Ridículo teutón

Escuchando: Te quiero puta! (Rammstein)

Hacía mucho, mucho, mucho tiempo que una canción no me hacía sentir tanta vergüenza ajena.

A los alemanes Rammstein les tenía un poco perdida la pista. Me gusta mucho su disco Sehnsucht (el del Du Hast), y Mutter está bastante bien. Su anterior disco no lo he oído, pero estos días publican su nuevo trabajo, Rosenrot.

Sólo con ver la lista de canciones, hay algo que chirría. Un tema llamado «Te quiero puta!» hace temer lo peor. Su comienzo con sonidos a lo mariachi, y una mujer gritando «Adelante, amigos», son malos presagios. Pero cuando llega la letra, ay, cuando llega la letra…

Vamos, vamos mi amorrrrr
Me gusta mucho tu saborrrrr
No, no, no, no tu corrrrrazón
Mucho, mucho tu limón (¿?)
Dame de tu frrrrruta
Vamos, mi amorrrr

Te quierrrro puta!
Te quierrrro puta!

(coro femenino chillón: aaaaaah, que ricoooo)

Y aunque parezca increíble, eso no es lo peor. Si se tiene estómago para seguir escuchando, se llega a un lamentable pasaje, con coros femeninos 100% verduleros, gritando:

Más, más, más, por favor
Más, mas, más, sí, sí, señor

En fin. Lamentable. Bochornoso. Lo peor que he oído procedente de Alemania desde que en aquella película Franka Potente se puso a cantar saetas en alelmán, en plena semana santa sevillana.

Ach so. Seguiremos informando.

Breve comunicado oficial

Escuchando: Banana Republic (Boomtown Rats)

Ante la inminente avalancha informativa que se nos viene encima con motivo del nacimiento del heredero, les ruego que se respete la burbuja de feliz aislamiento respecto al citado suceso, en la que me recluiré durante las próximas jornadas. A no ser que naciere chino o negro. Que entonces me iba a reír un rato.

Esto no es una salida

Escuchando: Mi Marilyn particular (Nacho Vegas)

«Así de pronto amanecí en un inmenso corredor. Miré a ambos lados y vi solamente puertas, y en cada una de ellas grandes letras rezaban así: ESTO NO ES UNA SALIDA«

Cuando uno tiene un martillo en la mano, todo le parecen clavos. Y cuando uno se compra un tocadiscos, no hace más que descubrir lanzamientos en vinilo. Nacho Vegas ha sido el último, ha editado un EP con un tema -genial- de su último disco, y cinco canciones inéditas, en vinilo y en CD, todo por el mismo precio. Ah, y un breve relato, también.

Seis canciones para disfrutar de este peculiar cantautor, seis historias ambiantadas en ciudades Norteñas, historias de desamor, de amor, de absurdidad, de mujeres cuyo nombre empieza por M, de últimos bailes y de oraciones, de playas y de vientos del Sur.

«Yo jamás imaginé que un poco de amor le podía a uno causar tanto, tanto dolor, ¿Cómo iba a adivinar que podía hacerme daño alguien que era irreal? Y la puerta se cerró, y así mismo te perdí, Marilyn…«

PD: No sé si servirá para algo, si será oficial o sólo una broma, pero hoy ha aparecido esta encuesta. Se supone que es para elegir al artista que tocará en la fiesta que se organiza en Santander como alternativa a la champanada navideña del día de las vacaciones. Voten, voten porque quizás consigamos que estas navidades tengamos a Nacho Vegas y a Iván Ferreiro para hacernos olvidar los omnipresentes villancicos. Eso sí, si traen a Melendi, me voy a la champanada y me doy a la bebida.

En el vientre materno

Escuchando: Teardrop (Massive Attack)

Lo bueno de ir de visita a casa de amigos que ya son papás, aparte de que se me caiga la baba con el pequeñín en cuestión, es que uno se puede encontrar cosas como la que me prestaron ayer…

En el vientre materno es un documental realizado por National Geographic, en el que con ayuda de ecografías e imágenes generadas por ordenador, se recrean nueve meses fascinantes. Lo dieron bastante publicidad cuando lo estrenaron en algunos canales de pago (que no tengo), y me quedé con ganas de verlo. Y no me extraña. Por fin hoy he podido disfrutarlo. Un día que ni pintado, por cierto.

Absolutamente recomendable.

Seguiremos informando.

Interludio

Escuchando: Too soon, too late (Dirty Three)

Todo el día de un lado para otro, no he tenido tiempo de escribir aquí con calma. Así que lo hago sin ella, pero brevemente. Tan breve, que ya se acabó.

Seguiremos informando.

PD: Un iPod -el mío- aguanta una caída desde mi mano (¿quizás sería mejor decir manopla?) a un suelo de baldosa y, a pesar del ruido del impacto, salir sin despeinarse del trance. No lo intenten en casa. Una y no más. Creo que estuve varios segundos sin respirar.

Fotografía infinita

Escuchando: A Forest (The Cure)

El lema Cantabria Infinita con el que nos promocionan siempre me ha parecido bastante poco afortunado, pero a veces, en ocasiones, me da la impresión de que sí, de que Cantabria sí que puede ser infinita…

Estaba ahora seleccionando fotos para otro concurso (esto es un vicio, ya), cuando me he dado cuenta de la cantidad de fotos que tengo de Cantabria, todas de los dos últimos meses. Poco a poco se va convirtiendo en una costumbre eso de dedicar un día casi todos los fines de semana a explorar la región, una región que yo no conozco demasiado, la verdad, pero que voy redescubriendo a través de la cámara.

Y todo, también, gracias a un amigo, enciclopedia andante de rutas y turismo rural, con el que es imposible quedarse sin planes. Va por usted, Maestro.

Seguiremos fotografiando. En la próxima.

Cinco cuartos de hora

Escuchando: Scatterbrain (Radiohead)

En ocasiones, cuando tropiezo, me tambaleo. Generalmente no pasa nada: el equilibrio zozobra, él vuelve a su sitio y yo a mi camino. Algunas pocas veces, los pensamientos se me descentran en el traspiés. Mi cuerpo sigue andando, pero la mente se me queda atrás. Y puedo seguir pensando, y contemplarme a la vez. Mirándome a la espalda, no veo más que a un desconocido, la parte de mí mismo que se esconde del espejo. No suelo tardar en acelerar el paso de mis pensamientos para alcanzarme y centrarme de nuevo. Aquí dentro se medita mejor, y hay mejores vistas.

Esta noche he debido de tener un sueño inquieto. Cuando he despertado, me desperezaba perezosamente mientras mis pensamientos me observaban, también con pereza, desde el otro lado de la cama. La rutina me ha hecho arrastrar fuera de la cama, pero mis pensamientos se han quedado allí, absortos. Al rato se han levantado, y se han acercado a mi cuerpo mientras me duchaba, pero quedándose al otro lado de la mampara. Mens seca in corpore limpio.

Mis pensamientos me han visto desayunar maquinalmente, mientras me seguían observando, y han comprendido que aún no habías aparecido. Mi cuerpo se ha vestido, y tú no estabas aún.

Mi silueta soñolienta ha cogido las llaves, la cartera, el móvil y la mochila, y de ti, ni rastro aún. Ha bajado las escaleras, ha salido a la calle y ha sido golpeada por el fresco mañanero, lo que ha hecho que mis pensamientos se acerquen más a mi cuerpo. Pero se han resistido a entrar, intrigados: ¿cuándo aparecerías?

Mis pies han seguido las raíles imaginarios de todas las mañanas, hasta el final de la calle, girando a la derecha, nuevamente a la derecha, cruzando la calle, llegando al parque, atravesando la plaza. Y allí ha sido; rodeado de gente, allí has aparecido, me he acordado de ti, y mis pensamientos han llegado corriendo; han ocupado su sitio junto a los recuerdos, y se han asomado a mis ojos para echar un vistazo al reloj. Había pasado ya, sólo, solo, una hora y cuarto.

Y así fue como aprendí a jugar al mus a los 29 años

Escuchando: Nature Song (Maria Taylor)

Que igual no lo había dicho. Pero he pasado el fin de semana fuera. En el albergue de Corconte, en concreto. Gran lugar, llevado por gente muy maja, y en una gran época: prácticamente todo el albergue para nosotros solos. Lo de ese saloncito con chimenea, con cubitera y vasos para las copas, no tiene precio. O mejor dicho, sí lo tiene, pero no es caro y merece la pena.

Ahora lo típico sería hacer un resumen, comentar los momentos más divertidos y surrealistas, y tal. Pero sinceramente, ha sido todo el fin de semana así: sin desperdicio. Puesto a seleccionar una anécdota cuanto menos curiosa, me quedo con la de ese monasterio con ese monje tan peculiar al que le pareció buena idea enseñar a las chicas del grupo una bolsa que guardaba en un armario, llena de sujetadores. Sí, dicho así, fuera de contexto puede sonar raro. Y en contexto también, sin duda. Desde luego, un ancianete al que merece la pena conocer.

Y por lo demás: muchas risas, muchas fotos (de las cuales sólo unas han salido desenfocadas, las fotos de grupo, bravo por mí, pero que conste que me metían prisa y no me gusta la presión), alguna caminata, comilonas colesterosas, literas, un poco de lluvia, arcoiris dobles y mucho otoño. Qué bonito es el otoño.

Seguiremos informando.