Escuchando: Todo lo que me gusta es ilegal (Pata Negra)
Ayer me regalaron un par de entradas para el concierto de Pata Negra en Santander. La cita no me llamaba demasiado, y no hubiese pagado la entrada por ir. Pero siendo gratis, merecía la pena ver sobre el escenario la reencarnación de una banda mítica, sin Raimundo Amador, pero con su hermano Rafael al frente del grupo.
Me sorprendió el llenazo. A reventar. Nunca había visto esa sala con tanta gente (aunque no es que sea muy grande). Parece que hubo reventa y todo. El concierto estuvo bien (sobre todo cuando Rafael se colgó la eléctrica y le salió su lado más bluesero), pese a la sala (desde atrás ni se ve ni se oye); también a pesar de todas esas personas que parece que van a los conciertos a hacer vida social, a charlar (gritando), y a tomarse algo, pasando totalmente de lo que ocurra en el escenario.
Lo peor de todo es que durante el día de ayer, cuando pensaba en el nombre del grupo, no podía evitar acordarme de esa odiosa niña cantando De pata negraaaa, de pata negraaaaaa… ¿Dónde está Herodes cuando hace falta? Debería pedir indemnización por daños morales a sus padres.
Seguiremos informando.