Mondo sonoro y fotográfico

Escuchando: Annabel Lee (Radio Futura)

El jueves, Mazingert Z se lo pasó muy bien durante su sesión. La noche comenzó muy tranquilita, hubo tiempo incluso para jugar con la Wii del Opium, o echar un vistazo a la Mondo Sonoro (en el número de este mes aparece una de mis fotografías del concierto de Expérience). Después se notó que, pese al clima, es verano, hay turistas, y las noches son más animadas. Hubo llenazo, peticiones, curiosidad por lo que sonaba, e incluso me propusieron pinchar a bordo en la fiesta de una boda al día siguiente. Cosas del alcohol…

El día siguiente también fue musical, pero esta vez las canciones sonaron en directo. El humilde Metropole, convertido en ANDN Club como todos los viernes, acogió un directo acústico, recogido, intimista, cercano y precioso a cargo de Brian Hunt. Apenas llegábamos a la treintena de personas los asistentes, pero casi mejor así. Mágico.

El sábado, cómo no, también tuvo su ración musical, esta vez muy festiva: estuve fotografiando una boda tan distinta y especial, que resultó completamente injusto que la lluvia apareciese como un comensal no invitado. Empañó los cristales, pero no la fiesta, ni los bailes, ni las percusiones, ni las canciones coreadas en corro. Felicidades, una vez más.

Hoy, el domingo ha pasado perezoso y casero. De vez en cuando, también se agradece.

Seguiremos informando.

El precio justo

Escuchando: 2+2=5 (Radiohead)

Sorprendente la suma que aparece en la entrada del concierto de ayer de Michel Camilo. Precio de la entrada: 12 €. Gastos de distribución: 1 €. Por lo tanto, o por lo tonto:

12 € + 1 € = 12 €.

Pues muy bien. Desde luego, no seré yo quien proteste: pretender cobrar un euro por imprimir una entrada de concierto en una mierda de papel de cajero, con tinta térmica que se borra al cabo de unas pocas semanas, es un abuso. Bienvenida por tanto esta aritmética difusa.

El concierto, a todo esto, espectacular. Una pena que la batería no sonase todo lo bien que se podría haber esperado, pero no consiguió empañar lo grandioso de la actuación.

Seguiremos informando.

Una tortuga que optó por creerse lo justo para no convertirse en nada

Escuchando: la marea (Vetusta Morla)

Su disco ha sido uno de los pocos que me ha enganchado últimamente, hasta escucharlo sin parar una y otra vez. Ayer visitaron Santander, dentro de la programación de la UIMP. Gratis y en un teatro pudimos disfrutar del directo de Vetusta Morla.

Uno podría pensar que presentando su primer disco se trata de unos novatos, pero llevan nueve años haciendo tablas en directo, puliendo unas canciones con las que redondear un repertorio corto pero sin fisuras: su concierto no tuvo ni un segundo de relleno.

Si el disco suena bien, el directo es otro nivel. Batería y percusión, dos guitarras, bajo y voz se mezclan con un sonido limpio y contundente. El de ayer fue un recital espectacular, luchando además con la habitual desventaja de tener al auditorio sentado. Por mi parte, cuando comenzó a sonar La cuadratura del círculo no pude más, y acabé pegando brincos en el pasillo. Un par de canciones después, cerraron la noche con el público al completo en pie, bailando y cantando. Bravo por ellos: no sé si su carrera seguirá manteniendo el listón a esta altura, pero ahora mismo es uno de los grupos más interesantes que pululan por el panorama nacional; sin trampa ni cartón.

La marea me dejó arenas de plata
que pondré en el reloj
del tiempo que no pasa.
La marea me dejó islas inundadas
donde atrapar con mi red
una historia de piratas.

La marea me dejó
la piel cuarteada,
la miel en los labios,
las piernas enterradas…