Me enteré por casualidad de que ayer se celebró el Día Mundial del Niño Prematuro. Otro día más, de tantos, si no fuese porque en este caso me tocaba muy de cerca. Hace unas semanas llegaron Daniel y Noa, antes de tiempo. Después de 15 días ingresados en la unidad de neonatología, desde hace unos días estamos ya todos en casa, con mucha ilusión y toneladas de sueño.
Se hace extraño pasar por la experiencia de celebrar la llegada de los pequeños mientras la cabeza se llena de preocupaciones sobre el porqué, el cómo y el cuándo. El respeto que producen las incubadoras, los cables, los pitidos, los cuidados con la higiene en las visitas, los protocolos… se van transformando con los días en familiaridad, en arrebatos de muestras de afecto, en cariño por un personal que se vuelca con los pacientes más pequeños del hospital.
Hemos sido muy afortunados. Nuestros pequeños llegaron antes de tiempo… y nada más. Allí coincidimos con padres (en general, pero especialmente, y por supuesto, madres) valientes, con mil miedos, con mil preguntas, y con un único objetivo: acercar poco a poco a sus pequeños a la casilla de salida. A la puerta mágica que lleva a casa. Y poco a poco fuimos formando parte de un grupo en el que las confidencias y los desahogos nos hicieron partícipes de historias felices, duras, terribles, de esperanzas, de sustos.
Pasaron los días y de repente nuestros minúsculos pequeños ya estaban listos para conocer al resto de nuestra familia. Y nosotros no estábamos seguros de estar tan listos para el reto. Pero una sola de sus sonrisas vale por un mundo. Eso compensa todo.
Gracias a la ciencia, un bebé prematuro hoy en día es un niño que afortunadamente, generalmente, tardará un poco más en salir del hospital. Nada más. Y es maravilloso lo que se consigue hoy en día. A todos los padres que tengan que pasar por el trance: ánimo. Es duro, pero hay que mirar la parte positiva: tenemos la suerte de observar el desarrollo de las últimas semanas del embarazo con nuestros bebés delante. Tenemos la suerte de poder abrazarlos mucho antes. Y un niño con abrazos de más será un niño afortunado, sin duda.
Seguiremos informando.
4 comentarios sobre «Abrazos prematuros»
Este escrito es emocionte y conmovedor, solo des de la vivencia en primer plano y en primera persona se puede pulsar este amor que crece dia a dia, junto con los hijos.
Os deseo todo lo bueno, porque va ser grande la vinencia.
Me alegro no sabes cuánto de que todo haya quedado en un «llegaron antes de tiempo y nada más». Dos de mis mejores amigos han pasado por lo mismo con un proceso mucho más duro que he seguido (y sigo) muy de cerca. He podido comprobar, a través suyo, lo difícil que es, lo mal que se pasa y la impotencia que se siente.
Así que disfrutadlos a tope, hacéis bien en sentiros muy afortunados. A ser muy felices los cinco.
Un abrazo enorme.
Precioso el escrito. Me ha emocionado. Me alegro de que todo haya salido bien.
Como madre de prematura y » algo más» me has emocionado y me he sentido muy identificada con ese vínculo que se crea con otros padres y con el personal sanitario, ese que cuida por las noches con delicadeza a tu bebé mientras te vas a casa pendiente de un móvil.
Las semanas que pasó la pequeña en la UCI creo que me marcarán para siempre porque alli he vivido los peores y los mejores dias de mi vida.
No me cabe duda que estos bebés son muy especiales: si se agarran con esta fuerza a la vida sin saber ni siquiera que les depara, de que no serán capaces? Un fuerte abrazo familia.