Escuchando: City Girl (Kevin Shields)
Parece que me toca volver a viajar, por trabajo, y que definitivamente será a Mykonos. Y una vez más, todo parece indicar que me quedaré allí el fin de semana después de las reuniones. Tampoco es que sea la ilusión de mi vida pasarme unos días solo en la Ibiza griega, pero si hay algún sitio desde el que sacar buenas fotos (y todo me hace pensar que es el caso), merecerá la pena… o eso espero…
Y volveré a ser, otra vez, extranjeros en tierras extrañas, sin hablar castellano en cinco días, sin comprender ni poder leer nada de lo que me rodee…
Hace poco leía en un suplemento dominical una entrevista a Tom Sharpe (sí, el de Wilt), decía que vivía en España, pero que pasaba de aprender el idioma, que se limitaba a ir a las tiendas, sonreír y señalar con el dedo. A cambio de esta incomunicación voluntaria, ganaba la paz de no ser molestado por conversciones ajenas, ganaba no enterarse de frases al descuido sonoro. Es una curiosa manera de plantearse la vida. A veces me da envidia (y no me despego los auriculares de las orejas). Otras veces no.
Claro, que ya puestos a irse a otro páis, con un idioma extraño al oído y a la lectura, ¿por qué no Japón? Si voy a Tokio me gustaría ser el Bob que se aloja en el hotel Hyatt. Me gustaría encontrarme con una Charlotte en su bar, al azar, los dos perdidos. Una Charlotte que supiera mirar como nadie al infinito con aire pensativo, o explorar con mirada curiosa todo lo que la rodease. Que me hablase con una voz ronca, perezosa, que no le costase nada lanzar media sonrisa, pero que fuese un logro arrancarle una completa. Que me llevase a karaokes y me cantase canciones de The Pretenders disfrazada con una peluca rosa. Que nos contásemos nuestras vidas, que me propusiera montar un grupo de Jazz, que no nos tocásemos un pelo, que no nos volviéramos a ver y que nunca se olvidase de mí…
Hoy, después de un buen rato manoseando películas en el videoclub sin que ninguna me llamase la atención, sin que encontrase nada que me apeteciera realmente ver esta noche, he acabado echando mano de mis fondos. Después de mucho tiempo, después de escuchar cientos de veces la banda sonora y de enamorarme miles de veces de la señorita Johansson, he tenido una esperada recaída, y he vuelto a ver, esta vez en versión original, como tiene que ser, Lost In Translation.
Y porque mañana madrugo, que me dan ganas de volverla a ver otra vez más…
Seguiremos informando…