Estas memorias están siendo un poco escasas. Es lo que hay. La gente que se aburre durante el confinamiento no tiene hijos, o no tiene tres, o no los tiene tan pequeños. Los nuestros llevan 26 días sin salir de casa (como debe ser). Y lo llevan razonablemente bien. Nosotros tenemos nuestros momentos, pero no nos quejamos. O sí, pero poco. Tenemos salud, comida, trabajo, Netflix y Disney+.
Los primeros días intentábamos llenar sus días de rutinas, actividades, manualidades. Ahora pasan un poco ya de nosotros. Con todo, hay más tiempo del habitual para jugar con ellos, dibujar, ver películas, leer cuentos, montar LEGO. Luego les pierde la intensidad y llegan las carreras (¡perdón, vecina de abajo!), los gritos y las peleas. Forma parte del pack.
Por la ventana sigo viendo pasar un montón de personas. Es cierto que vivimos enfrente de dos supermercados, cerca de panaderías y tiendas de alimentación, pero la gente (sobre todo la gente mayor) sigue saliendo a hacer compra diaria, y el pan que sea recién hecho. Yo no he visto tantos perros en mi vida. Nosotros no tenemos y hacemos compra semanal (no da para alargarlo más, comen mucho), así que cuando salimos lo hacemos ya con cierta aprensión.
Toca tener paciencia. Abril seguirá con esta misma rutina y en mayo ya veremos. La gente que se imagina saliendo a la calle a abrazarse en los bares se va a decepcionar. Volveremos a lo que solía ser nuestra normalidad poco a poco, si es que la logramos recuperar del todo. De momento lo importante es mantener a raya el número de contagios, para que puedan respirar un poco los que están en primera línea.
Seguiremos aplaudiendo. Por ellos. Seguiremos informando.