No me puedo quejar

Escuchando: Money (Pink Floyd)

Ya terminé, por fin, mis trámites con las declaraciones de IVA del pasado año. Me han sobrado dos días, incluso. No me puedo quejar.

Para presentar la declaración del último trimestre, y poder pagar (por internet) lo que me correspondía, tuve que investigar por mi cuenta, bajarme otro certificado, acertar con el horario del banco… y aún así me seguía fallando.

Acabé probando el servicio de atención al cliente por chat, y para mi sorpresa, me funcionó. Me atendió una operadora muy amable, Paz, que repasó mi configuración (todo corrrecto), me pidió que borrase la caché del navegador, y eso pareció solucionar el problema. No sé si tuve suerte con ella, o el servicio es así siempre, pero desde luego fue muy eficaz.

Ya puestos, aproveché para preguntar si, como me temía, para presentar el resumen anual de IVA necesitaba obligatoriamente pasar por Windows. «Puede usted general el fichero desde el programa de ayuda, pero la presentación la debe hacer desde Windows«. Más claro, el agua.

Ese resumen anual, el formulario 390, ha sido otro calvario. Como declaración, es una estupidez. Es la suma de lo presentado en las declaraciones trimestrales, cuyos datos ya tiene Hacienda, y son accesibles usando mi certificado digital.

Pero no: hay que bajarse un programa de ayuda. Ni siquiera he encontrado el formulario para imprimirlo y entregarlo en mano. Ese programa de ayuda tiene versión para Mac (oh, cielos), aunque con pinta de que no la haya probado nadie después de programarla. Han conseguido algo que parece imposible: hacer un programa para Mac feo, y con una instalación sucia que deja ficheros por todas partes.

Con ese programa de ayuda e inspiración divina (todos mis datos acesibles vía mi certificado, pero lo tengo que rellenar todo a mano de nuevo en un programa de mierda) se rellena el formulario 390. Una de las casillas pide el epígrafe o código de la actividad que desarrollo como autónomo. Lo miro en los papeles que me hicieron en Hacienda en su día. 399/2. Meto el código, y aparece su descripción:

RELOJES DESPERTADORES

¿Pero qué coño relojes…? En fin. Buñuelesco. El funcionario que me dio de alta debía de estar distracto ese día. Creo que el fallo está sólo en mi copia, y después de pedir consejo (¡gracias, abogada!) y de algunas investigaciones (¿por qué no consta en ninguna otra parte lo que significa N.C.O.P.?) he descifrado lo que soy, aparte de un marginado por la Administración Pública.

Total, que efectivamente, pude generar mi 390. EL resultado fue un fichero en formato XML. Con ese fichero y mi certificado digital ya pude presentar mi declaración… en Windows eso sí. Comprobado. No hay otra forma.

He gastado más tiempo y esfuerzo en realizar los trámites por Internet, que acercándome a hacer cola en Hacienda. Y no sólo eso, sino que ha quedado demostrado que o uno es usuario de Windows, o es ciudadano y contribuyente de segunda. Un rarito. ¿Por qué pensar en soluciones fáciles y accesibles a todo el mundo, si se puede proponer engendros difíciles de usar, crípticos, y que dejen fuera a una minoría de usuarios? Claro que sí.

Iba a poner una reclamación, pero la página de defensa del contribuyente sólo funciona en Internet Explorer, como se puede comprobar en la figura 1. No me puedo quejar. Muy gráfico.

En resumen: la Administración electrónica, a día de hoy, apesta. Y seguro que nos ha salido por un pico. Pero no hay duda: es una puta mierda.

Seguiremos informando.