Hoy me he acercado a la filmoteca a la primera sesión de la tarde, a ver Cyrano de Bergerac. Una película que ya había visto, hacía muchos años, que recordaba que me había dejado muy buen sabor de boca, y que ha sido una delicia disfrutarla ahora en su versión original… si la adaptación al castellano, que yo recuerde, había sido muy buena (y no tuvo que ser fácil), escucharlo en francés, aunque no entienda mucho del idioma, le da una belleza añadida, hace de los brillantes diálogos algo musical, muy agradable al oído…
Con Cyrano, el menos el de esta versión (la de Depardieu) siempre he tenido algunas frases y una pareja de pensamientos en c omún. Amén del volumen nasal, claro. Una lástima que me haya visto atrapado en la sala entre: – Dos entrañables (supongo) abuelitos, con un fuerte olor que me recordaba horrores al médico de pueblo de mi infancia, y a los que ya conozco de otras veces: son auténticos expertos en crispar los nervios del personal mientras pelan caramelos (y siempre lo hacen), además de estar toda la película comentando cada frase… |
– Un matrimonio, él con una risa ultra-sonora (no sé por qué tenía que contraatacar con una carcajada a las sutiles estocadas dialécticas de la película), y ella… ella, cada vez que una frase le hacía gracia, la repetía y se reía. Y que yo sepa, leo más y mejor que el español medio, así que no hace falta que me ayuden con los subtítulos.
Súmese alguna que otra falta de educación repetida, en forma de móvil sin apagar, y con el volumen a todo trapo, y el resultado es que, o soy un asocial, o es que prefiero ver las películas solito… o las dos cosas…
Bueno, no verlas solo… pero creo que estoy acostumbrado a ir al cine en compañía de gente callada (yo incluído)… o con gente que no está…
En cualquier caso, un poco más de educación no le vendría mal a mucha gente…
Y al finalizar… os hiero…
PD: Sí, vale… soy un cascarrabias…