Escuchando: Dom’t drink the water (Dave Matthews Band)
Qué grande el fin de semana. Una de esas fiestas que dejan un recuerdo imborrable, aunque poco preciso. La combinación de orujo gratis y perfeccionamiento del método de la cadena para saquear chupitos tuvo efectos devastadores. Pero muy divertidos.
La noche de la fiesta en sí estuvo muy bien, aunque nos retiramos pronto. Claro, que algunos habíamos empezado antes del mediodía, y eso se acaba notando. El día dejó muchas risas, una incatalogable e impagable colección de fotos y una buena cantidad de nuevas palabras, giros y expresiones que nunca se sabe cúando pueden ser útiles.
Tras la noche de fiesta, un incomprensible madrugón (8,30 y ya arriba), desayuno y propuestas de planes para un día muy lluvioso en el que estuvimos a punto de, directamente, volvernos a casa. Al final triunfó la idea de intentar cambiar la lluvia por algo más agradable, y fue todo un acierto: estuvimos disfrutando de la primera nevada del año.
Hacía mil años que no pisaba nieve, y nunca con cámaras, así que la cosa estuvo muy bien. Una pena que las inclemencias del tiempo me cortaron bastante a la hora de sacar todas las fotos que pedía el paisaje. Aún así, y calando más de lo que me hubiese gustado una de las cámaras (definitivamente mi Canon es una todoterreno y una campeona) me volví con unas cuantas postales muy blancas. Mereció la pena.
En definitiva: que qué bien me lo he pasado.
Seguiremos informando.