Escuchando: Las puertas del Infierno (Amaral)
El lunes por la noche se celebró uno de los conciertos más esperados de la semana de fiestas santanderinas que acabamos de finalizar. Amaral en concierto benéfico (con Cáritas, dato que apenas se ha publicado) presentaba su directo en la campa de la Magdalena. Buen plan. La entrada costaba unos 17 euros, pero se habían repartido miles de invitaciones con las que se podía acceder al recinto previo desembolso de un donativo mínimo de 2 euros. Donativo que había que entregar a la entrada del concierto, no al recoger la invitación. Primera señal de que la organización del evento era un poco… extraña.
Pues bien, hacía mucho tiempo que no asistía a un espectáculo tan mal organizado. Tan peligrosamente mal organizado. ¿Exagerado? Para nada…
Puedo comenzar hablando de los transportes públicos de Santander. Pésimos, para variar. Por mucha concejalía de movilidad sostenible que tengamos, no me extraña que la gente se desespere y vaya con el coche a todas partes. Media hora tuvimos que esperar para que un autobús abriese las puertas en la parada. Antes pasaron cuatro totalmente a rebosar. ¿Reforzar los servicios en una noche en la que todo el mundo va al mismo sitio? ¿Para qué? Tardamos lo mismo en este trayecto que hace unas semanas en llegar hasta el recinto del Bilbao BBK Live… desde Santander.
Cuando por fin nos apeamos cerca del lugar donde iba a ser el concierto, la bajada hacia el mismo estaba congestionada con miles de personas. Todos teníamos que entrar por la misma puerta, donde unos policías locales iban dejando pasar a la gente con cuentagotas. No sé muy bien para qué, porque ni registros de bolsos ni nada. Sólo miraban la entrada y de refilón.
Si ya es bastante estúpido que en un concierto multitudinario toda la gente tenga que entrar por el mismo sitio, y que encima se ralentice el proceso, la gota que colmó el vaso fue comprobar que ese único acceso lo era también para el tráfico rodado: coches de protección civil, transportes de minusválidos y ambulancias tenían que pasar por la misma puerta ante la que se agolpaban dos mil o tres mil personas. Policías locales abriendo hueco, imbéciles empujando cada vez que la gente recuperaba su espacio, avalanchas con niños y sillitas de por medio… en fin: menos mal que las ambulancias sólo entraban porque tenían que estar dentro, sin mayor prisa. Si llegan a ir a alguna urgencia, no me gustaría haber estado esperándola.
Hay que ser peligrosamente estúpido para vender o repartir 20.000 entradas (ese fue el número aproximado de asistentes) y pretender que todos entren a la vez, controlados por dos policías, y compartiendo el espacio con los vehículos de emergencia. Policías por cierto, que estaban acompañados por más compañeros, pero se limitaban a observar el panorama… incluso cuando la turba de gente comenzaba a desplazar contenedores para acceder por un lateral. En definitiva: un espectáculo lamentable el de la organización. Si querían dar la impresión de que se les había ido de las manos, enhorabuena: lo consiguieron a la perfección.
Una vez dentro, el tema de pagar los donativos estaba muy bien organizado, dentro de lo que cabe, con muchas filas con urnas… aunque la gente, cazurra ella, sólo usase las más cercanas.
El concierto fue en el mismo recinto que el festival del pasado fin de semana. Y lo que entonces tenía potencia de sonido de sobra para todos, en este concierto con tanta gente se quedaba bastante escaso. Además, lo que antes eran faltas menores aquí eran vitales: ni una papelera, el mismo número de baños que cuando el público era diez veces menos numeroso… En fin; una vez situados en el medio, tras comprobar que apenas veíamos nada, nos retiramos al fondo, con sitio para botar y bailar… aunque el concierto se oía bastante bajito. Estuvo bien, al menos en la medida en que lo hice caso. Eva Amaral tiene una voz magnífica en directo, y el repertorio fue saltando de éxito en éxito.
A la salida creo que se montó otro tapón de órdago. Nosotros optamos por tomar una vía alternativa y salir dando un paseo por la playa, con calma.
Una pena que un evento con tanto tirón, benéfico y con buena respuesta del público, quedase empañado por una pésima y peligrosa mala organización. Ojalá le hayan tirado a alguien de las orejas, aunque lo dudo, porque no pasó nada. Afortunadamente.
Seguiremos informando.
PD: Con las avalanchas de gente nos perdimos a los teloneros. Algo de esperar, porque tampoco sabíamos muy bien a qué hora era el concierto. Según las entradas, a las 23 horas. Según la publicidad oficial en prensa, a las 22 horas. Todo muy bien organizado.
1 comentario sobre «Pequeño desastre Amaral»
Yo opte por ir por la tarde al circo Fischer, en Loredo, y fui testigo de uno d elos espectáculos más conmovedores que jamás veré…un circo montado por 4 personas, padre, madre e hijos, los mismos 4 que te vendían la entrada, te acomodaban, hacían ¡¡¡12 números!!! te despedían y recogían todos los megacarteles que había por el pueblo…además de desmontar y darte un abrazo al marchar, el mejor circo que jamás he visto…y eso que se les caían las bolas al hacer malabares, 90 minutos emocionantes, el auténtico circo con legado y cariño…la experiencia del verano…no había leones, había Ocas…maravilloso!!!