que suben, escaleras que bajan a ninguna parte y que luego hay que volver a subir. Comida africana, caboverdiana, a horas indecentes. Pero qué rica. Sobremesa ya nocturna, y aún así, cena temprana. Bacalao á Bras, lo mejor del viaje. Pabellón Chino. El sitio más espectacular que he conocido en mucho tiempo. Miles de objetos en vitrinas, una caricatura de Aznar, espectaculares coktails, brainstorming surrealista. Preciosa y preciosista: la carta de cocktails, todo un libro. Fui cómplice de que se cayera en mi mochila por descuido. No señor juez, sólo más tarde nos dimos cuenta de que pertenecía a una tirada limitada de 1000 ejemplares. Y mucho menos, su señoría, sabíamos que era el número uno de ese millar de ejemplares.

Cascais. Playas, acantilados, pescadores. Los Morancos no se inventan nada. Paseos al atardecer, espectaculares fotos. Cena con pizzas portuguesas. Con vino verde se hace sangría blanca que nos acaba sacando los colores (rojos). Acercamiento en espiral para escuchar fados, pero cerrado sin motivo. Cambio de estilo: mojito. Y cocktail de rigor en un pub de jazz.

Último día. Oriente. Expo 98. Puentes descomunales, torres, teleférico: fotos desde las alturas. Compras de queso en el super. Visita a FNAC para hacer tiempo, hicimos mucho. Compré, pero más para regalar que para mí. Aunque me volví con dos souvenirs muy portugueses. Comida bajo los azulejos. Tarde de paseos, miradores, más fotos. Saco el trípode, y me toman por periodista. Alcalde de Lisboa, inauguraciones por todo lo alto, luces, fuegos artificiales, se les va la mano. Cena, nachos. Se hace tarde. Recogida apresurada de maleta, no llego en tren a coger mi tren, corriendo al metro, se me ha olvidado el iPod, mi anfitriona corre a su rescate. Cojo por los pelos el tren a Madrid y no me puedo despedir. Llamadas de móvil desde el tren. Mi salida más apresurada de un país. Me da rabia no poder dar las gracias con calma a Cris por estos cinco días.

Desayuno en Chamartín. Nuevos Ministerios, doble asalto a un VIPS, en otro esperado reencuentro. Muchas risas, cámaras, agendas, negocios, fotos. Otra despedida, ésta más pausada. Otro reencuentro inesperado, viaje en autobús, aburrido sin música. Películas malas, películas que no me apetece ver. Gracias señor conductor por meter un concierto de Michel Camilo por el canal 4 del hilo musical. Me salvó. Regreso a Santander. Cuatrocientos mensajes de correo esperándome. Más de doscientas fotos por descargar; que espero poner en mi página en breve.

Seguiremos informando.