Escuchando: Paintbox (Pendragon)
Fue al día siguiente de su despedida cuando comenzó la rutina. Todas las mañanas, acercaba el caballete a su única ventana, e iba completando el cuadro; su cuadro. Siempre esperaba verla aparecer de nuevo; y mientras, con cada pincelada iba dejando su memoria sobre el lienzo. Con el paso del tiempo, su interior se encontraba más desconchado, a medida que la tela se llenaba de óleo. Día tras día miraba más por la ventana, y pintaba menos. Sabía que si terminaba el cuadro no le quedaría más que su recuerdo en una pintura. |
1 comentario sobre «Cuento sin principio #13»
Un buen final. Triste, pero bueno. ¿Tampoco tú puedes escribir un final feliz?