Los lunes, al sol

Escuchando: Monday morning (Pulp)

Al contrario que a Santa, a mí no me hacía falta preguntar qué día era hoy: lunes, soleado, sentado en un barco en la bahía de Santander. Hay más matices que me recuerdan a la película, pero pertenecen ya a otras historias.

Curioso: existían paseos gratuitos por nuestra bahía, y yo sin saberlo. Esta mañana me han invitado a uno, y la visita ha merecido la pena; sobre todo cuando rodeamos la pequeña isla de Mouro con su faro.

Por si interesare a alguien: se trata de un recorrido con fines didácticos (forma parte de un programa de Educación Ambiental) por nuestra extraordinaria bahía, es entretenido (sobre todo si se acompaña del inevitable grupo de marujas locales aderezando el trayecto con sus anécdotas), hay que reservar plaza, y sólo está disponible los lunes y miércoles a las diez de la mañana (el viaje dura hora y media, aproximadamente) hasta el 24 de septiembre. O lo que es lo mismo: sólo quedan dos días, este miércoles y el próximo lunes. Avisados quedan.

Una pena que la mañana acabara llenándose de nubes, en muchos sentidos. No importa. Ni un cielo gris es capaz de estropear una buena foto. Tampoco debería ser capaz de hacerlo con algunas sonrisas.

Que así sea.

Seguiremos informando.

La torre oscura

Escuchando: On the tower (Sondre Lerche)

Hace unos días, cuando el verano se acababa pero parecía que estaba llegando, me acerqué a la Cámara Oscura de Santander. Sí, tenemos una, hace meses, aunque casi nadie lo sepa.

¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuando?

La cámara oscura es el antepasado directo de la cámara fotográfica. De hecho, se trata de eso: de una cámara enorme que proyecta las imágenes del exterior, captadas a través de espejos, sobre una pantalla redonda en una habitación a oscuras. Si se instala en un lugar elevado, con buena visibilidad en derredor, se obtiene una atracción turística más que interesante.

En Santander se ha instalado en Peña Cabarga, un lugar con unas vistas privilegiadas. Para ello se ha revivido el Monumento al Indiano (el pirulí, vaya) y se ha instalado en su primera planta. Las imágenes se captan a través de un periscopio y se proyectan en la sala donde se encuentran los visitantes.

Está abierto todos los días, y seguirá así hasta el puente del Pilar, con visitas -gratuitas- en horario ininterrumpido durante todo el día. No encuentro datos exactos de los horarios ni en su página web.

Yo tuve mala suerte: aunque subí un día despejado, desde arriba se veía bruma, y se reducía mucho la visibilidad. Además, la guía que nos atendió dejaba bien claro que estaba harta de repetir siempre la misma parrafada, y lo de la entonación lo dejaba para sus ratos libres. Al principio fue incluso un poco brusca, aunque pareció suavizarse un poco más tarde. La visita, con todo, fue más que breve.

En cualquier caso, lo recomiendo. Es muy divertido ver funcionar su enorme óptica; y aunque la visibilidad sea reducida la mayoría de los días, resulta gracioso ver despegar aviones del aeropuerto, o a las vacas pastando a los pies de la torre.

Yo conocía la que se encuentra instalada en la Torre Tavira de Cádiz, en el centro de la ciudad, con vistas más bulliciosas y un guía con mucho más salero. Sin embargo en la nuestra, con un buen día (viento de nordeste) nos aseguraron que se veía todo Cantabria y parte de las comunidades limítrofes. Ahí es nada.

Suban y vean. Seguiremos informando.

Sempre em frente, nunca pra trás

Escuchando: Changes (Seu Jorge)

Viernes de estrenos, y no sólo en las salas de cine: también en el diseño en esta página…

Las novedades son más internas (adios a las tablas, hola a las hojas de estilo) que externas, aunque se nota el lavado de cara. O eso creo. Espero que les guste. Todo debería seguir funcionando igual… o mejor: ahora en el recuadro que tienen en la esquina superior izquierda aparecerá la última entrada de mi twitter. Y para los que sepan lo que es y lo echaban de menos: vuelvo a tener un feed RSS; que ya tocaba.

Los contenidos seguirán siendo los mismos, eso sí. Este nuevo cuaderno tiene aún muchas hojas en blanco. Seguiremos escribiendo.

Siempre quedan habitaciones en el Hotel Infinito

Escuchando: 2+2=5 (Radiohead)

Hace unos días pasaba por delante del quiosco de la esquina de mi calle, cuando algo me llamó la atención. Entre tanta oferta de lanzamiento y colección absurda, me encontré con el primer tomo de una serie de libros sobre matemáticas. Y el título me resultaba familiar, muy familiar.

Fui a casa, y me puse a buscar entre mis viejos libros, y encontré lo que buscaba. Inspiración Ajá, de Martin Gardner, es un librito lleno de historietas, acertijos, adivinanzas y juegos matemáticos con el que he crecido. No recuerdo cuándo apareció por casa, supongo que lo heredé de alguno de mis hermanos, pero pronto se convirtió en un pasatiempo recurrente. Lo leí un montón de veces, y es raro que no haya encontrado entre sus páginas alguna hoja con los centenares de ecuaciones que escribí intentando resolver alguno de sus problema.

Así fue mi infancia, y a pesar de ello me he convertido en una persona normal [toses y risas disimuladas en la sala].

El libro de la colección del quiosco no era ese, sino otro con título similar: ¡Ajá! Paradojas que hacen pensar. Una vez comprobado que se trataba de un volumen distinto, no pude resistir la tentación de volver al quiosco a comprarlo.

Pero no me lo pusieron fácil. Resulta -como poco- surrealista ir de quiosco en quiosco preguntando por un libro de matemáticas, y encontrarlo agotado en todos ellos. Al final, lo encontré y sólo tuve que señalar con el dedo: la quiosquera estaba leyendo uno idéntico.

Por cuatro euros, merece la pena hacerse con el libro. Sobre todo si se tienen ganas de pensar un poco. Que no pasa siempre.

Seguiremos leyendo.

La Lola se va a los puertos

Escuchando: Yes it’s fucking political (Skunk Anansie)

Que no se diga que siempre critico a los del mismo color. No. Ni mucho menos. Yo sólo critico a los malos. Y de esos hay en todas partes, desgraciadamente.

Lola. Lo, lo, lo, lo, Lola. Nuestra vicepresidenta, la de Cantabria, está donde está de chiripa. Después de unos resultados electorales catastróficos, continúa en ese puesto gracias a nuestro partido regionalista y a su líder, el showman de los medios Revilluca. Por eso, que ahora Lola vaya lanzando órdagos en tono despectivo, y mirando por encima del hombro al alcalde de Santander, cuando éste (del equipo contrario) está mostrando una más que loable cordura y mesura, parece -por seguir con la rima fácil- una locura. O cuando menos, incomprensible.

Pero hay cosas que me resultan más sangrantes que los lances políticos cercanos en altura intelectual a las pataletas de mi sobrino (pero con mucha menos gracia). Está por ejemplo lo de nuestro consejero. Dice la Real Academia que un consejero es el titular de una consejería. De cajón. Pero yendo más al grano, también define este vocablo como persona que aconseja o sirve para aconsejar. Y se me ocurre un ejemplo, una persona en concreto, que maldita la gracia que nos hacen sus consejos y sus formas.

Javier del Olmo acaba de recibir una colleja del Tribunal Superior de Justica de Cantabria. La noticia -no se pierdan los detalles- ha aparecido fugazmente en la prensa local, mientras de manera más extensa los periódicos de tirada nacional comienzan a hacerse eco.

Aquí, como una de las actividades que mayor aceptación parece tener incluye el verbo lamer y una parte de la anatomía que no voy a nombrar, nuestro periódico estrella publica hoy, en cambio, una entrevista con este político, encabezada por el siguiente titular: «Tendremos un grado de transparencia total». Ya.

Nuestra Consejería de Industria en manos de un personaje que acumula jucios (algo me dice que éste no será el último) y sentencias en su contra, nuestra vicepresidenta apoyándolo -porque por algo lo ha puesto ahí a dedo y como capricho personal-, nuestro periódico de pueblo dorándole la píldora, y el resto de España riéndose una vez más, y con razón, de nosotros. ¿Y la oposición que hace mientras tanto? Ni idea. Examinarse minuciosamente el ombligo, supongo.

Así es Cantabria, oigan.

Seguiremos informando. Vaya si lo seguiremos haciendo.

La familia y uno más

Escuchando: The beat goes on (Carita)

Ayer Apple presentó la mayor renovación de la gama iPod de la historia del producto. Todos y cada uno de los modelos han sufrido algún retoque, y tememos además un nuevo juguete con el que babear.

Por partes…

El iPod Shuffle es el que menos ha cambiado. Y la verdad es que ha sido a peor. Los nuevos colores me parecen bastante más feos que los anteriores. Se salva el rojo, para mi gusto. Mantiene capacidad y precio. 79 € por un giga. La verdad es que este producto tiene un futuro dudoso: no creo que merezca la pena aumentar su capacidad, porque entonces se echaría en falta la pantalla para navegar por las canciones. El único destino que le veo es una sucesiva bajada de precio hasta desaparecer.

El iPod nano ahora es gordito y cabezón. Me siguen sin convencer los colores, salvo al clásico plateado y el rojo. Habrá que verlos en vivo, de todas formas. Tiene buena pinta, muy delgado. Reproduce vídeo, tiene Coverflow, mucha autonomía, y ha bajado sustancialmente de precio: 139 € (por fin se abandona la paridad euro-dólar) por 4 GB, 189 € por el modelo de 8 GB.

El iPod de toda la vida ahora se llama Classic. Diseño similar, pero en plateado y en negro, un poco más delgado, y lo más destacable: bajada de precio y aumento espectacular de capacidad. Por 239 €, 80 GB de capacidad. Por 339 €, 160 GB. 160, oiga.

Y el recién llegado: un iPhone sin el Phone no es una i, es un iPod Touch. Nada nuevo que no hayamos visto: todo lo bueno del teléfono de Apple, pero centrándose en el reproductor multimedia. Y con wi-fi y Safari para navegar, además. Se echa en falta una aplicación de correo, los mapas de Google, Bluetooth… y sobre todo: más capacidad… con lo bien que se tienen que ver ahí las películas, y la delicia visual que tiene que ser navegar por su biblioteca musical, con 16 GB como máximo sabe a poco. Cuando superen los 30Gb de mi actual iPod, lo miraré con otros ojos. De momento, prefiero tener sitio de sobra, antes que fardar moviendo los dedines.

Sorpresa final: bajada brutal de precio del iPhone, que se queda en un único modelo de 399 dólares. 200 más barato que ayer, reducción de un tercio en el precio. Si me hubiese comprado uno hace 15 días, tendría un mosqueo de época (si lo hubiese hecho hace 14 no, porque Apple devuelve la diferencia… un agradable detalle). No se saben más detalles acerca de su desembarco en Europa, aunque la rebaja se agradece.

En resumen: que uno no sabe cuál le gusta más… el nuevo Touch es un juguete alucinante, pero no perfecto, aún. El nano promete, pero el Classic sigue siendo para mí la opción más equilibrada.

Eso sí. El día de ayer ha dejado una noticia triste. No sé si se habrán dado cuenta: ya no existe ningún iPod blanco. Bu. Sólo por eso, ya he cogido más cariño, incluso, al que tengo en el bolsillo.

Seguiremos informando.