Una ciudad a pedales

Escuchando: Bicycle race (Queen)

Desde hace unos meses las bicicletas están invadiendo Santander, gracias a una iniciativa municipal para promover un transporte más ecológico en una ciudad muy pequeña con problemas de tráfico y aparcamiento mucho más grandes. Una propuesta digna de elogio y muy interesante en principio, que se ha llevado a la práctica de una forma que me parece un tanto discutible, para variar.

Pongámonos en antecedentes. Hace un par de veranos el ayuntamiento puso a disposición de los ciudadanos algunas bicicletas, en algunos puntos muy turísticos de la ciudad. Fue una iniciativa tímida pero que tuvo un desbordante éxito. Las bicicletas se podían coger durante una hora, de manera gratuita. Sólo había que solicitarla en una caseta ubicada junto a ellas.

Todo hay que decirlo, llevo desde entonces buscado un buen momento para coger una, porque si es cierto eso de que montar en bicicleta no se olvida, entoncés sé hacerlo. Hace años que no me subo en una. Claro, que con los cambios que han introducido en el sistema de préstamo de bicicletas, no será gracias al ayuntamiento si lo hago. No me convence, gracias.

Y es que viendo el éxito del invento, las mentes pensantes de nuestro consistorio han decidido ir un paso más allá, y han implementado un sistema de préstamo (de momento, es gratis; a partir de octubre ya no lo será) más automatizado y ambicioso, a imagen del que ya existe en otras ciudades.

Ahora, uno puede coger una bicicleta en una de las paradas existentes en la ciudad (el objetivo es llegar a 200 unidades distribuidas en 15 estaciones), usarla durante un tiempo máximo de 24 horas y dejarla aparcada en otra parada. De este modo se pueden realizar todos los desplazamientos que sean necesarios, de manera cómoda y sencilla. O así nos lo intentan vender, cual moto.

Dicho así, suena bastante bien. Pero el tema comienza a hacer aguas a poco que uno investigue. En primer lugar, está de más promocionar un transporte tan ecológico como la bicicleta en una ciudad en la que los carriles-bici son brillantes. Brillan, pero por su ausencia. Los que existen son testimoniales, y válidos únicamente para dar un corto paseo por algunas zonas turísticas alejadas del centro. Los que se están proyectando siguen la misma idea. Pero si uno realmente piensa utilizar una bicicleta para moverse por la ciudad, tendrá que jugarse el tipo en medio de una circulación generalmente infernal. Primero llenamos la ciudad de bicis, luego ya pensaremos por dónde circularán: ese parece el plan maestro de nuestro ayuntamiento. Esto es: mucho transporte verde, pero de cara a la galería, por aparentar. No es necesario que sea práctico, ni una verdadera alternativa.

Empezamos mal, pero la cosa va a peor. La concesión del sistema de préstamo de bicis se la ha llevado una empresa francesa, que ya ha implantado esto mismo en otras ciudades españolas (Sevilla, por ejemplo). No sé si alguien se habrá leído la página web del servicio, porque incluso han dejado alguna frase en francés. En fin.

Navegando por esa página, nos podemos enterar de los detalles. Existen tres tipos de abonos: diarios, semanales y anuales. Con cualquiera de ellos podemos hacer uso de tantas bicicletas como queramos, cada una de ellas durante 24 horas seguidas como máximo, y con el límite que indica el abono correspondiente: un día, una semana, un año. De momento, el servicio es gratis, y a partir de octubre se hará de pago. Por los precios que se manejan en otras ciudades, algo asequible… en caso de resultar realmente práctico.

Para el abono diario y el semanal el mecanismo es idéntico: uno se acerca a la parada de bicicletas, indica el abono deseado, pasa una tarjeta de crédito o débito, y ya puede retirar una bicicleta. Cuando termine el desplazamiento (o antes de que pasen 24 horas) ha de entregarla en esa u otra parada (donde haya sitio; en caso de no haberlo, en cada parada se puede consultar el estado de las otras, y tendremos 15 minutos extra para acercarnos a ellas), y vuelta a empezar. Para el abono anual, hay que solicitar una tarjeta especial (mediante carta a un apartado postal, bienvenidos al siglo XIX), que envían al domicilio, y con la que se puede utilizar el servicio durante un año, igual que en los casos anteriores.

Leyendo los detalles del servicio pronto encontramos la palabra clave de todo esto: fianza. Sí, aunque todo esto de momento resulte gratis, hay un detalle que hay que tener en cuenta. Cada vez que se obtenga un abono, cualquiera que sea, se nos va a cobrar una fianza de 150 €, cantidad que será retenida durante la duración del abono. Esto es: nos quitan de la cuenta 150 € durante un día, una semana, o un año, dependiendo del caso. Trasncurrido ese tiempo, nos devuelven ese importe… aunque ya señalan que los bancos pueden tardar hasta 15 días en hacerlo efectivo (nunca entenderé ese tipo de cosas, en los tiempos que corren).

En la práctica: uno coge una bici para dar un paseo, y se queda sin 150 € durante, al menos, dos semanas. Si es un abono anual, nos despedimos de ese dinero durante todo un año (por lo que parece, en ese caso renuevan la fianza cada 15 días, con lo cual el dinero aparecerá y desaparecerá de nuestra cuenta cual Guadiana…)

Por supuesto, en caso de que la bicicleta desaparezca, nos quedamos sin fianza (es lo justo), pero también si la bici sufre desperfectos (así, en general) o si la entregamos pasado el plazo establecido (un minuto o media hora tarde, da igual).

Entiendo que de alguna forma la empresa se tiene que cubrir las espaldas ante los desperfectos que pueda hacer la gente, pero cobrarse una fianza de ese pelo, porque sí y sin otra opción, incluso cuando se ha solicitado un abono anual y hemos tenido que enviar todos nuestros datos, me parece excesivo… Sólo podrá usar las bicis municipales quien tenga tarjeta de crédito y 150 € en el banco que no necesite urgentemente. Ah, pues muy bien. Un cálculo rápido: se pretende llegar a tener un parque de 200 bicicletas. Si cada una de ellas se alquila al menos una vez al día (en media, ya que habrá muchas que se utilicen varias veces, y otras ninguna), la empresa adjudicataria dispondrá en su cuenta bancaria de unas 200 fianzas diarias. Eso son 30000 €. A poco que mueva el dinero, los intereses de eso son un pellizco interesante, ¿no?

Me resulta también llamativo el método de prestar la bicicleta durante todo un día. Es decir, hasta pasadas 24 horas no hay ninguna obligación de devolverla a una parada. Un sistema que hace que el préstamo se enfoque más a una excursión dominguera en bici que a un medio de transporte puntual para moverse por la ciudad. Supongo que esto cambie si cuando comience a ser de pago, se cobra por horas, como hace la misma empresa en Sevilla… Mientras, me imagino que este verano será habitual ver un montón de estas bicicletas por la playa (cuando lo ideal sería dejarlas aparcadas siempre en sus paradas, para favorecer su movilidad)

No sé, no me acaba de convencer, algo lógico cuando hay de por medio tarjetas de crédito y cobros de fianza con condiciones un tanto difusas. En cualquier caso, lo realmente atractivo de todo esto sería tener el pase anual para poder usar una bicicleta siempre que apetezca; ahora, que si eso significa que durante un año me voy a quedar sin 150 €, igual es cuestión de valorar si merece la pena usar este servicio… o comprarse una bicicleta, que por ese precio ya las hay, incluso plegables.

En fin. Santander es una ciudad muy moderna, y ya tenemos incluso bicis oficiales para hacernos los ecológicos. Repito, sin carriles útiles para circular con ellas, de cara a la galería y aparentando, claro. Como es habitual por aquí.

Seguiremos informando.