Escuchando: Somebody else but me (Experience)
Salía yo ayer de trabajar por la tarde, con idea de irme a casa, descansar, y pasar la noche viendo alguna de las pelis que me he alquilado, cuando un mensaje de PGB me recordó el concierto del Indian.
Tocaban Experience, grupo francés, de Toulouse para ser exactos, y del que PGB me había hablado muy bien. No los había conocido durante su estancia en esa ciudad, sino en el Tanned Tin de hace algunos años. Como me suelo fiar de su criterio, no me dolió pagar los 12 euros de la entrada.
Y si me llega a doler, el mejor analgésico habría sido el comienzo de su concierto. Desde el primer guitarrazo, aquello sonaba que tiraba pa’trás. Con tanta contundecia que se nos vino encima uno de los altavoces enormes de un lateral del escenario. Menos mal que iba con gente con reflejos.
Experience sonaban crudos, enérgicos, directos. Arrancaron con un tema de rock puro y duro, con formación clásica: dos guitarras, bajo y batería. Pero poco a poco demostraron que son más que un grupo de rock convencional. Espectaculares percusiones, bases electrónicas, destellazos de informática, y voces que se paseaban entra la musicalidad innata del francés casi recitado y el desgarro vocal. Su primer bis (hubo un par de ellos) fue, sencillamente, impactante, con el vocalista cantando y brincando entre el público, en un tema absolutamente demoledor.
Impresionantes. Todo un descubrimiento. Si este es el tipo de sorpresas que me voy a encontrar en el Tanned Tin, van a ser los 30 euros mejor invertidos de mi vida. Aunque de momento, los discos que voy descubriendo de los grupos que tocarán en el festival de este año tienden más a la melancolía y a la tristeza musical que al rock enérgico. Pero como me encanta la música triste, pues bienvenida sea.
Si alguien todavía quiere apuntarse al Tanned Tin, que sepa que lo va a tener crudo. Esta semana vi cómo vendían la ultima entrada que quedaba para el sábado, y para el resto de días no deben de quedar muchas más. Apresúrense.
Bueno, que pierdo el hilo. Que la de ayer fue una noche divertidísima. Empezó mal, porque me topé con una multitudinaria concentración de tunos cuando iba camino del concierto (odio, odio, odio a los tunos; es algo visceral, irracional, no me pregunten por qué) pero mejoró con el concierto, y aunque mi idea era retirarme pronto, terminé yéndome después a tomar una copilla, que acabó siendo más de una, mientras iba de bar en bar por zonas por las que no suelo salir pero que me encantan (Calle del Carmen y similares), con gente a la que no conocía pero con la que me eché muchas risas, hablando de costumbres pasiegas y otras batallitas.
Hoy estoy matao, y creo que dedicaré el día a descansar, leer y ver alguna peli (en la Filmoteca o en casa). Descanso que me vendrá bien, porque se me avecinan días moviditos. El lunes por la noche, o martes de madrugada, como lo quieran ver ustedes, un taxi me recogerá en casa a las 4:45 para llevarme al aeropuerto de Bilbao. Y de ahí, a Bruselas, derechito a una reunión a las 11 de la mañana. Reunión para preparar la auditoría final ante la Comisión Europea del proyecto en el que he estado trabajando. El miércoles, la auditoría y corriendo al aeropuerto para volver a casa. Viaje relámpago. Qué pereza.
Seguiremos informando.