Escuchando: We are the Champions (Queen)
Pues ya está, ya somos campeones de Europa en eso del fútbol. He seguido con cierto interés los partidos de nuestra selección (tampoco me he preocupado ni he cambiado de planes si me pillaban fuera de casa) y ayer estuve viendo, como casi todo el resto del país, la final contra Italia. La segunda parte: durante la primera estuve dando un paseo por Santander, cámara en mano, fotografiando una ciudad bastante desierta (como ya hice dos años atrás cuando ganamos el mundial). En Santander, dada la edad media de la población, la hora del partido y lo bueno que hacía, las calles no llegaron a despoblarse. Había muchas señoras paseando.
Por lo demás, todo el mundo en casa o en terrazas con televisión, y en las carreteras sólo transporte público y repartidores de comida a domicilio.
Hoy es lunes y anda el páis con la resaca de la euforia, la barbilla levantada y el pecho un poco más hinchado. Con la que nos está cayendo, siempre vienen bien estas inyecciones de autoestima. Un poco de alegría para aliviar la crisis, aunque no vaya a cambiar nada (porque si el fútbol influye sobre la prima de riesgo, es que el mundo está más jodido de lo que pensaba).
Con todo, no puedo evitar soltar aquí un párrafo impopular, pero para mí inevitable: ojalá demostrásemos la misma pasión defendiendo otras cosas más importantes (o al menos iguales) que los colores de una camiseta. Y ojalá todos tuviésemos en mente que esos chavales que idolatramos, que se han dejado la piel en los partidos (cierto), son también empleados con sueldos millonarios en empresas que deben cifras sonrojantes a Hacienda y a la Seguridad Social; son jugadores que cobrarán cada uno una prima de 300.000 con ventajosas condiciones fiscales, tan ventajosas que es posible que nuestro Estado no vea un euro en impuestos, a no ser que la selección tenga algún gesto de buena voluntad. Estaré encantado si me sorprenden gratamente al respecto.
Una última nota: sin ser especial seguidor de las retransmisiones deportivas, la labor de Telecinco me ha paredido muy mejorable, por decir algo suave. Hay veces que es mejor estar callado que soltar algunas perlas por rellenar. También me sorprendió que ayer, con el mayor incendio en décadas arrasando Valencia, ni comentaristas ni autoridades soltasen una sóla palabra al respecto. Entre las llamas también había héroes, pero de otra clase. Está visto que en este país, las prioridades son bien claras.
Seguiremos informando.