Se acabó la fiesta

Escuchando: It’s over (Sondre Lerche)

Terminó ayer la Semana Grande de Santander, y por una vez nos hemos quedado con la sensación de haber disfrutado de unos días de ambiente festivo. La Feria de Día ha sido un rotundo éxito que ha desbordado a los hosteleros que han ofrecido en sus casetas miles de pinchos y de barriles de cerveza. Se notaba que había ganas y desde el primer día a primera hora, hasta ayer al momento del cierre las casetas y sus alrededores han estado abarrotadas. El tiempo y la lluvia, además, han respetado las celebraciones. Todo un éxito. Por cierto, insuperable el pincho de carrillera ibérica en cama de patata , crujiente de zanahoria y salsa de vino.

Claro, que no todo ha sido perfecto: se notan buenas intenciones, pero también fallos de principiante. Por ejemplo, dudo de la legalidad conseguida por el Ayuntamiento al no habilitar unos cuantos servicios públicos. Se echaban en falta, sobre todo cerveza tras cerveza. Y cada cual lo resolvía de la manera más adecuada a su nivel de educación.

La Semana Grande ha tenido su ración de toros, para el que le gustasen. El fichaje de José Tomás por lo visto sólo sirvió para llenar titulares y para que en nuestro periódico local dedicasen líneas y líneas al fenómenos de la reventa (parecía que lo acababan de descubrir, oiga). Decepcionó, dicen. Ni un rasguño, digo.

Hubo conciertos, en general rancios, baratos, populistas y de dudoso gusto o interés. Excepción hecha, claro está, de los portugueses The Gift, el homenaje a Cash, alguno de jazz, el Play Festival (espero que se recuperen del batacazo económico, los pocos que fuimos lo pasamos muy bien) y poco más. Pan y circo para el pueblo, y migajas culturales para el resto.

Hubo espectáculo pirotécnico, esta vez en la bahía, abarrotada de gente deseosa de ver unos fuegos artificiales que ni sorprendieron ni convencieron. Los hemos visto mejores, y también peores.

Hubo atracciones de feria. Dicen. Perdidas en algún lugar del municipio, escondidas, no sé si con algún tipo de transporte público, y en un pedregal que he escuchado que iban a asfaltar al menos tres veces en los últimos tres años. ¿Por qué no se ahorrará directamente el Ayuntamiento el dinero invertido en montar esas atracciones, ya que nadie está contento con su estado de abandono actual?

Ah, se me olvida mencionar el maratón fotográfico. Una novedad de este año, una buena idea… que parece que se les había ocurrido sobre la marcha: temática muy general, falta de previsión (¿no regalaban una camiseta? ¿y la mía?), una página web con instrucciones redactadas por alguien con pocos conocimientos informáticos, y sobre todo, una vergonzosa entrega de premios en la plaza del Ayuntamiento. No sabían manejar el proyector; no tenían megafonía para anunciar el fallo del jurado; nombraron a los ganadores a través de los altavoces cutres de una caseta cercana, y terminaron redactando y proyectando la lista de ganadores y el discurso en un fichero de Word, sobre la marcha. Lamentable, para llorar. Hay iniciativas para las que más que presupuesto hace falta sentido común, y en este caso faltaron las dos cosas.

Se acabó la fiesta, sí. Este año ha estado mejor de lo habitual, y si sigue la racha, para el próximo podremos recomendar a los foráneos que visiten la ciudad en esas fechas… en lugar de evitarlo, como hasta ahora.

Seguiremos informando.

2 comentarios en “Se acabó la fiesta

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