Escuchando: Losing my religion (R.E.M.)
El fin de semana comenzó el viernes en forma de cena casera, y terminó no mucho más tarde. El cansancio acumulado acorta algunas noches, últimamente.
El sábado disfrutamos de lo inaudito por estas tierras norteñas. Un día de cielo azul desde el amanecer hasta el anochecer. Ni una nube: sólo buen tiempo y bastante calor. Visita inexcusable a la playa, a ésta en concreto. Me gustó más aquel frío día gris que la conocí cámara mediante. En días de sol es demasiado ruidosa y ajetreada para mi gusto. La jornada acabó con el broche perfecto: terraza privilegiada, amigos, barbacoa, cervezas.
El domingo, vuelta a la normalidad: cielos grises y bajada de temperaturas. O lo que es lo mismo: otra forma de disfrutar de la playa, sin gente, con paseos por la orilla, con la cámara en la mano, con buena compañía, sin prisas, sin preocupaciones.
Y hoy, lunes, ha llovido mucho. Pero después de un fin de semana así, ¿a quién le importa?
Seguiremos informando.