Escuchando: Trapos sucios (Fito & Fitipaldis)
Estamos tan acostumbrados a algunas cosas, que nos las tragamos sin digerir, por espeluznantes que sean. Muertos día tras día en esa guerra (sic) que ganamos (sic), hasta verlos como algo cotidiano, números sin rostro. Hasta que un día a alguna televisión se le escapan imágenes crudas de algún asesinato en nombre de un ideal trasnochado, y todos nos echamos las manos a la cabeza. Qué perra es la guerra. Nos ha jodido.
Lo peor no es que pase con guerras en países que nos queden más allá de la línea del horizonte. Eso es malo, pero lo peor es que nos ocurra con horrores más, tristemente, cotidianos.
Ya existen días internacionales dedicado a todo; seguramente haya más de 365 causas, y se repitan. Y generalmente no son más que símbolos sin importancia, más por moda que por conciencia. Hoy es el día en contra de la violencia doméstica (me niego a usar la nomenclatura institucionalizada, el género es otra cosa, pero como a la RAE no le hace casi ni el Tato, pues nada…)
Seis decenas de mujeres asesinadas a manos de sus parejas en lo que va de año. Un goteo constante, noticias en telediarios que ponen los pelos de punta, y que pronto son olvidadas por un nuevo caso. Y luego otro, Y otro más.
Y detrás de cada uno de ellos, lágrimas escondidas, sonrisas fingidas en el exterior, qué bien se os ve; miedos, angustias de puerta para adentro. Heridas visibles, y peor aún, cicatrices que no se ven.
Sí, es el perfecto obrero, ingeniero, carpintero, bombero, hijo, cuñado, parado, alcalde… Encantador, feliz, entrañable, piadoso, va todos los domingos a misa; pero lo que no sabéis es que es un hijo de la grandísima puta.
Y tú, mira que eres sosa, con el marido que tienes, todo el día triste, siempre con esa cara de muermo, nunca sales, nunca nos cuentas nada… pero lo que no sabéis es que vivo en un infierno.
No hay ni una sola justificación posible. Cuando uno es un energúmeno, el «te juro que voy a cambiar» acaba siendo, no nos engañemos, un «la maté porque era mía». Cuando tú no has tenido nada en la vida, imbécil. Ni decencia, ni sentido común. Y lo único a lo que deberías aspirar es a pudrirte en la cárcel.
Es lo único que se puede hacer: denuncias y castigos ejemplares, hasta el día en que todos seamos sensatos, y no sea necesario dedicarle un día especial a una causa tan irracional. Ojalá lo veamos.
Seguiremos informando.
1 comentario sobre «Fecha de caducidad: hasta el día en que todos seamos sensatos»
Amén.