Otoño, invierno, primavera, verano… y otoño

Escuchando: First day of my life (Bright eyes)

Después de un fin de semana del que he salido con un premio, pero también con algún áccesit de tos, llega el lunes; que podría ser uno cualquiera, pero que no lo es.

No necesito hacer memoria, contar viajes, risas, miradas, canciones, paseos, ni mirar fotografías para hacer balance de lo que es obvio: que mi rutina en poco se parece a la de no hace tanto, y sigue siendo tan nueva como cuando aún no hay costumbres. Con la misma ilusión con la que se coloca una pieza nueva cada mes, con la misma esperanza por los pequeños y reconfortantes momentos cotidianos.

Es otoño: vuelven el tiempo desapacible, las tardes de quedarse en casa, la lluvia, la calefacción, las películas, los planes, los grandes proyectos, y también los más modestos.

Now I don’t know where I am
I don’t know where I’ve been
But I know where I want to go

And so I thought I’d let you know
These things take forever
I especially am slow
But I realize that I need you
And I wondered if I could come home

Seguiremos llenando días con nuestras pequeñas historias. Gracias.

Y nos dieron los diez

Escuchando: A la orilla de la chimenea (Joaquín Sabina)

Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,
puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.

Y si quieres también
puedo ser tu estación y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino…

O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.

Seguiremos…

Metafoto #2

Escuchando: Playground Love (Air)

I’m a high school lover, and you’re my favorite flavor
Love is all, all my soul
You’re my playground love

Yet my hands are shaking
I feel my body reeling
Time’s no matter, I’m on fire
On the playground love

You’re the piece of gold
That flashes on my soul
Extra time, on the ground
You’re my playground love

Anytime, anywhere,
You’re my playground love.

Seis piezas

Escuchando: First day of my life (Bright Eyes)

El tiempo a veces pasa rápido, y contar los meses se convierte en un juego. Algo tan sencillo, y tan divertido, como ir añadiendo piezas de colores de Lego.

Antes de acostarse, abre la lata metálica que guarda bajo el escritorio. Selecciona una pieza rectangular, naranja, y la coloca junto al resto, que desmonta y contempla por unos instantes. Encaja despacio las seis piezas, construyendo lo que con imaginación podría parecerse burdamente a un pequeño avión. Tras mirarlo unos instantes, sonriendo, se acuesta en una cama más estrecha que de costumbre, más vacía que ayer.

Sabe que hay alguien que, aunque lejos, piensa también en una pequeña pieza de colores chillones, esperando en una mesita de noche.

Sabe que en italiano ciao significa adios, pero también hola.

Sabe que, aunque haya que esperar unos días, pronto podrá volver a descubrir playas, a capturar atardeceres, a dar abrazos cuando caiga el sol.

¿Tienes frío? Un poco. Vamos. Te invito a un café.

El niño que todos llevamos por dentro (yo lo llevo por fuera)

Escuchando: Qué niño soy (Manta Ray)

Algunas cosas me fascinan. Por ejemplo, la manera en que los niños van descubriendo el mundo que les rodea. ¿Se han fijado en cómo aprenden a hablar? Primero repiten unas palabras sueltas que oyen a los mayores, después van aprendiendo su significado, se fijan en las frases más largas, intentan construir las suyas, a la vez que se esfuerzan por pronunciar como buenamente pueden… es algo maravilloso.

Los niños tienen una inocencia y una lógica aplastante que, desgraciadamente, cada vez se pierde antes, gracias sobre todo a la tele, y a este mundo en el que los bombardeamos sin cesar con estímulos adultos. Una lástima. Hay cosas que deberíamos guardarnos para siempre. Quizás no la inocencia, pero sí esa curiosidad, esa emoción e ilusión con las que un niño afronta cualquier pequeño reto.

He de reconocerlo. Guárdenme el secreto. Sigo siendo un poco niño. Me gusta tomarme mi trabajo como pequeños retos, como acertijos que hay que resolver. Y cuando hago fotos, intento atrapar con el visor todos aquellos detalles que no deberían pasar inadvertidos. Intento descubrir, sorprender, verlo todo desde otro punto de vista.

Me gustan los pequeños retos, la satisfacción de aprender a hacer algo, aunque haya mil millones de personas que lo hagan mejor. Pero al menos puedo decir que sé escribir, hablar, programar, fotografiar, revelar, leer, mirar, abrazar, escuchar, poner música o cualquier actividad, por absurda que sea, que me provoque curiosidad.

Me gusta ir construyendo pequeñas rutinas a base de gestos y objetos cotidianos. Ir llenando mis estanterías con partidas a juegos de palabras, citas en librerías, animalitos que cantan, playas en invierno, canciones susurradas, películas bajo la manta, domingos sin prisa, confesiones a media luz y risas a cualquier hora del día.

Y, ¿para qué negarlo? Me gusta jugar. Cualquier que haya estado conmigo en una juguetería sabe que no es una forma de hablar. De hecho, el coche que acompaña a estas líneas no es un juguete de mi sobrino, ni un recuerdo de mi infancia. O sí, porque tuve uno igual. Pero éste, con su motor eléctrico, su pistón, su dirección y su ordenador de a bordo, es el resultado de mis últimas compras por eBay. Y lo he montado ayer. Es más: he recuperado con tantas ganas los ladrillitos de LEGO, que creo que les dedicaré algunas líneas, sin tardar mucho.

De momento, voy a seguir trabajando, para intentar hacer un hueco al tiempo libre, y poder dejar a un lado, por un rato, las preocupaciones, las prisas y los agobios.

Seguiremos jugando. Se lo recomiendo.