¿Los gaiteros van al cielo?

Escuchando: Entre el Ebro y Peñavieja (Cahórnega)

Gracias por insistir. Venciendo pereza y cansancio, finalmente fui ayer de festival folk. Y fue la mejor de las elecciones, porque la noche estuvo muy, muy, muy bien.

Los problemas para aparcar ya daban pistas del llenazo y del ambiente que había por allí. Tras situarnos y plantar la tienda de campaña (uno se aburguesa, se hace mayor… hacía un montón de tiempo que no dormía en tienda) y dar cuenta de parte del avituallamiento, llegamos al recinto de los conciertos cuando ya habían empezado The Chieftains.

En fin, qué decir. Cuando se lleva tantos años encima de un escenario, difícilmente se pueden disimular las tablas. Una gozada escuchar el acento de Paddy, sus repasos a los clásicos más clásicos (cayó la que escuchaba yo ayer, con guiño a los Stones incluido) y el buen hacer de todos y cada uno de los músicos de la banda (qué solos de arpa…)

Eso sí, lo más llamativo del concierto fue cortesía de los miembros más jovenes del grupo; no llevé más que la cámara de emergencia (no quería cargar con trastos), así que no tengo casi fotos, pero sí algún video. Siempre es espectacular ver estos bailes.

Durante un tema, Carlos Núñez acompañó sobre el escenario a los irlandeses, y su banda de gaiteros también tocó con The Chieftains en su bis. La noche empezaba bien, muy bien.

Mientras llenábamos más el estómago con una hamburgandwich, comenzó el concierto de Carlos Núñez. Nunca lo había visto en directo, y he de reconocer que iba con prejuicios, porque siempre me ha parecido bastante divo y creído. Pero las cosas como son: su concierto fue para quitarse el sombrero. De hecho consiguió lo que no lograron los Chieftains: poner a todo el mundo a bailar. La noche seguía bien, muy bien.

Cuando terminó Núñez, nos cambiamos al escenario pequeño, a disfrutar de la música de Cahórnega. Impresionantes. Los he visto ya unas cuantas veces, y creo que la de ayer fue la mejor. No por el sonido, no porque tocasen mucho mejor que otros días. No. Sencillamente, fue uno de esos conciertos que acaban siendo especiales, en los que todo el mundo se lo pasa bien, encima y debajo del escenario. Mucha gente, muchos coreando sus canciones, todos botando, todos pidiendo más y más bises. Bravo por Cahórnega. La noche terminaba bien, muy bien.

Y digo que terminaba porque aunque después tocó El Hombre Pez, su mezcla de folk con electricidad y performance no nos acabó de convencer (o quizás andábamos ya demasiado cansados), y nos retiramos, entre risas y patatas, a dormir… algo que conseguimos pese a la impresión de haber tenido a un gaitero al lado de la tienda durante toda la noche.

Hoy, tras levantarnos y recoger los trastos, hemos desayunado la palmera más grande del mundo. Una buena forma de reponer fuerzas tras una memorable noche de sábado.

Seguiremos informando.