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Escuchando: ( ) (Sigur Rós)

Este martes ha pasado bastante en blanco, sin nada destacable salvo la lluvia. Día de trabajo (en una curiosa jugada a dos bandas, qué cosas) en el que lo único divertido que he hecho ha sido gastar un poco de dinero, sin salir de casa: vuelvo a tener planes en forma de entrada de concierto.

Día 21 de noviembre, Gran Vía de Madrid, teatro Coliseum. Puede que acabe siendo una genialidad, o una rareza, pero seguro que será un concierto distinto, muy distinto a todo lo que he visto hasta ahora.

Sigur Rós.

Seguiremos informando.

Cerca del cielo

Escuchando: Cerca del cielo (Nacho Vegas)

Ayer contaba que habíamos terminado el día en un rincón muy espectacular de nuestra región. Y hoy, curiosamente, una carta al director de nuestro diario habla de esa misma esquina de la tierruca. Que ya es casualidad.

Efectivamente, el paso al mirador de Lunada está cerrado. Las escaleras de piedra están en un estado lamentable, y no hay barandillas; aún así no es complicado subir… como mucho, puede serlo volver a bajar, pero sólo para mí, que soy muy torpe: si no existe la palabra patosidad, deberían inventarla para mí…

En cualquier caso, nosotros estuvimos ayer allí, a última hora de la tarde, y las vistas quitaban el aliento. Asomarse al borde no era recomendable para personas con vértigo (ni para personas, en general), pero el brutal paisaje, la paz, y el aire puro convirtieron aquel rato en algo inolvidable.

Tengo bastantes fotos de las vistas, del verde intenso de los montes y el valle, del azul perfecto del cielo después de un día de niebla, pero… las dejaré para otra ocasión. Hoy la foto va por ustedes: gracias por hacer de guías, conductores, power rangers, batman, espectros y mil cosas más. Nos vemos en la siguiente excursión.

Seguiremos informando.

PD #1: Y gracias una vez más, a byfed. De las dos fotos, la de arriba es suya. El de rojo soy yo.

PD #2: Ah, y mis fotos de los conciertos del sábado, ya se pueden ver aquí.

Go, go, Power Rangers

Escuchando: Boys wanna fight (Garbage)

Día intensivo de turismo fotográfico, el de hoy. Una pena que en un puerto de montaña, en lugar de vistas nos encontrásemos con un cerradísimo banco de niebla. ¿Imposible hacer fotos? ¡No! Siempre se puede hacer un poco el payaso…

Menos mal que horas y kilómetros después, el día mejoró, y acabamos donde terminamos el martes… y de qué forma, una pequeña caminata, y nos encontramos de pronto en pleno paraíso. Qué vistas, qué paz, qué vértigo. Y qué fotos.

Pero ésas, otro día. Que me muero de sueño. Que vaya fin de semanita que llevo.

Seguiremos informando.

Con licencia para disparar

Escuchando: But the silence (Lunática)

Esta tarde he estado en el I Festival Castilla-Hermida. Un festival (este año a todo lo llaman así) con cinco conciertos, de grupos locales, junto a la antigua Lonja. No parecía mal plan.

Las cosas no han salido perfectas, desgracidamente. La habitual pereza santanderina ha hecho que la afluencia de público haya sido más que escasa. Los amiguetes de los grupos que tocaban, y poco más. Cuatro gatos. Y eso que el bar tenía precios populares (y vaya si lo eran). Yo creo que deberían haber puesto en los carteles del festival esa lista de precios, y no la lista de los grupos.

Siguiendo con la lista de achaques, el tiempo no ha acompañado del todo (ha estado amenazando lluvia casi toda la tarde); el grupo encargado de romper el hielo sólo contaba con tres de sus cinco componentes (aún así, salieron del brete con la cabeza bien alta); y los descansos entre grupos estaban amenizados con un supuesto humorista local capaz de poner de mal humor a cualquiera, a golpe de monólogo sin gracia ni educación. Además, el evento tenía autorización oficial, pero siempre a cambio de algo, a cambio de incluir a un grupo determinado como cabeza de cartel… (no los he visto, el humorista me ha echado primero)

Lo mejor de la noche: que ha habido grandes conciertos: me han gustado mucho Lunática (y he descubierto que su nuevo batería es un amiguete); y sobre todo, que he tenido –vivan los enchufes– vía libre para meterme donde quisiera con la cámara. Incluyendo el escenario.

No he dejado pasar la oportunidad. Me he vuelto a casa más de doscientas fotos después.

Y mañana, otro día de excursión fotográfica por Cantabria. Voy a poner a cargar la cámara.

Seguiremos informando.

Esto es la guerra

Escuchando: After the war (Asia)

Ayer tuve una noche digna de las mejores historias de Astérix. Pero en cántabro.

En Los Corrales de Buelna, una localidad de nuestra región, llevan cinco años organizando unas originales fiestas en las que se vuelca todo el pueblo, fiestas que no son otra cosa que una representación de las guerras entre romanos y cántabros, hace un par de milenios, año más, año menos.

No soy quién para ponerme a discutir el rigor histórico, o la fidelidad con la que lo llevan a la práctica… pero lo que es indudable es que aquello es una fiesta, y de lo más original.

Llegué tarde, así que me perdí la mayoría de los actos del día y cuando aparecí por allí ya había anochecido. Todas las calles estaban tomadas por gente caracterizada, y el meollo del jolgorio era el campamento festero, un parque convertido en poblado cántabro y asentamiento romano, a partes iguales: chozas, tiendas, mercadillo, esculturas, escudos, estandartes, jabalíes, antorchas, hogueras, juegos… digno de ver.

La verdad es que fue una noche de lo más curiosa y original. Eso sí, las reuniones de telecos acaban provocando siempre conversaciones surrealistas…

Además, alrededor de estas fiestas se organiza un concurso fotográfico. Yo estuve poco tiempo, pero intenté aprovecharlo. Creo que podré salvar alguna foto para intentar presentarme… no se pierde nada por probar…

Seguiremos informando… cuando pueda; el fin de semana se presenta movidito, la cámara no va a descansar…

Tarde cultural

Escuchando: Cultural Concurrence (Dave Weckl)

Tarde solitaria y cultural, la de hoy. He aprovechado para visitar una exposición colectiva de fotografía, 12 fotógrafos desperdigados por tres galerías, aportando su particular visión de nuestra ciudad. La galería Zoom expone retratos de personajes célebres, la galería Roales presenta rincones imprescindibles de Santander, y Trazos Tres completa la iniciativa con algunos retratos de gente común, y con fotografías de Antonio Aragón y Joaquín Gómez Sastre. Que además de ser dos fotógrafos fantásticos, son gente maja donde los haya: fueron mis profesores en el curso que hice en la Universidad, y son más que culpables de que mi gusanillo por la fotografía haya acabado del tamaño de una pitón, más o menos.

La exposición está abierta hasta el día 17, si tienen ocasión, pierdan un rato paseando entre galerías y fotos. Merece la pena.

Después de eso, me he metido una ración de cine asiático, que ya iba siendo hora, y hacía tiempo que no pisaba los Groucho. Además, ¿cómo dejar pasar una película con un título tan sugerente como Ebrio de mujeres y pintura? Además, y en contra de la costumbre de estas salas, ha sido en versión original. Viva.

Una tarde bien aprovechada, sí.

Seguiremos informando.

Polacos y pirulos

Escuchando: Paranoiattack (The Faint)

Hoy no he comido en casa. Quería, pero no he podido: he tenido que formar parte -muy a mi pesar- del equipo de ingenieros de compañía para un visitante de una universidad exterior, que pululará un par de días por nuestras mesas de trabajo.

Como mi conocimiento de su idioma es aproximadamente el mismo que tiene él del castellano, la cosa ha transcurrido de manera más (las menos) o menos (las más) fluida en inglés. Siempre está bien, que si no, se oxida.

La conversación de la comida se ha ido paseando por los lugares comunes de siempre: la situación en el país vasco, los nombres en inglés de los pescados, la necesidad real de la monarquía, la inmigración…

El hombre era majo, pero eso no impedía que yo muchas veces me evadiese y acabase enfrentándome a problemas mucho más triviales, pero no menos fascinantes. Como los misterios de la nevera de los helados. Si un pirulo -sea lo que sea, y sepa a lo que sepa- vale un euro, y un pirulo cool, también… ¿alguién se comprará el pirulo normal?

Qué cosas.

Ventanales

Escuchando: Running to stand still (U2)

Algún día esas ventanas fueron nuevas y relucientes. Supongo. Siempre las conocí sucias, grises y opacas. La madera, estriada, mostraba un universo de constelaciones, formado de agujeros de polilla. Los cristales, ajados, amenazaban con un salto al vacío, fatal. Y aún así, tras el ventanal me sentía seguro.

Los años fueron desgastando esa sensación; las maderas se convirtieron en leños con textura de tronco de árbol; un día fue difícil ya encajar las ventanas en sus marcos. Al día siguiente, fue más difícil aún. La complicación de la tarea creció día tras noche, hasta volverse algo imposible: el viento tenía vía libre para soplar por las rendijas, por los orificios, por las heridas de lo que una vez fue seguro.

Tras el viento, vino el polvo; tras el polvo, el frío; y tras el frío, los insectos. Decenas al principio, centenares poco después, miles finalmente. Termitas de los recuerdos, devoraron cada uno de los muebles, enseres y adornos de mi habitación.

Y cuando no tuvieron nada más que roer, empezaron conmigo hasta no dejar otra cosa que una calavera reluciente. Cuando me miro en ella, me veo reflejado, pero la imagen pertenece a otra persona, ese no es mi aspecto, ese no soy yo.

He cambiado mi rostro, he cambiado mi nombre, pero me sigo sintiendo igual tan indefenso como la primera vez que cerré mis ventanas.

He luchado para volver al punto de inicio. He cambiado para seguir siendo el mismo.