34 años y dos días

Escuchando: Nunca ganaremos el mundial (La habitación roja)

Últimamente por Santander se habla mucho de precipitaciones. De las de lluvia, porque algunos acontecimientos parece que no se animan a arrancar. Pero agua no nos falta en un junio más otoñal que veraniego. Los armarios mezclan ropa de invierno con camisetas en espera de que la balanza se incline hacia algún lado… espero que algo más caluroso.

Los acontecimientos no se precipitan, pero nos mantienen en vilo lo justo para no dedicar todo el tiempo que me gustaría a escribir aquí. Pasó mi cumpleaños con gran éxito de crítica y público, un montón de felicitaciones gracias a ese chivato llamado facebook, y algunas otras por medios más tradicionales, a tiempo o tradicionalmente tarde. Conseguí reunir a la familia (nada fácil, con tanto turno de por medio) y juntar a mis tres sobrinos, que era la primera vez que los veía a todos juntos. Algunos regalos cayeron que me dejaron, como me suele pasar, calzado, vestido y entretenido por una temporada.

Pasó también un Bloomsday en el que estuve correteando no por Dublín sino por un Santander en el que llovía a dar, como los suizos con el balón. Me río yo de los países neutrales.

En fin. A ver si nos abandonan las nubes de una vez, y podemos hacer la fotosíntesis un rato, que ya lo vamos necesitando.

Seguiremos informando.