Esto es la guerra

Escuchando: After the war (Asia)

Ayer tuve una noche digna de las mejores historias de Astérix. Pero en cántabro.

En Los Corrales de Buelna, una localidad de nuestra región, llevan cinco años organizando unas originales fiestas en las que se vuelca todo el pueblo, fiestas que no son otra cosa que una representación de las guerras entre romanos y cántabros, hace un par de milenios, año más, año menos.

No soy quién para ponerme a discutir el rigor histórico, o la fidelidad con la que lo llevan a la práctica… pero lo que es indudable es que aquello es una fiesta, y de lo más original.

Llegué tarde, así que me perdí la mayoría de los actos del día y cuando aparecí por allí ya había anochecido. Todas las calles estaban tomadas por gente caracterizada, y el meollo del jolgorio era el campamento festero, un parque convertido en poblado cántabro y asentamiento romano, a partes iguales: chozas, tiendas, mercadillo, esculturas, escudos, estandartes, jabalíes, antorchas, hogueras, juegos… digno de ver.

La verdad es que fue una noche de lo más curiosa y original. Eso sí, las reuniones de telecos acaban provocando siempre conversaciones surrealistas…

Además, alrededor de estas fiestas se organiza un concurso fotográfico. Yo estuve poco tiempo, pero intenté aprovecharlo. Creo que podré salvar alguna foto para intentar presentarme… no se pierde nada por probar…

Seguiremos informando… cuando pueda; el fin de semana se presenta movidito, la cámara no va a descansar…

Tarde cultural

Escuchando: Cultural Concurrence (Dave Weckl)

Tarde solitaria y cultural, la de hoy. He aprovechado para visitar una exposición colectiva de fotografía, 12 fotógrafos desperdigados por tres galerías, aportando su particular visión de nuestra ciudad. La galería Zoom expone retratos de personajes célebres, la galería Roales presenta rincones imprescindibles de Santander, y Trazos Tres completa la iniciativa con algunos retratos de gente común, y con fotografías de Antonio Aragón y Joaquín Gómez Sastre. Que además de ser dos fotógrafos fantásticos, son gente maja donde los haya: fueron mis profesores en el curso que hice en la Universidad, y son más que culpables de que mi gusanillo por la fotografía haya acabado del tamaño de una pitón, más o menos.

La exposición está abierta hasta el día 17, si tienen ocasión, pierdan un rato paseando entre galerías y fotos. Merece la pena.

Después de eso, me he metido una ración de cine asiático, que ya iba siendo hora, y hacía tiempo que no pisaba los Groucho. Además, ¿cómo dejar pasar una película con un título tan sugerente como Ebrio de mujeres y pintura? Además, y en contra de la costumbre de estas salas, ha sido en versión original. Viva.

Una tarde bien aprovechada, sí.

Seguiremos informando.

Polacos y pirulos

Escuchando: Paranoiattack (The Faint)

Hoy no he comido en casa. Quería, pero no he podido: he tenido que formar parte -muy a mi pesar- del equipo de ingenieros de compañía para un visitante de una universidad exterior, que pululará un par de días por nuestras mesas de trabajo.

Como mi conocimiento de su idioma es aproximadamente el mismo que tiene él del castellano, la cosa ha transcurrido de manera más (las menos) o menos (las más) fluida en inglés. Siempre está bien, que si no, se oxida.

La conversación de la comida se ha ido paseando por los lugares comunes de siempre: la situación en el país vasco, los nombres en inglés de los pescados, la necesidad real de la monarquía, la inmigración…

El hombre era majo, pero eso no impedía que yo muchas veces me evadiese y acabase enfrentándome a problemas mucho más triviales, pero no menos fascinantes. Como los misterios de la nevera de los helados. Si un pirulo -sea lo que sea, y sepa a lo que sepa- vale un euro, y un pirulo cool, también… ¿alguién se comprará el pirulo normal?

Qué cosas.