No hay marcha en este seminario

Escuchando: Money for nothing (Dire Straits)

Dice la Iglesia que no quieren más homosexuales en sus filas. Que pasan, que no les piensan ordenar sacerdotes.

¿Será una medida de efecto retroactivo? ¿Expulsarán de su equipo a todos aquellos que ya son ambas cosas, homosexuales y sacerdotes? ¿Harán lo mismo con aquellos miembros de la Iglesia que comentan abusos a menores, por ejemplo?

Dado que la Iglesia siempre se permite opinar sobre cualquier aspecto de la sociedad, le incumba o no, me permito a mí mismo el derecho de opinar sobre ella, me incumba o no. Y opino lo siguiente: sostener que una persona, por ser homosexual, va a ser mal sacerdote, es una generalización. No estoy de acuerdo con ella, pero allá ellos, son sus reglas.

Ahora bien, he aquí otra generalización: nuestro Estado suelta año tras año una pasta gansa a una institución que discrimina claramente por la condición sexual de las personas. No sólo negándoles el acceso, sino también cargando contra los derechos civiles de aquellos que no comparten su modo de vida.

¿Hasta cuándo?

El blanco y el negro

Escuchando: Love is blindness (U2)

Una de las (muchas) cosas que nunca he sabido hacer bien es lo de las fotos en blanco y negro. Porque no, no es sencillo. Por un lado, hay que saber medir a la hora de disparar, imaginándose tonos de gris, e intentando que las sombras tengan detalle.

Y luego, a la hora de pasar la imagen a blanco y negro en el ordenador, la cosa puede parecer sencilla. Se quita el color (pasando a escala de grises, o desaturando) y ya está. Ajustamos brillo y contraste, y listo.

Pero no, no solía convencerme el resultado. Por eso, este fin de semana en Madrid he estado ojeando y hojeando libros, buscando alguno en el que se explicase en detalle la mejor forma de conseguir una imagen en blanco y negro a partir de un archivo digital en color.

Encontré varios libros. El que más me convencía tenía buena pinta, aunque sólo iba explicando algunos ejemplos concretos… además era un libro bastante escueto y a la vez, caro. Solución: la salita de lectura de FNAC. En un rato me lo ventilé, quedándome con unas cuantas ideas para juguetear en casa.

Efectivamente, hay modos más complejos de pasar a blanco y negro. He estado ahora jugueteando un rato con el mezclador de canales, que nunca había usado, y da mucho juego. Aquí os dejo mi primer experimento.

Siempre es divertido tener nuevas cosas que aprender.

Seguiremos investigando.

Rubia, tostada, y tostada con mucho alcohol

Escuchando: Talkin’ bout a revolution (Tracy Chapman)

Volví. El largo fin de semana en Madrid ha cundido, aunque como siempre, me he dejado mil cosas en el tintero y mucha gente con la que me gustaría haber quedado. Pero ha dado de sí. Ha habido grandes conciertos, grandes cantidades de cerveza, grandes y pequeñas cenas, muchas risas y muchos paseos por tiendas en las que, raro en mí, no me he comprado casi nada…

Y eso que he tenido muchas tentaciones. Decubrí CD Drome, una tienda genial de discos, pero dejé allí para otra ocasión los vinilos de Arcade Fire, CocoRosie, Antony and The Johnsons, Yann Tiersen… ídem con FNAC y mil películas que estuve viendo, o con las librerías que he visitado, sobre todo las secciones de fotografía… bueno, algo sí que me compré: encontré por fin ese libro de Cartier-Bresson con el que me había encaprichado… está bien, aunque tiene poca chicha, me lo terminé ntre metros y esperas varias.

Y sí, vale, también reconozco que ayer, antes de volverme, acabé pasando por la calle Barquillo a dejarme los dineros en un aparato muy útil, y bastante relacionado con la cámara. Algo que me podría haber venido muy bien para el inminente viaje a Cádiz. Una pena que no funcionase, y lo haya tenido que dejar en Madrid para que me lo cambien, y no sé si lo tendré a tiempo para el viaje.

Fue la única nota negativa de un viaje que me ha dejado con la única sensación con la que sé venir de Madrid. A pesar del caos, de las obras, a pesar de todo. Quiero volver.

Gracias a los que hacéis que aquello sea una segunda casa siempre que voy.

Seguiremos informando.

La caja de música que vino del frío

Escuchando: Hufupukar (Sigur Rós)

El lunes por la noche estuve viendo a Sigur Rós en directo, en un teatro de Gran Vía.

Desde que descubrí sus discos, su música se convirtió en el acompañamiento perfecto para días en los que se busca un acompañamiento perfecto. Y siempre los escuché como Sigur Rós, sin más: nunca me preocupé por saber si era una banda de diez personas, o de una sola con un ordenador. Nunca investigué si lo que oía era una voz natural, sintetizada, si los instrumentos que sonaban eran reales… daba igual, eran Sigur Rós y eso bastaba, sonaban así.

Por eso, acercarse a un concierto como el suyo, tan distinto, suponía todo un descubrimiento.

Llegamos al teatro justo a la hora del concierto. No sé si las teloneras (Amina) tocaron antes que ellos. En cuanto nos sentamos en nuestras butacas, comenzó puntualmente el concierto de Sigur Rós. Y se convirtió, instantánea e indudablemente, en uno de esos espectáculos difíciles de olvidar.

La cosa empezó así: telón translúcido en el escenario. Tras él, los componentes del grupo (cuatro: guitarra/voz, bajo, teclados y batería) aparecían de forma fantasmal, multiplicados y proyectados sobre el fondo y sobre el telón, mientras su música inundaba el teatro. Salvo unos bajos demasiado vibrantes, sonido perfecto, y mucho, mucho, mucho más potente que en sus discos. Las partes tranquilas sonaban preciosas, las partes más enérgicas sonaban mil veces más agresivas. Un auténtico lujo.

Tras ese espectaular inicio, se levantó el telón, pero sólo para ir disfrutando de más y más sorpresas. Amina resultaron ser un cuarteto de cuerdas que se unieron a SIgur Rós sobre el escenario, completando así una banda de 8 músicos multi-instrumentistas, la variedad de combinaciones y sonidos que iban consiguiendo hizo que ni un sólo segundo del concierto tuviera desperdicio.

Paradójico: su sonido era tan reconfortante y tan directo como fría era su actuación. El telón del principio podría haberse quedado todo el concierto y no habría habido diferencia. Ellos, en el escenario, eran totalmente ajenos al público. Iban desgranando su repertorio, cambiaban de instrumentos, de escenografía, de sonido, pero en su mundo. Tan sólo un escueto thank you al final de su actuación hizo intuir que se habían dado cuenta de que había gente mirándolos. Final que llegó tras hora y media sorprendente. Y lo de la sorpresa lo digo porque se me pasó en un suspiro, parecía que habían pasado diez minutos, y ya estábamos casi al final del concierto: faltaban los bises.

Bises que culminaron con un tema apoteósico, de nuevo con telón de por medio, con un despliegue de sonido, de luces, de energía, de contundencia, totalmente asombroso. De lo más espectacular que he visto nunca en directo.

Fríos, muy fríos. Pero joder, qué grandes.

Seguiremos informando.

PD: Tengo un vídeo de parte de lo que fue el final de su concierto. Puede dar una idea de lo que fue aquello. Ah, ya de paso, he colgado este otro vídeo del concierto de Bloc Party

Fiesta en el bloque

Escuchando: Blue Light (Bloc Party)

Inmeso anoche el concierto de Bloc Party. En segunda fila aquello era una fiesta. Los breves teloneros (Sluts of Trust) me dejaron bastante impresionado (eran dos pero sonaban como veinte), y tras ellos, Bloc Party demostrando lo que era de esperar: que tienen un único disco, pero es tan cojonudo que a poco que se esfuercen sobre el escenario se meten a la gente en el bolsillo. Y lo hicieron.

Después del concierto, la noche se siguió haciendo grande. Cervezas, risas, y un Home Bar que se salió en su selección musical: The Cure, The Smiths, Radiohead, Planetas, Depeche Mode…

Seguiremos informando.

Una odisea de despacio

Escuchando: Man on the Moon (R.E.M.)

Me gusta viajar en tren.

Madrid sigue como lo recordaba de la última vez: un caos de obras, líneas de metro cerradas y rodeos por todas partes. Habrá que costumbrarse, al menos por unos días.

Seguiremos informando. Y hasta el martes, desde la capital.