¿Qué sistema operativo eres?

Escuchando: Pagan Poetry (Björk)

You are Amiga OS. Ahead of your time.  You keep a lot of balls in the air.  If only your parents had given you more opportunities to suceed.
Which OS are You?

Creo que hasta ahora no había puesto ninguno de estos tests que se han puesto de moda últimamente… Con éste me ha podido la curiosidad. No he conseguido ser MacOS, pero tampoco he acabado siendo un Windows. Amiga está bien…

Claro que lo está…

Si lo probáis, dejadme en los comentarios lo que os ha salido… 😉

Gracias, Chema. Seguiremos informando.

Fecha de caducidad: hasta el día en que todos seamos sensatos

Escuchando: Trapos sucios (Fito & Fitipaldis)

Estamos tan acostumbrados a algunas cosas, que nos las tragamos sin digerir, por espeluznantes que sean. Muertos día tras día en esa guerra (sic) que ganamos (sic), hasta verlos como algo cotidiano, números sin rostro. Hasta que un día a alguna televisión se le escapan imágenes crudas de algún asesinato en nombre de un ideal trasnochado, y todos nos echamos las manos a la cabeza. Qué perra es la guerra. Nos ha jodido.

Lo peor no es que pase con guerras en países que nos queden más allá de la línea del horizonte. Eso es malo, pero lo peor es que nos ocurra con horrores más, tristemente, cotidianos.

Ya existen días internacionales dedicado a todo; seguramente haya más de 365 causas, y se repitan. Y generalmente no son más que símbolos sin importancia, más por moda que por conciencia. Hoy es el día en contra de la violencia doméstica (me niego a usar la nomenclatura institucionalizada, el género es otra cosa, pero como a la RAE no le hace casi ni el Tato, pues nada…)

Seis decenas de mujeres asesinadas a manos de sus parejas en lo que va de año. Un goteo constante, noticias en telediarios que ponen los pelos de punta, y que pronto son olvidadas por un nuevo caso. Y luego otro, Y otro más.

Y detrás de cada uno de ellos, lágrimas escondidas, sonrisas fingidas en el exterior, qué bien se os ve; miedos, angustias de puerta para adentro. Heridas visibles, y peor aún, cicatrices que no se ven.

Sí, es el perfecto obrero, ingeniero, carpintero, bombero, hijo, cuñado, parado, alcalde… Encantador, feliz, entrañable, piadoso, va todos los domingos a misa; pero lo que no sabéis es que es un hijo de la grandísima puta.

Y tú, mira que eres sosa, con el marido que tienes, todo el día triste, siempre con esa cara de muermo, nunca sales, nunca nos cuentas nada… pero lo que no sabéis es que vivo en un infierno.

No hay ni una sola justificación posible. Cuando uno es un energúmeno, el «te juro que voy a cambiar» acaba siendo, no nos engañemos, un «la maté porque era mía». Cuando tú no has tenido nada en la vida, imbécil. Ni decencia, ni sentido común. Y lo único a lo que deberías aspirar es a pudrirte en la cárcel.

Es lo único que se puede hacer: denuncias y castigos ejemplares, hasta el día en que todos seamos sensatos, y no sea necesario dedicarle un día especial a una causa tan irracional. Ojalá lo veamos.

Seguiremos informando.

Tontos. Con fundamento.

Escuchando: The Sun always shines on TV (A-ha)

A mí esto de la tele me va a acabar causando problemas de estómago. La tele de mi cocina, me refiero. Que se junta con los gustos televisivos familiares, que no comparto, y provocan que acabe comiendo o cenando a la mayor velocidad posible para salir huyendo. Como alma que lleva el diablo, etc.

Si el fin de semana, una cena me la amenizaron los niños cantores de Europa, el otro día también he tenido una noche en la que luché contra el reloj para evitar encontrarme con Ana. Y sus siete. Que no sé qué serán, esos siete. Pero guionistas no. Actores, tampoco.

Y luego está lo de las comidas. Esa es otra. Porque, lo siento, yo soy asi. No discuto que sea un as de los fogones, un genio de lo sabores, incluso habrá gente que diga que es un perfecto comunicador. Pero es que es ver al Arguiñano cantando en la tele, y ponerme de mal humor. En la cocina, rodeado de cuchillos y filos, uno acaba teniendo ideas que para nada se corresponden con mi habitual carácter tranquilo y pacífico hasta el aburrimiento.

No sé. ¿Y si se estropea la tele? ¿Y si hago que parezca un accidente?

Seguiremos conspirando.

Y tú.. ¿de quién eres?

Escuchando: Growing Up (Peter Gabriel)

Hay un montón de detalles en los que hay que alinearse, no suele haber término medio. Naranja o limón. Windows o Linux. Pc o Mac. Operación Triunfo o música. Cerveza o copazo.

Con las agendas electrónicas pasa algo parecido. O te gusta Palm, o te gusta PocketPC. Miscrosft o los otros, para variar.

Yo he de reconocer que con estos aparatejos tengo una relación amor/odio. Me explico: me compré una Palm, hace ya la tira, la más sencilla que había, y no tardé en acostumbrarme a apuntar todo allí. Es de lo más útil. Pero no tenía ni colorines, ni luz en la pantalla ni mucha memoria, ni nada de nada. Así que al cabo de unos meses la cambié por el otro extremo de la gama de Palm. Una que tenía casi de todo.

Sin embargo, pasaron los meses, y acabé usándola más como reprodcutor de música que como agenda, asi que la malvendí (je je) y me compré un iPod. ¿Resultado? era musicalmente feliz, pero se me olvidaba todo. Así que volví a caer y me compré otra agenda, vuelta al principio: otra vez la más sencilla de la gama de Palm. Blanca, a juego con el iPod 😉

Y con ella he seguido hasta ahora, pero creo que voy a experimentar a pasarme al lado oscuro: hay un PocketPC en una mesa del trabajo que no se usa desde hace años, y creo que voy a experimentar un poco con él. Es más grande y pesado que la Palm, pero bueno, ya estoy acostumbrado a ir con mil trastos a todas partes… Además he conseguido que se hable con mi Apple a través de una red inalámbrica, que me parecía el paso más complicado…

Y es que a pesar de su sistema operativo (¿cómo se puede hacer un windows en el que NO se puede cerrar una aplicación, sólo minimizarlas?) hay programitas para PocketPC que no he conseguido echar a andar en las Palm, como los de planos de ciudades, una de las cosas más útiles que se pueden meter en estos cacharros (junto a diccionarios, un Mahjongg y el Bejeweled, por supuesto…)

En fin, me salió la vena de entusiasta tecnológico, como me llama alguno… Seguiremos informando.

Descartado: U2 no actuarán en Santander

Escuchando: Your smile is a commercial food (Rhesus)

Descartado. Ya lo dicen aquí. U2 no tocarán en Santander. En fin. Ni siquiera sabía que existía el rumor, así que miren ustedes qué pérdida… (sí que parece que tocarán en Bilbao, habrá que estar atentos)

¿Cómo se le puede ocurrir a alguien que U2 pueda acabar tocando en Santander? Pues a base de soñar, claro, sueños favorecidos por ésta otra noticia: que Santander acogerá un festival de música, pop-rock, siguiendo el modelo del FIB, con proyección y cartel internacional, de carácter anual, con zona de acampada… todo ello con motivo de las celebraciones de los 250 años que hace que somos «realmente» ciudad…

En fin. Yo para estas cosas, como Santo Tomás. Cuando tenga la entrada en la mano, me lo creo. Desde luego, si los rumores que difunde hoy el periódico (que se está en negociaciones con The Cure o Radiohead, cosa que dudo) puede ser algo grande, muy grande. ¿Demasiado para este pueblucho? Puede. Un FIB no se improvisa en unos meses.

En cualquier caso, 2005 puede traer cosas interesantes. Hemos tardado 250 años, pero parece que reaccionamos. No voy a comparar estos reflejos con los de otra institución, porque luego me llaman lo que me llaman. Pero vamos, que si perdonaron a Galileo, es posible que en Santander disfrutemos de otro buen festival.

Seguiremos informando.

PD: Felicidades, música. Felicidades, Ceci.

It’s not a habit, it’s cool, I feel alive

Escuchando: Not an addict (K’s Choice)

Voy a acabar con complejo de paternalista, pero si ayer ver la tele me hizo pensar, hoy leer el suplemento dominical me ha dejado un poco más preocupado por los hábitos que van adoptando los más jóvenes como si fuesen la cosa más normal del mundo.

Y es que hoy, en ese suplemento (El Semanal), aparece una entrevista a cinco chavales con edades comprendidas entre los 15 y los 17 años, habituales consumidores de cocaína.

Por el hecho de vivir en una ciudad pequeña, y mantenerme alejado de ese mundillo, tampoco voy a pecar de ingenuo y pensar que este tipo de situaciones sólo se dan en casos muy puntuales de desarraigo familiar, social, etc… No. Pero leer este reportaje, francamente, me ha puesto un poco la piel de gallina. La normalidad, la tranquilidad, la sensación de autocontrol que transmiten estos drogadictos imberbes, es escalofriante.

Como muestra, un par de respuestas de una chica de 15 años, supuestamente llamada Rocío, y que, si la borrosa fotografía que aparece en esas páginas se corresponde con su aspecto -no debería, no costaría mucho reconocerla-, podría ser perfectamente una hija modelo, la más popular del insti, y esa niña buena que nunca ha roto un plato.

¿Cómo sería un fin de semana ideal?
Salir un viernes por la noche, y volver el domingo. Necesitaría mucho dinero, alcohol, cocaína, muchos porros, mi pibón al lado, mis amigas, y ya está.

¿Os habéis fijado una edad para dejar de consumir?
No sé. Quizá cuando me pase algo malo, algo fuerte y diga: «Hasta aquí». Me refiero a quedar inconsciente y que me tengan que llevar a un hospital, y ya se enteren mis padres.

Ella y sus compañeros de páginas, hablan tranquilamente de robos en casa para finaciarse sus adicciones (también vale hacer de canguro o vender pastillas), de cómo se las apañan para que no se entere su familia, de cómo piensan que lo pueden dejar cuando quieren, pero no pueden evitar caer de nuevo en cuanto tienen dinero en el bolsillo…

Muy triste: ingenuidad infantil, hábitos demasiado adultos (destructivamente irresponsables, pero adultos). Lo siento por ellos. Más por sus familias.

Yo con quince años os puedo jurar que no era así. No veía así la vida. No dudo que sea un tipo de lo más aburrido, pero me prefiero así.

Seguiremos informando.

De mayó quiero sé gilipolla

Escuchando: Misplaced Childhood (Marillion)

Esta mañana nos preguntaba una chica mejicana que está con nosotros en la universidad, por el significado de gilipollas. Es más fácil de explicar con un ejemplo. Y de esos hay muchos.

Antes, durante la cena, la televisión de la cocina nos escupía algo que (ignoro la denominación oficial) parecía un eurovisión para infantes. Y me ha dejado francamente preocupado, la verdad. Dejando a un lado las bondades musicales de los participantes (no puedo evitarlo, lo odio, me ataca, me pone de los nervios escuchar a niños cantar, especialmente si lo hacen pretendiendo ser mayores) es lamentable ver cúales son sus ambiciones (o las que les imponen desde bien pequeños).

He tenido la desgracia de ver tres de las actuaciones (no he podido cenar más rápido). La primera, creo que de Dinamarca. Un presunto grupo de hip hop con una niña vestida de putón verbenero y sus chulos vestidos de traficantes. Después, nuestra aportación al evento, con una niña atacante, una canción atacante, una coreografía atacante… Qué pena de infancia. Después, otras dos chicas de Suecia, creo, también vestidas como si tuviesen unos cuantos años más y en lugar de intentar ganar un premio estuviesen intentando perder otra cosa.

Me fastidia. Los niños deberían ser niños hasta que tengan la edad suficiente para convertirse en macarras aspirantes a accidente de ciclomotor. Luego, cuando crezcan, ya podrán tunear su primer coche, y aspirar a concursar en Gran Hermano para intentar ganarse la vida usando la bisectriz. Pero no, por lo visto, los niños, cuanto antes se mentalicen de lo que van a acabar siendo, mejor.

Qué triste, ¿no?

En fin. Por mi parte, como no me gusta el fútbol (rigurosamente cierto), estoy un poco cansao de hacer de turista en mi propia ciudad (cierto) y no me apetece salir (mentira), dedicaré la noche del sábado a enamorarme de Uma persiguiendo a Bill. Y es que, como diría Monigote, Uma Thurman me toca…

Séanme moderadamente buenos, cuidado con los excesos. Seguiremos informando…