Paredes que ya no son lo que eran

Escuchando: Walls fall down (Tom Petty)

Esta mañana a primera hora, ha venido la persona que trabaja en la sala de al lado, aquí en la Universidad, a preguntarnos cómo andábamos de grietas en la pared. Le hemos contestado que como siempre; este edificio tiene grietas por todas partes desde el día en que lo abrieron.

Nos ha dicho que si oímos o vemos algo sospechoso, que se lo dig… no, mejor, que salgamos corriendo.

Hasta que no hemos visto cómo está su sala, no hemos comprendido.

¿Alguien tiene un casco de más?

Seguiremos informando…

Escenas de un recuerdo

Escuchando: Some days are better than others (U2)

Salida lluviosa. Ensayo sobre la ceguera, con ejemplos prácticos. Dos cántabros en Chamartín jugando a descubrir la ensalada restante. Compartimento internacional en el tren. Llegada, reencuentros.

Turismo metódico improvisado, una mañana muy productiva. Primera comida, más encuentros. Apretujados en un coche. Futbolines virtuales. Pasteles de Belén. Cinco tramos enormes de escaleras mecánicas para salir del metro. Mejor habría sido no bromear y callarse eso de «ya sería mala suerte que se estropeasen» porque fue lo que ocurrió nada más decirlo, por increíble que parezca. Cena, bacalao con natas, caipirinhas muy cargadas. Mahjongg con futbolín real.

Desayuno chino. Sintra. Increíble. Palacios del rey, o de Aladín, es lo mismo. Autobuses de parque de atracciones. Cocinas enormes, chimeneas descomunales. Fiesta MTV, metro gratis. Cena con carne, qué rico estaba todo, sin bacalao, pero con bakalao. Más caipirinhas, ¿300 euros en copas? Manué no te arrime a la paré…

Centro cerrado, maratón, tranvías; metro gratis. Visita al castillo, Lisboa sólo tiene españoles en sus calles. Colas enormes, nos cuelan, gracias señora. Fotos, torres, escaleras que suben, escaleras que bajan a ninguna parte y que luego hay que volver a subir. Comida africana, caboverdiana, a horas indecentes. Pero qué rica. Sobremesa ya nocturna, y aún así, cena temprana. Bacalao á Bras, lo mejor del viaje. Pabellón Chino. El sitio más espectacular que he conocido en mucho tiempo. Miles de objetos en vitrinas, una caricatura de Aznar, espectaculares coktails, brainstorming surrealista. Preciosa y preciosista: la carta de cocktails, todo un libro. Fui cómplice de que se cayera en mi mochila por descuido. No señor juez, sólo más tarde nos dimos cuenta de que pertenecía a una tirada limitada de 1000 ejemplares. Y mucho menos, su señoría, sabíamos que era el número uno de ese millar de ejemplares.

Cascais. Playas, acantilados, pescadores. Los Morancos no se inventan nada. Paseos al atardecer, espectaculares fotos. Cena con pizzas portuguesas. Con vino verde se hace sangría blanca que nos acaba sacando los colores (rojos). Acercamiento en espiral para escuchar fados, pero cerrado sin motivo. Cambio de estilo: mojito. Y cocktail de rigor en un pub de jazz.

Último día. Oriente. Expo 98. Puentes descomunales, torres, teleférico: fotos desde las alturas. Compras de queso en el super. Visita a FNAC para hacer tiempo, hicimos mucho. Compré, pero más para regalar que para mí. Aunque me volví con dos souvenirs muy portugueses. Comida bajo los azulejos. Tarde de paseos, miradores, más fotos. Saco el trípode, y me toman por periodista. Alcalde de Lisboa, inauguraciones por todo lo alto, luces, fuegos artificiales, se les va la mano. Cena, nachos. Se hace tarde. Recogida apresurada de maleta, no llego en tren a coger mi tren, corriendo al metro, se me ha olvidado el iPod, mi anfitriona corre a su rescate. Cojo por los pelos el tren a Madrid y no me puedo despedir. Llamadas de móvil desde el tren. Mi salida más apresurada de un país. Me da rabia no poder dar las gracias con calma a Cris por estos cinco días.

Desayuno en Chamartín. Nuevos Ministerios, doble asalto a un VIPS, en otro esperado reencuentro. Muchas risas, cámaras, agendas, negocios, fotos. Otra despedida, ésta más pausada. Otro reencuentro inesperado, viaje en autobús, aburrido sin música. Películas malas, películas que no me apetece ver. Gracias señor conductor por meter un concierto de Michel Camilo por el canal 4 del hilo musical. Me salvó. Regreso a Santander. Cuatrocientos mensajes de correo esperándome. Más de doscientas fotos por descargar; que espero poner en mi página en breve.

Seguiremos informando.

Bella Lisboa

Escuchando: Bonita (The Gift)

Difícil resumir en palabras lo que han sido estos días en Lisboa. Mañana igual lo intento. Lo que sí puedo avanzar es que han sido unos días increíbles, conociendo a gente genial con la que me he reído muchísimo, conociendo lugares, platos, costumbres, rincones… y tirando muchas, muchas fotos.

Nunca me cansaré de agradecer a mi anfitriona su hospitalidad, gracias Cris, te debo una (otra). Te mereces la luna… y más 😉

Seguiremos informando.

PD: Lo único malo, que me he dejado el iPod en Lisboa (lo que puede dar una idea de lo precipitado de mi salida del país). No importa, sé que queda en buenas manos, pero el viaje de vuelta se me ha hecho aburridísimo.

Crujidos de madera(por poco no lo cuento)

Escuchando: Run Like Hell (Pink Floyd)

Hoy a eso de las siete de la tarde he llegado a mi casa después del fin de semana en Ampuero. Y he llegado aún con el susto en el cuerpo, y con la seguridad de que no se me va a olvidar el 12 de septiembre de 2004. A partir de ahora voy a tener dos cumpleaños.

La versión que he contado a mis padres es bastante más descafeinada, porque para qué preocuparles a toro pasao, nunca mejor dicho…

Para los que no sepáis de lo que hablo, en el encierro de hoy de Ampuero ha habido dos muertos y una veintena de heridos. Ahora mismo sale la noticia en portada en Terra, y le han dedicado un rato en los telediarios de Tele 5 y Antena 3…

Las cosas, tal y como las vi yo, en primerísima persona fueron así… después de un larguísimo día y una noche de farra tras la cual no queríamos irnos a dormir (cuestión que solventamos con una rápida, improvisada e inconsciente cabezadita) un amigo y yo acabamos cogiendo sitio para ver el encierro a las 12 de la mañana…

El día anterior, gracias a los contactos familiares de una amiga, estuve viendo el encierro y tirando fotos desde un balconcito, una tribuna de lujo. Un encierro rápido y limpio, salida de la plaza, recorrido de ida, vuelta y reentrada en la plaza en poco más de dos minutos. Los novillos iban que se las pelaban.

Tampoco es que yo sea un fanático de estos de los encierros, más bien al contrario. Ni loco me pongo a correr yo ahí, pero como es lo típico en aquellas fiestas, nunca lo había visto y además había algun que otro concurso de fotografía, pues nada, a verlo y a ver si podía inmortalizar algo….

Hoy como decía, también quería ver el encierro, pero desde abajo, para sacar fotos con distinto punto de vista. Un rato después se nos unieron otros dos amigos, y nos sentamos en la valla de madera que delimita el recorrido del encierro.

Encierro que, me enteré allí mismo, no era de novillos, sino que se trataba de toros, toros de los de verdad. Pues bien, más espectacular, pensé…

Para no entretenerme mucho en detallas, la cosa no tardó mucho en irse de las manos. al ser un recorrido de ida y vuelta, y disgregarse los toros en varios grupos, llegó un momento en el que no se sabía muy bien cuántos habían pasado para cada lado, porque los toros iban por libre, a su bola y con mucha agresividad.

No tardó mucho en ocurrir la primera tragedia. A escasos 15 metros de donde estábamos nosotros, un toro que hacía el camino de vuelta trabó a un corredor subido a la valla, lo tiró al suelo, y lo destrozó. Desde donde yo estaba no veía al pobre hombre, pero sí al animal soltando toda su furia. Gritos, crisis nerviosas, una pesadilla y una sensación de impotencia enorme ver cómo pasa algo así delante de tus narices sin poder hacer nada.

Con toros aún sueltos por el recorrido, dispositivo de emergencia para evacuar al herido. Circulan rumores de que ha habido otra cogida en an la zona final del trayecto, donde los toros daban la vuelta. Efectivamente, así había sido y ambas personas acabaron perdiendo la vida.

Después de haber visto eso, y con gente intentando ir para todas partes, sin saber muy bien qué hacer, circula la noticia que aún queda un toro suelto. Toro que me ha dado el susto de mi vida, y me ha hecho bomber una cantidas ingente de adrenalina. Y es que ese toro, de 500 kilos de peso, después de vagar un poco aojonando al personal, fue a pararse delante de la valla de madera que nos separaba del recorrido.

Y eso acojona. Mucho. Y cuando ese toro embiste la valla, oyes como rompe la madera (el listón inferior) todo ello a un metro escaso de donde nos queríamos mimetizar con la pared, mas que acojonar te dan ganas de hacer pipí, popó, y pensar en una manera de salir de allí perdiendo el culo. AUnque no se si pensé o actué por instinto, pero el caso es que nada más oír el crujido de la madera, estábamos metidos en una avalancha de gente que huía de ese par de pitones y de esas embestidas. Y encima una avalancha que trataba de abrirse paso por una zona, con enormes charcos de sangre de la cogida anterior, que se estrechaba por momentos, hasta hacernos imposible avanzar.

Salimos ilesos. Me he venido con algunos arañazos sin importancia en un codo, pero la aventura tuvo feliz para nosotros. El dueño del bar que teníamos al lado, nos abrió la la verja y puerta con una sangre fría digna de elogio, y pudimos entrar todos en tropel, y respirar a salvo en el interior del local. Eso, un amigo y un servidor. Mis otros dos amigos, que estaban encaramados a la valla, tuvieron que colgarse del balcón más cercano, para librarse del toro que después de acojonarnos a nosotros, había vuelto a donde estaban ellos.

Podría decir que ha sido una experiencia interesante, que me gusta el riesgo y poner a prueba mi suerte, pero no. Las pasé putas y no me he visto en un brete semejante en toda mi vida.

En cualquier caso, habrá que investigar ahora cuáles han sido las causas para que este encierro se haya convertido en una carnicería. Por qué se han soltado toros cuando no había manera de dirigirlos en el sentido correcto, y las vallas de protección han saltado en varios puntos del recorrido como si fuesen de papel. Por qué no se han tomado medidas especiales para advertir del peligro del encierro, muy distinto a los habituales y tradicionales encierros con novillos. Por qué se ha hecho esto así, cuando no se cuenta con más que una simple valla de madera, en lugar de la doble que bordea el recorrido de los San Fermines, por ejemplo.

Aunque en cierto modo, ya da igual. He visto la sangre de dos personas que esta mañana pensaban disfrutar de una tradición festiva, y a las que ya cualquier respuesta, solución o explicación les llega tarde.

Una pena haber puesto un broche final tan triste a unas fiestas que por lo demás han sido increíbles, con un fin de semana lleno de risas, canciones, copas, guindas, chupitos de piruleta por docenas, algún tequila, coches de choque, fotos tontas, pruebas de resistencia física de vasos naranjas, osos de peluche setenteros, una de rabas, dos de rabas, música muy buena, música infernal, pastilleros mineros, y pocas, muy pocas horas de sueño…

De hecho llevo desde la mañana del sábado sin acercarme a una cama, así que, en vista de que mañana me toca madrugar, creo que lo mejor será que lo ponga remedio.

Esta noche voy a soñar con toros. Lo sé.

Seguiremos informando…

PD: Estos días han dejado también algunas frases para el recuerdo. A cada cual más surrealista, pero todas con su historia detrás. Desde la dualidad yogur/lomo hasta las rotundas el enemigo está en el plato, y usted puede cavar su propia tumba con sus dientes. SIn olvidar eso de este pato está poniendo un huevo, o está incubando una piedra.