Cinco cuartos de hora

Escuchando: Scatterbrain (Radiohead)

En ocasiones, cuando tropiezo, me tambaleo. Generalmente no pasa nada: el equilibrio zozobra, él vuelve a su sitio y yo a mi camino. Algunas pocas veces, los pensamientos se me descentran en el traspiés. Mi cuerpo sigue andando, pero la mente se me queda atrás. Y puedo seguir pensando, y contemplarme a la vez. Mirándome a la espalda, no veo más que a un desconocido, la parte de mí mismo que se esconde del espejo. No suelo tardar en acelerar el paso de mis pensamientos para alcanzarme y centrarme de nuevo. Aquí dentro se medita mejor, y hay mejores vistas.

Esta noche he debido de tener un sueño inquieto. Cuando he despertado, me desperezaba perezosamente mientras mis pensamientos me observaban, también con pereza, desde el otro lado de la cama. La rutina me ha hecho arrastrar fuera de la cama, pero mis pensamientos se han quedado allí, absortos. Al rato se han levantado, y se han acercado a mi cuerpo mientras me duchaba, pero quedándose al otro lado de la mampara. Mens seca in corpore limpio.

Mis pensamientos me han visto desayunar maquinalmente, mientras me seguían observando, y han comprendido que aún no habías aparecido. Mi cuerpo se ha vestido, y tú no estabas aún.

Mi silueta soñolienta ha cogido las llaves, la cartera, el móvil y la mochila, y de ti, ni rastro aún. Ha bajado las escaleras, ha salido a la calle y ha sido golpeada por el fresco mañanero, lo que ha hecho que mis pensamientos se acerquen más a mi cuerpo. Pero se han resistido a entrar, intrigados: ¿cuándo aparecerías?

Mis pies han seguido las raíles imaginarios de todas las mañanas, hasta el final de la calle, girando a la derecha, nuevamente a la derecha, cruzando la calle, llegando al parque, atravesando la plaza. Y allí ha sido; rodeado de gente, allí has aparecido, me he acordado de ti, y mis pensamientos han llegado corriendo; han ocupado su sitio junto a los recuerdos, y se han asomado a mis ojos para echar un vistazo al reloj. Había pasado ya, sólo, solo, una hora y cuarto.