El patio de su Caja es particular

Escuchando: And it rained all night (Thom Yorke)

Puede que no sea objetivo, y que estas líneas que vaya a escribir estén influenciadas por los hechos de que no practique el pádel, por un lado, y de que tenga cierta tirria (justificada, creo) a cierta entidad bancaria de la región. Pero al fin y al cabo, ésta es mi página: el Scattergories es mío y me lo llevo cuando quiero.

Los hechos: el viernes estaba por el centro y cuando fui a atravesar la Plaza de Velarde (o Porticada) no pude: me encontré con una mole de banderines, stands y anuncios rodeando un recinto que contenía una pista de pádel. Por lo visto, tenemos la suerte de contar con un campeonato con los mejores jugadores del mundo, en nuestra ciudad. Bien, estas cosas siempre dan prestigio y atraen gente. Supongo. Y Santander necesita gente con más prestigio, que se está llenando de melenudos que ni siquiera visten de marca :p

Ahora en serio: si se quieren traer estos saraos a la ciudad, me parece genial… pero, ¿es esa plaza el mejor sitio para montar algo así? Recuerdo que cuando se inauguró ese desértico cuadrado de la ciudad (me sigue pareciendo espantoso, los bancos son impracticables, y agradeceré al que me diga dónde hay una papelera) la idea era llenarlo de actividades para el disfrute de los ciudadanos.

Efectivamente, he visto que allí se han organizado espectaculos teatrales, y me ha parecido bien. Se instaló una pista de patinaje sobre hielo en Navidad, y aplaudí la idea. Si este verano podemos disfrutar allí de conciertos gratuitos al aire libre, seré el primero en alabar la idea (sobre todo si están enfocados a un público que no peine canas)

Ahora bien: nuestra ciudad tiene un Palacio de Exposiciones, un Palacio de Deportes (ambos inaugurados a bombo y platillo), tiene instalaciones deportivas municipales, clubs de pádel… ¿y tienen que instalar un mastodonte cerrado al público (entrada con invitación) pero abierto a las inclemencias del tiempo, en tan céntrica plaza? ¿Es esta la forma más inteligente de aprovechar esa plaza? ¿Así se pretende que se convierta una zona de disfrute? ¿para quién?

Será que soy malo y tendencioso, pero el hecho de que el principal patrocinador, nuestra Caja Cantabria -con banderines y logotipos empapelando el recinto montado- tenga su sede principal en esa plaza no me parece casual. ¿Piensa la Caja que la plaza es su patio privado, para montar allí sus fiestas?

Si es así, no me da pena que por falta de previsión, en ese patio particular haya pasado lo inevitable: que cuando llueve, se moja. Como los demás.

Seguiremos informando.

Un juego de niños

Escuchando: Racing like a pro (The National)

Esta tarde se ha pasado mi sobrino por casa, y le he montado aquí su Scalextric, que hacía mucho que nadie le dejaba invadir una casa con él. Ha tardado una media hora en cansarse de echar carreras, antes de engancharse a nuestra consola. El resto de la tarde, el circuito ha sido de los mayores.

Lo acabo de desmontar ahora mismo, de hecho. Y porque había que recuperar el suelo del salón. Todos llevamos un niño dentro; y por fuera también, muchas veces.

Seguiremos informando.

#19

Escuchando: Diecinueve (Maga)

Con viento del Este hiciste una cama,
soplaste sobre ella para templarla
y con el murmullo de tu voz de agua
me cantabas nanas sin letra

Y dormíamos tan juntos
que amanecíamos siameses
y medíamos el tiempo en latidos.

Objetivo, Birmania

Escuchando: Help! (The Beatles)

El número de fallecidos en Birmania a causa del ciclón Nargis sigue aumentando. Se habla ya de 100,000. Una cifra que marea, que hace difícil imaginarse la magnitud de esta catástrofe. Como si la mitad de mi ciudad hubiese desaparecido de repente.

Hoy se celebra el día mundial de la Cruz Roja, y además en Santander. Quizás la próxima vez que vayamos a tirar el dinero en algún tono del chiquilicuatre de turno, o en votar en el reality de moda, convenga recordar que también existe esta página. Entre otras.

Seguiremos informando.

Ker Plunk!

Escuchando: My favourite game (The Cardigans)

Vagabundeando un día por eBay encontré uno de esos juegos de mi infancia que tenía ya olvidado, pero que al instante recordé con todos sus detalles… ¡cuántas partidas jugué con mis hermanos!

Ya no recuerdo si nos lo compraron en España, o fue uno de esos regalos que nos trajeron unos familiares desde Suiza (como el primer Lego Technic, años antes de que los vendiesen aquí); lo que es seguro es que se llamaba Ker Plunk!

Su mecánica es muy sencilla: consta de un tubo hueco, con una banda central llena de agujeros, por los que se meten unas varillas de plástico, formando una «alfombra» en medio del tubo, al entrelazarse. En la parte inferior del tubo hay una pequeña abertura lateral; el tubo se coloca sobre un platito con cuatro compartimentos -uno por jugador- y en cada turno se gira el tubo para que la abertura coincida con nuestro hueco del plato. Por la parte de arriba del tubo se echan canicas, que se posan sobra las varillas. Una vez hecho todo esto, por turnos se van retirando las varillas de una en una, intentando evitar que caigan las canicas. Si caen, irán directas a nuestro hueco en el plato. El que menos canicas tenga al final de la partida, gana. Es más complicado de explicar que de jugar, viene a ser como una mezcla del Mikado con la Jenga.

El nombrecito parece ser una onomatopeya alemana, por estas tierras he encontrado una versión más moderna (y hortera) llamada Canica Pum!, pero no es lo mismo: a mí me gustaba mi versión sobria y setentera. Y hace unas semanas encontré uno nuevo y embalado en eBay. Demasiado tentador para dejarlo pasar. Sobre todo porque lo vendían en Montana y la paridad euro/dólar está para aprovecharla. Por tres euros escasos, más gastos de envío (doce euros más, aproximadamente), en unos pocos días teníamos nuestro Ker Plunk! en casa. Era el mismo que recordaba de niño, aunque la caja y el embalaje son algo más modernos. Y todo en perfectísimo estado, nuevecito.

Sobra decir que en pocos días se convirtió en una nueva atracción de la casa (tenemos una cantidad sorprendente de juguetes, para ser [cof, cof] adultos), y el salón ya ha sido escenario de algún duelo al sol. Es fácil picarse, es uno de esos juegos peligrosos por lo adictivo.

En fin: qué peligro tiene eBay.

Seguiremos jugando.

PD: La señora que me lo vendió fue eficaz y muy rápida, pero el paquete era para verlo. No sólo llenó la caja de sellos, sino que escribió mi nombre y dirección exactamente cómo se lo mostraba eBay. Para futuras compras, creo que tendré que tener cuidado con los acentos.

Merienda en la feria

Escuchando: Books from boxes (Mäximo Park)

Ayer estuve en la Feria del Libro de Santander, que aún no había tenido tiempo de pisar. Cambio de ubicación, buen tiempo, y una surtida colección de librerías por las que deambular sin prisa. Este año no falta ningún establecimiento clásico, pero los que más destacan son los que aportan ofertas que se salen del best-seller de rigor: libros de temática social, en idiomas extranjeros, infantiles…

Eso sí: hay un stand que destaca por encima de todos, por su original oferta (literatura infantil, diseño, cómics, ediciones propias) y por el buen gusto en su diseño y distribución: sillones, una mesa baja, un tocadiscos. Definitivamente, a esta ciudad le tocó alguna lotería cuando abrió sus puertas la librería Merienda en el tejado. Bravo por ellas.

Por mi parte, ayer me quedé con ganas de comprar algo, pero cerraron cuando aún no me había decidido. Dudaba entre Persépolis o Maus. Hoy he vuelto, y no había decisión que tomar: sólo quedaba ya el segundo. Ya tenía yo ganas de leerlo.

Seguiremos informando.

PD: Hoy he empezado un libro, yo también he caído en la fiebre Zafón, pero a mi manera. Marina me dijo una vez que sólo recordamos lo que nunca sucedió…