Escuchando: Dulce introducción al caos (Extremoduro)
Ha sido un fin de semana bastante festivo en Santander. Ayer, el fútbol -que es así- sacó a la población a las calles, a celebrar éxitos a los que el Racing nos tiene poco acostumbrados. Siento bastante apatía por el tema, rancio que es uno, pero en cualquier caso enhorabuena a los premiados. Aunque, eso sí, uno ya duda de su memoria: ¿no había cambiado nuestro Ayuntamiento sus ordenanzas hace no mucho para prohibir el asalto a las fuentes incluso en caso de celebraciones deportivas? Un día, es un día, supongo…
Personalmente, me quedo con otro éxito: el del sábado, con tintes musicales. Se hace raro que un grupo elija nuestra ciudad para comenzar su gira, y más cuando se trata de un regreso bastante esperado. Y sin embargo, es lo que ha hecho Extremoduro. Su vuelta a los escenarios viene además precedida de un tema, adelanto de su nuevo disco, que no sólo suena bien, suena muy bien. Canción, que junto con el resto de sus -ya, sin duda- himnos, consiguió que la expectación para el concierto fuese enorme: todas las entradas agotadas días antes, con el consiguiente llenazo absoluto el sábado.
Cerca de nueve mil personas en el Palacio de Deportes es algo digno de ver. Pocos han conseguido llenar así, y Extremoduro se añade a la lista de forma contundente. Por una vez, Santander sale de su letargo y pereza habitual ante citas musicales distintas a las propuestas por las radiofórmulas o los programas de televisión de moda. Esperanzador.
El concierto estuvo muy bien: más de dos horas de rock sucio, sudoroso, de empujones y bailes, de frases políticamente incorrectas, de calor, de estribillos memorables. Si hay que ponerle un par de pegas al grupo, es fácil encontrarlas: que Robe no se despiste con las letras, y que Uoho -a la guitarra- intente terminar los conciertos de una forma más digna; o que al menos parezca que sabe guardar la verticalidad. Detalles que no empañaron un concierto francamente divertido. Hubo otras cosas que sí me lo empañaron un poco: es lamentable que haya gente cafre con tan poca educación como para arrancar un asiento y exhibirlo como trofeo, o para ensañarse con las paredes. A gente así deberían pillarla con las manos en el desaguisado, y hacérselo pagar bien caro. Gentuza.
En fin: larga vida a Extremoduro (o lo que duren, a este ritmo), y viva el Racing, que es lo que toca hoy.
Seguiremos informando.
3 comentarios sobre «No vino el rey, tampoco me importó»
Que nos puedes contar sobre la organización…¿se abrieron las puertas a las 8:30 o fue a las 22:00?
…Por lo visto hubo gente que se perdió medio concierto por culpa de esto y de los cacheos..
Hoy he leído por ahí alguna crítica que lo mencionaba, y me ha sorprendido. Te cuento mi experiencia: llegué prontito, a eso de las 9 menos algo… había mucha gente por los alrededores del Palacio de Deportes, sobre todo bebiendo en corros.
A eso de las 9 y media o así, entramos al recinto, tranquilamente. No había cola, los de seguridad estaban sin hacer nada, porque no entraba nadie. Entramos tranquilamente y sin agobios, cero cola.
Me sorprendió que el interior no se empezase a llenar hasta las 10 menos 10, con el concierto a punto de empezar (fueron puntuales).
La conclusión que saco: si la gente está de juerga afuera, y pretende entrar justo a la hora que comienza el concierto, que no se queje luego de que se forman colas. Ya te digo, yo entré media hora antes (que me parece algo razonable para un concierto en el que se han vendido todas las localidades) y entré paseando y sin hacer cola.
Si existe la envidia sana, que lo dudo, es lo que siento ahora mismo.
Estuvimos a punto de ir y sólo nos lo impidió la preparación de otro evento «un poco» más especial.
En fin, no sé yo si llegaremos a verles en vivo (nunca mejor dicho) pero la esperanza es lo último que se pierde.