La Plaza Porticada de Santander se ha convertido definitivamente en #acampadasantander. Ayer cerca de 1500 personas la abarrotaron compartiendo ideas en un ambiente que sigue siendo digno de admiración. En una de esas conversaciones captadas de pasada, una señora al pasar por la plaza comentaba que no entendía a esta juventud. Que el mundo es el que es, y está como está, y lo único que hay que hacer es apechugar y dejar de quejarse. Afortunadamente, se está comprobando que cada vez somos más lo que no pensamos así.
Pasada la medianoche, llegó el momento crítico: con las concentraciones prohibidas por la Junta Electoral, la plaza seguía llena de gente. La policía vigilaba, pero se limitó a actuar con sentido común: avisando de que reuniones de más de 40 personas podían ser consideradas como delito. La gente se agrupó en pequeños corros, cada uno con su pequeño debate. Así terminaba esta atípica campaña electoral, y comenzaba una jornada con más reflexión que nunca. Ha sido fantástico ver cómo los políticos perdían el control de la campaña, intentando demonizar o apropiarse de un movimiento que les ha dejado literalmente fuera de juego.
Mañana toca acercarse a las urnas, pero este movimiento espero que no acabe allí. Lo que se ha iniciado esta semana ha demostrado que los cambios son posibles. Me viene a la cabeza ahora ese personaje tan especial que tenemos por estas tierras, Mario San Miguel, que suele citar en sus conciertos a los Masai: muchos hombres pequeños en lugares pequeños harán cosas pequeñas que cambiarán el mundo.
Ojalá. Seguiremos informando.
PD: Como estos días, mis fotografías están en mi cuenta de flickr, con licencia Creative Commons.