Una de las técnicas de fotografía con la que siempre me ha costado obtener resultados aceptables (y me sigue costando) es la realización de barridos. Un barrido es una captura en la que se sigue con la cámara a un sujeto en movimiento. El objetivo es, por tanto, obtener una imagen en la que el sujeto principal se encuentre bien definido, mientras el fondo aparezca desenfocado como consecuencia del movimiento de la cámara. Ejemplos clásicos: coches, motos, bicicletas…
Para conseguirlo, hay que estimar el tiempo durante el que vamos a seguir al sujeto con la cámara, y usar ese tiempo como velocidad de obturación. La apertura se deberá elegir en consecuencia, para obtener la luminosidad adecuada. También debemos buscar una posición desde la que veamos el desplazamiento de forma longitudinal, para que nuestro movimiento de cámara sea, dentro de lo posible, paralelo al del sujeto.
Hay que tener en cuenta que si el tiempo elegido es muy corto, no se apreciará sensación de movimiento en el fondo. En cambio, si el tiempo es muy largo, corremos el riesgo de que el pulso nos juegue una mala pasada, y tengamos trepidación en la imagen, apareciendo el sujeto movido. La clave está en encontrar el compromiso entre ambos criterios… y en probar… ¡con las cámaras digitales no hay excusas para no intentar el experimento!
Obviamente, siempre será recomendable (y dependiendo de las condiciones de luz, muchas veces indispensable) contar con una cámara que nos permita controles manuales… El modo Manual, o en su defecto, la Prioridad a la velocidad (Tv ó S) son los más adecuados para esta técnica, ya que con ambos podremos controlar con exactitud el tiempo que nuestra cámara dedica a tomar la fotografía. Con el primero debemos fijar tanto los valores de velocidad como de apertura, mientras que con el segundo fijaremos la velocidad y la apertura la calculará la cámara en función de las condiciones de luz existentes.
Como todo se explica mejor con un ejemplo, aquí va uno. La fotografía que acompaña a estas líneas es un barrido que realicé ayer, en un carrusel de Santander. Un tiovivo es un buen sujeto de prueba: está en movimiento, es llamativo y -sobre todo- se pueden hacer muchos experimentos, porque el caballito siempre vuelve a pasar por delante de nuestra cámara tarde o temprano 😉
El reto de esta foto era conseguir un efecto de movimiento llamativo, teniendo en cuenta las condiciones de luz: día radiante con mucho sol, a las 12 del mediodía. Para poder disparar a una velocidad moderadamente lenta, tuve que cerrar todo lo posible el diafragma, para intentar que entrase la menor cantidad de luz posible durante el disparo, y la foto no acabase quemada. Por la misma razón, el valor ISO lo tenía al mínimo (200 en mi caso).
En concreto, cerrando al máximo con un valor de f/29, conseguía una exposición razonable disparando a 1/13 segundos. Suficiente. Con esos valores, todo fue cuestión de probar, y aunque el foco no está clavado, la imagen superior es la que más me gustó de la sesión (en la que, sobra decirlo, hubo muchos intentos que dieron como resultado un borrón de colores).
Con Photoshop terminé de perfilarla, limpiando las manchas en el sensor que me aparecen con esos valores tan altos de apertura, ajustando niveles, curvas, y aplicando un filtro para darle un aire un poco más retro, a lo Polaroid.
El resultado es llamativo, pero mejorable. Seguiré intentando barrer en condiciones…